Los ejercientes
Cuadragésimo séptima semana de 2018, la de un nuevo capítulo en el escándalo de abusos sexuales de curas a menores de edad, el mayor reto de la Iglesia católica desde la Inquisición. Los obispos piden perdón y aseguran que no silenciarán las denuncias, pero en Salamanca por ejemplo continúa como párroco alguien que fue condenado a un año de cárcel por abusar de una niña de diez años y encima, para más inri, después formó parte del consejo encargado de juzgar alguna denuncia en la Diócesis de Ciudad Rodrigo. Toma ya. Un condenado haciendo de juez. La estructura eclesial (y que me perdonen quienes se sientan ofendidos con lo que voy a decir, pero así lo siento) parece más una secta que una institución encargada de difundir el mensaje de alguien excepcional que pasó por nuestro planeta hace más de dos mil años, porque cada día que pasa tergiversan más sus palabras y las corrompen.
Fue también la semana de la Feria Internacional de Turismo en Valladolid, Intur, donde Salamanca acudió una vez más para promocionar todos sus tesoros. Pero cuidado, los datos de este año son claros. ¿Ha tocado techo la provincia charra? Son ya siete meses sin batir los récords que acostumbrábamos. No me cansaré de decirlo, el turismo es un gran invento, que decía Paco Martínez Soria, pero Salamanca no puede sólo vivir de él, porque si el turismo falla, en esta provincia con 80.000 jubilados, 25.000 funcionarios, 22.000 parados y 20.000 personas inactivas, además de amas de casa, niños y estudiantes, ¿de qué vamos a vivir? Salamanca debe ser la ciudad de la investigación, aprovechando el potencial de las dos universidades y el talento de nuestros científicos. Pero si todo ese conocimiento no se puede convertir en creación de empresas porque, por ejemplo, el Ayuntamiento lleva un año sin mover un dedo para urbanizar suelo industrial que atraiga empresas tecnológicas en el cacareado proyecto junto a Mercasalamanca y el Puerto Seco (otra vez muchas palabras pero pocos hechos), pues apañados estamos.
Nuestros dirigentes estaban esta semana en Valladolid predicando, pero deberían emplearse más en dar trigo y en regar el Puerto Seco, que más bien es un secarral. El alcalde de Salamanca, Alfonso Fernández Mañueco, ya está de precampaña como candidato del Partido Popular a la Presidencia de la Junta de Castilla y León. Ejerce de candidato sin haber sido proclamado oficialmente, recorriendo todas las provincias de la comunidad autónoma. Me recuerda a José María Aznar cuando gracias a esa gira cual cantante de moda lograra la Presidencia de la Junta. Pero los tiempos cambian, la gente está cansada de fotos y quiere que solucionen sus problemas quienes han sido elegidos para ello. Es lícito que Mañueco se centre ya en el que quiere sea su próximo cometido, porque tiene un proyecto que considera es el mejor para el futuro de esta tierra y así lo desea difundir. Pero ojo, a ver si por vestir a un santo se desviste a otro y ese sentimiento de desamparo de los charros pasa después factura en mayo. El que avisa no es traidor.
Y claro, el PSOE no deja pasar la ocasión para meter el dedo en la llaga y preguntar al alcalde, que cobra un sueldo por dedicación exclusiva al Ayuntamiento de Salamanca, si va a renunciar a la parte de este salario que no está cumpliendo, porque pasa horas y horas fuera de la capital charra con funciones de presidente del PP de Castilla y León, no de alcalde de Salamanca. Mañueco justificó que los principales proyectos de la legislatura ya están encauzados y en el Ayuntamiento dispone de un equipo cualificado para seguir adelante con la gestión realizada hasta el momento. Correcto, pero si él ya está pensando en Valladolid, debería dejar la Alcaldía, renunciar a ese sueldo y centrarse en su nuevo cometido. Es lo justo. También lo más ético, pero sobre todo lo más correcto para su partido, porque así está dando motivos a la oposición para arremeter contra él día sí, día también. Y si encima los problemas se suceden entre amigos del alcalde, pues éramos pocos y parió la abuela. Esta semana han sido Ignacio Cosidó y otra metedura de pata en el Senado (quien fue nombrado Huésped Distinguido de Salamanca sin merecerlo) y Manuel Borrego, funcionario de la Diputación, y su famoso ático irregular.
Como primer edil de Salamanca ya ejerce el teniente de alcalde y concejal de Fomento y Patrimonio, Carlos García Carbayo, o al menos eso parece, acudiendo a todos los actos y principales fotos que antes eran lugar reservado para Mañueco. ¿Será también el próximo candidato del PP en las elecciones municipales de 2019? La quiniela sigue abierta y el abanico de posibilidades no está cerrado, ni mucho menos.
Esa duda no se resolverá hasta que pasen las elecciones andaluzas. Ya sólo falta una semana para que las urnas dicten sentencia. Mientras las grandes decisiones quedan aparcadas hasta que transcurran estos comicios, los partidos se afanan en engrasar las piezas menores de la maquinaria. En Ciudadanos, por ejemplo, se están expandiendo en el medio rural, robándole protagonismo al PP, creando agrupaciones en los pueblos, por pequeñas que sean, pero dando sensación de una creciente presencia política en todos los rincones. Agrupaciones pequeñas, sí, donde dicen que no hay cabezas de lista potentes, sí, pero al fin y al cabo gotas de agua que sumadas poco a poco pueden generar un tsunami que decante el oleaje de la Junta hacia una costa u otra. Porque en los pueblos generalmente no se vota al partido, sino al candidato a alcalde, y si el sobre blanco va para esa persona, el naranja también es para el mismo partido. Y naranja a naranja, muchos votos intrascendentes para lograr alcaldes en pueblos, sumados, sí pueden dar y quitar procuradores… y truncar sueños anhelados desde hace dos décadas. En 2015 el PP subestimó el trabajo en la sombra de Ciudadanos y le arrebató cuatro concejales. La batalla electoral ahora está en los pueblos.
Una situación que puede rizar el rizo si el Gobierno se decide a que el domingo 25 de mayo de 2019 también haya elecciones generales. Esta semana se preguntó esta posibilidad al ministro de Fomento, José Luis Ábalos, y no la descartó. Y cuando el río suena, agua lleva. Si así fuera, entonces el sobre para las generales tendría más peso en el sobre naranja para las autonómicas, porque quien vota a un presidente del Gobierno lo lógico es que vote al mismo partido para su comunidad (otra cosa es ya el candidato a alcalde sobre todo en los pueblos). Es una baza con la que puede jugar el PSOE si se cree a pie juntillas todas las encuestas, que no son más que eso, encuestas, que muestran una tendencia, y la del PP es a la baja en favor de Ciudadanos y la del PSOE recuperar el terreno perdido años atrás con Podemos. ¿Será por eso que el socialista Luis Tudanca parece en sus visitas que ejerciera ya de presidente de la Junta de Castilla y León, con un séquito como el que acostumbra el todavía presidente Juan Vicente Herrera?
Hablando de ejercientes, ¿qué dos alcaldes del PSOE (aunque son simpatizantes del PP pero se presentaron por otro partido para barrer a la vieja guardia popular de sus pueblos) en 2019 quieren presentarse por el PP? Pero ya saben, se dice el pecado, no el pecador. La próxima semana, les prometo más madera.