Pierden todos, pierde ESPAÑA
Tras las elecciones, el ruido de los cascos al caer impide escuchar la guadaña de la muerte silbando entre los cuerpos y separándolos de sus cabezas y, con La Corona de la gota al impacto, se impide ver al fallecido.
Es verdad que Rivera murió con estrepitoso estruendo, que el PP. no obtuvo ese punto de tensión que le podía hacer disputar la gloria; pero, no es menos cierto que Sánchez perdió su ocasión y, salvo que el Psoe lo amortice con urgencia, puede ser el que en su hundimiento lo haga con ESPAÑA y con su partido.
Sánchez es un cadáver político (hay muertos muy vivos) que la tiene pequeña (la posibilidad de ser algo más que un posible), que la carroña carcundiosa de Podemos devorará, sin piedad, para nada, pues ellos, desde el casoplón, ya no son nada más que los rescoldos de una ideología caduca, totalitaria y superada.
Por el otro lado, a Vox seguro que les perderá la falta de humildad, el ansia de poder, la inconsistencia profesional e intelectual y la avaricia, dejando muchos muertos, ilusionados e ilusos, en su caminar pues, antes que ESPAÑA, pondrán (ya lo hacen) su hucha por delante.
El miedo a la ultra derecha, que no es ultra ni nada, es el mismo que se nos inoculó al PSOE, a Podemos, que hicieron más o menos daño pero que, en ningún caso tuvieron el efecto de tsunami destructor que se les auguraba.
El problema de ESPAÑA es su educación perdida, una historia desconocida, una memoria manipulada y una lengua y cultura abandonadas por una falta clara de sentimientos y una voluntad oculta de destrucción.
El panorama no puede ser más desolador y caótico por el ansía de un vanidoso vacío, que solo sirvió para, en una demostración de incompetencia, afirmar “no es no”, brillante expresión a la que llegó “él solito” en el esfuerzo supremo de su intelecto.
La crispación generada solo beneficia al independentismo, a la falta de sosiego decisivo y al error; pero, dentro de todo, hay que ser optimista y sostener con nuestro refranero que el tiempo pone a cada cual en su lugar y que si trabajamos, actuamos con seriedad y rigor, no habrá mal político que nos hunda y, con más esfuerzo pero más fuertes, llegaremos a la meta. España es un país fuerte y sólido, por más que con una pandilla de desgarramantas dispuestos a dañarlo; pero, aún, la fuerza de la cultura judeo cristiana, la argamasa de una estructura arraigada durante siglos fortalecida por una historia de grandeza, será lo que permitirá afrontar los nuevos retos.
Al final, pierde Sánchez, Rivera, Casado e Iglesias, demostrando que son niñatos con inglés y sin mochila y, temporalmente, parece que saca cabeza Abascal que no es distinto a los otros, pero sacó rédito de la crispación creada y alentada por los otros, a ver lo que dura el juguete.
En lo inmediato, la obligación del PSOE de amortizar a Sánchez, la del PP regenerar sus cuadros y oxigenar su estructura liquidando pasado, la de Cs liquidar ordenadamente sus activos, la de Podemos asumir su elevado techo y su posición de colita de ratón, y la de Vox de afrontar una importante desdramatización, ubicarse dentro de la derecha democrática con un discurso integrador y olvidar el exabrupto para aprender a trabajar desde el respeto, para poder exigir respeto demostrando coherencia, de la que carece, regeneración y cambio, que desconocen, e intentar recuperar su manifiesto y posición más moderada y moderna.
España, entre tanto, buscará nuevas fuentes de aguas limpias que sean capaces de demostrar que se pueden cambiar las formas de hacer política, desde la dignificación de la misma, por medio de la tranquilidad, la prudencia, el trabajo, el esfuerzo y el valor de la palabra dada y el respeto al adversario que nunca enemigo, en la que, sin dejar de defender las posiciones, se coloque al individuo, su libertad y vida, así como a ESPAÑA, núcleo de unión y fortaleza, por encima de todo.