Se ha anunciado por nuestro presidente su voluntad de mantener el Estado de Alarma, durante, al menos, un mes más; es decir, limitar los derechos y libertades a los ciudadanos, apropiarse de poderes especiales y que, constitucionalmente, se limitan al tiempo mínimo imprescindible para luchar contra una epidemia.

No quiero hacer mención a si estamos ante un Estado de Excepción encubierto, a si es correcto o incorrecto el uso del Estado de Alarma, ni a otras cuestiones que enfangan el problema.    Me quiero limitar a la causa del mismo, es decir, a una circunstancia sanitaria excepcional que ha puesto de manifiesto las debilidades de nuestro sistema, las deficiencias de nuestra gestión sanitaria y las limitaciones en dicho terreno, motivos por los cuales la crisis ha sido muy superior a la que han padecido otros países del mundo, de forma que somos el que más sanitarios infectados y muertos ha tenido del globo terráqueo y el que peor ha tenido cubiertos a sus profesionales con los peores resultados del mundo.

Dicha situación es responsabilidad de todos los políticos, de todos los grupos políticos que, en algún momento, han tenido capacidad de gobierno nacional y/o autonómico, que habrá que evaluar en su momento.



Desde hace más de 60 días, la adopción de las medidas excepcionales lo eran para atacar la epidemia, con el mando y responsabilidad única del gobierno y ahí es donde me empiezo a preocupar, a indignar y me pregunto:

¿Es necesario anular el portal de transparencia y la información a los ciudadanos?

¿Es razonable que se desconozcan los nombres de los científicos y técnicos que asesoran al gobierno y/o toman decisiones sobre nuestro futuro?

¿En manos de quién están quedando las decisiones y qué criterio se utiliza para adoptarlas?

Habrá que investigar si una presidenta de comunidad paga o le pagan un apartamento, pero ¿a quién se está comprando el material sanitario y con qué criterio se hace? ¿por qué nos cuestan mucho más caros los materiales que si los adquirimos a empresas españolas?

¿Cuál es la causa o motivo por el que, teniendo empresas, técnicos y universidades como la de Salamanca con capacidad y técnicas precisas para la realización masiva de test, se les impide hacerlo?

¿Si las empresas querían hacerles a sus trabajadores los test y aplicarles medidas de protección, en cumplimiento de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, por qué el gobierno se lo ha impedido?

¿Si el covid19 ha venido para quedarse, por qué no permitimos la actividad económica con todas las medidas socio sanitarias precisas?

¿Por qué si las mascarillas son necesarias y son una barrera de inafectación no son obligatorias y suministradas por el gobierno y las empresas?

Si al principio había problemas de abastecimiento de material sanitario ¿por qué no se ha facilitado la transformación industrial o apoyado la misma para que nuestras empresas puedan abastecer nuestras necesidades en el presente y de cara a un futuro?

¿Cuáles son los planes, proyectos, prevenciones que se han estado estudiando y se van a aplicar para el desencarcelamiento ciudadano y para el desarrollo normal de la actividad en el futuro? Si se tienen esas previsiones y proyectos ¿Cuál es la causa de que cada medida se anuncie, se modifique, se aplique y se vuelva a modificar, todo ello en el plazo de 24 horas y sin explicación?

En el ámbito sanitario, sin contar el encarcelamiento ¿qué medida concreta se ha aplicado y cuáles se han desarrollado en este tiempo? Consideren que soy bastante corto y que necesito que me las indiquen una a una con claridad y escuetamente.

Si tras más de 60 días aún no tengo contestación a ninguna de estas cuestiones, me gustaría que alguno de esos corifeos del gobierno que se atreven a atacar mis opiniones, en lugar de perder el tiempo en intentar zaherirme infructuosamente, me responden a estas cuestiones o me digan ¿por qué tengo que hacer un acto de fe y creer que esta pandilla de desagarramantas que nos dirigen lo hacen bien?

Ya, ya sé, una vez más no tendré respuesta y se me considerará un “perrito sin alma” o, como me llama un amigo, el “pitufo gruñón” al que no hay que hacer caso.