Los toros han vuelto, revivimos
Sol abrasador para emociones en ascuas: hoy, (ayer para ustedes) con Simón Caminero de la mano de Santos, referencia del periodismo taurino que escribe por verónicas de temple con naturalidad de hondura; y el sábado en Ávila.
¡Han vuelto los toros, alegría plena!
Simón Caminero, leyenda en puntas del campo bravo, conversador ameno y ocurrente. Y bravío aún, cuando acaba de sobrepasar los 80. Rudo como los campos de “La Cigoñera”, pero noble como alma de Dios; “a la gente noble se le conoce por su conversación”.
Y sorpresa en la mañana de casi 40º a la sombra en “El Pisón” de Conchi Quijano y Jesús Caminero, donde vimos explicarse y sentirse con la muleta a un joven valor ante una vaca y un eral quién, además, posee elegancia y personalidad. Pedro Andrés se llama; un espigado chiquillo de 16 años, de Vitoria, aprendiz de torero en la Escuela Taurina de Rioseco. Se nota la mano del maestro “Santiago Luguillano”.
Y el sábado nos acercamos a Ávila, donde los místicos pusieron su mano para que la ciudad amurallada fuese el primer escenario taurino y se pudiera celebrar la primera feria en España. Dos corridas dos. Y un concurso de cortes anunció el osado empresario y torero José Montes.
López Simón cortó dos orejas en una importante actuación, aunque por debajo de uno de sus oponentes; Calita, al que vi torear en su tierra mexicana, tocó pelo en su vuelta a los ruedos españoles y Finito firmó lujosos detalles. El ganado de El Vellosino: bien presentado, y dejémoslo así.
Nos dice Gonzalo Bienvenida en Aplausos que en la corrida de ayer domingo primó el sentimiento de Morenito, la profesionalidad de Chacón y el compromiso de Del Pilar, quién sustituía a Manuel Escribano. La terna cortó una oreja por coleta ante un duro y cinqueño encierro de Adolfo Martín.
Salió bien parado José Montes, el diestro madrileño afincado en Toledo y ahora metido a empresario, quién con la subvención del consistorio abulense y los dineritos de la tele, (CLMTV) ha demostrado que se puede dar toros en esta época tan difícil que padecemos.
“Si espero, perderé la audacia de la juventud”, decía Alejandro Magno.