Hipocresía y prejuicios
Desde la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa, llevo leyendo comentarios de todo tipo que no han dejado indiferente a nadie. Me alegra comprobar que, a medida que pasa el tiempo, todos los medios de comunicación siguen resaltando que España se ha convertido en el país con más ministras en un Gobierno. Ha sido la noticia más destacada y comentada por todos los medios de comunicación del mundo, hasta la ONU reconoce que se ha establecido un referente. Por lo tanto, hay que alegrarse de tener en este Gobierno mujeres y hombres con experiencia y prestigio profesional. Pero desgraciadamente, en algunos medios, el tratamiento que se ha dado a las mujeres ha sido diferente al mantenido con los hombres. Ellas han sido juzgadas por su apariencia física y su vida personal: de unas se han hecho públicas sus enfermedades, incluso se han asombrado que a pesar de ello estén atractivas y femeninas, de otras que los colores que eligen en su ropa para actos públicos no son los adecuados y las definen como exuberantes, incluso algunos se permiten la arrogancia de decidir cuál debería ser el largo de su falda o su maquillaje. Reflejo de hipocresía y prejuicios machistas que aún perviven en gran parte de la sociedad que no juzga con los mismos parámetros a hombres y mujeres y que sigue sin aceptar que se deben compartir espacios en igualdad con el mismo respeto y consideración. Desdibujar el trabajo de las mujeres destacando su vestimenta resulta frívolo y superficial.
Esta crítica no sólo me molesta cuando se hace contra las mujeres de izquierdas sino también contra las mujeres de derechas, conservadoras o liberales, como ha ocurrido con las candidaturas que se han presentado para liderar el Partido Popular. El trato que se les ha dado a las candidatas ha sido desigual al tenido con el candidato. Se ha destacado la ambición de las dos aspirantes de forma negativa y por el contrario la del candidato de forma positiva y responsable. A ellas se les critica despectivamente por sus tacones, camisetas o estatura, mientras que la vestimenta de él pasa desapercibida.
Dicho todo esto, sí tengo que reprochar a las candidatas Cospedal y Santamaría que hayan utilizado en sus discursos el feminismo para destacar que les gustaría ser las primeras mujeres en ocupar el cargo de secretarias generales de su partido después de su posicionamiento, no sólo en la huelga feminista que calificaron de elitista e insolidaria, sino en su gestión como ministras en temas de igualdad. Cospedal, hace unos meses, hizo referencia a las medidas de integración, conciliación e igualdad en las Fuerzas Armadas que fue contestada y desmentida por diferentes colectivos así como por la Asociación Unificada de Militares Españoles, asegurando que la conciliación en la Fuerzas Armadas es prácticamente inexistente. A Santamaría también hay que recordarle que el Partido Popular presentó recurso de inconstitucionalidad contra la Ley de Igualdad y el Aborto, que fueron suspendidas las ayudas para impulsar la igualdad salarial y combatir la violencia de género y estos son sólo unos cuantos ejemplos de los atropellos cometidos por el partido donde militan y por el Gobierno del que han formado parte estas mujeres. Por lo tanto, lecciones de feminismo las justas, y utilizarlo a su conveniencia me parece una falta de respeto intolerable al movimiento feminista porque ellas, hasta ahora, solamente han defendido políticas que han fomentado la desigualdad, representado y sirviendo a una clase social ya de por sí privilegiada. Pero a pesar de todo considero inaceptable que se las discrimine y ridiculice. Muchas mujeres seguiremos luchando para que esto no ocurra.
Es una realidad que, en todos los partidos políticos y a pesar de los avances, las mujeres siguen siendo discriminadas por su género en muchas ocasiones. En las hemerotecas, por desgracia, hay ejemplos de todo tipo que ponen en evidencia que la misoginia sigue instalada en la política, si bien es cierto que en unos partidos más que en otros, por ello, es de justicia reconocer que actualmente quién de verdad ha demostrado el compromiso con la igualdad ha sido el partido socialista.
Se debe normalizar la presencia de las mujeres en la política, no sólo en número sino en puestos de poder o decisión y acostumbrémonos a juzgarlas por sus capacidades y decisiones.