Sin duda, mis afirmaciones de partida en el día de hoy, sorprenderán a muchos de mis lectores: no entiendo la decisión del TSJC de no aplazar las elecciones en Cataluña, y coincido con el impresentable vicepresidente del gobierno cuando afirma que estas elecciones se van a celebrar en una situación de anomalía democrática. Pero seguro que cuando me explique, lo comprenderán.
No discuto la legalidad de la decisión del alto tribunal, sino la oportunidad de la misma, y no planteo la suspensión de la convocatoria, (votar es un derecho fundamental), sino su aplazamiento. Siempre entendí que los jueces además de interpretar las leyes, tienen la capacidad de interpretarlas, de acuerdo con la vigente Constitución y con la jurisprudencia del propio Tribunal Constitucional. A lo que parece, al menos en Cataluña no es así.
Más difícil es entender mi coincidencia en algo con ese ser repugnante que cobra como vicepresidente del gobierno, aunque mis razones sean muy distintas de las que él esgrime, pues las anomalías incuestionables no son las que él denuncia, sino otras muy distintas: no es que en España existan presos políticos, sino todo lo contrario: lo que hay son políticos presos, juzgados y condenados en firme por el Tribunal Supremo, con todas las garantías para estos delincuentes. Y no es verdad que a estas elecciones concurra un exilado político, sino que una de las agrupaciones electorales está liderado por un cobarde prófugo de la justicia.
La anomalía está precisamente en que hagan campaña electoral, porque así lo ha decidido el gobierno provisional catalán, quienes tenían que permanecer en prisión por no reunir las condiciones que exige la reglamentación carcelaria para disfrutar del tercer grado. No es normal que algunos de estos líderes afirmen que los independentistas tienen que estar dispuestos a que sus hijos pasen por prisión ,(por cierto el que lo dice no los tiene), o que lo volverán a hacer, es decir, que volverán a delinquir, mientras en sus negociaciones exigen la amnistía, tan sólo válida cuando se pasa de una dictadura a una democracia, que obviamente no es el caso, y la autodeterminación que la ONU tan sólo acepta para los territorios pendientes de descolonizar.
Pero es que, además, la situación sanitaria, social y económica por la que estamos atravesando no puede ser considerada de normalidad democrática: con tres millones de contagiados, cien mil muertos, los hospitales saturados, los sanitarios agobiados hasta la extenuación liderando el número de sanitarios fallecidos, las vacunas que no acaban de llegar, sin un criterio serio de administración de las mismas, con las CCAA incapaces de coordinarse, ni entre ellas ni con el gobierno, España en estado de alarma, con lo que entre pitos y flautas ,lleva un año con el Parlamento cerrado, con un Presidente escondido en la Moncloa, y un ministro de sanidad que abandona la nave del gobierno para liderar la lista de su partido en Cataluña, intentando rentabilizar desde allí su supuesto prestigio en la gestión de la pandemia, que en opinión de los expertos ha sido la peor del mundo... pues a pesar de todo ello hay quien sostiene que es el momento ideal para la convocatoria.
De momento, más de veinte mil electos para constituir las mesas han presentado sus alegaciones para no asistir, algo perfectamente comprensible: llevan meses sin poder visitar al abuelo que vive en el pueblo de al lado, pero no han tenido ningún problema para desplazarse de mitin en mitin por la geografía catalana. Y ahora, el domingo, deberán presentarse a las 8 de la mañana en el colegio electoral, donde algún supuesto “experto” les ayudará a colocarse los distintos equipos protectores con los que habrán de permanecer hasta la media noche, atendiendo a todos aquellos que se acerquen a entregar la papeleta, cuyo estado de salud desconocen.
Serán muchos los que no acudan, otro tanto harán los sustitutos, y aplicando la ley, se incorporarán a las mesas los primeros en llegar al colegio electoral, lo cual producirá un retraso notable en el inicio de las votaciones, y puede dar lugar a algo muy peligroso, y es que esos madrugadores sean activistas integrantes de las distintas formaciones independentistas, cuya imparcialidad en el recuento de votos y en la redacción de las actas me sugiere serias dudas. Esperemos que al menos al inicio de las votaciones las urnas estén vacías, no como el 1- O. Todo ello explica el que se haya disparado el voto por correo, lo que en tierras catalanas puede ser muy peligroso, y que el al mismo tiempo el porcentaje de abstención se dispare entre los constitucionalistas. Por si cabe alguna duda, el consejero de la cosa ya ha advertido que a lo mejor los resultados no pueden hacerse públicos el 14 de febrero.
Parece evidente que esta anomalía democrática es una realidad, y así viene desarrollándose la campaña electoral: los independentistas consideran aquello como territorio propio y a los demás como invasores. Los candidatos prometiendo lo que no piensan cumplir, y el presimiente Sánchez preso de la hemeroteca: ¿Os imagináis a un gobierno con la mitad de sus miembros del Psoe y la otra mitad con Podemos, defendiendo el derecho a la autodeterminación y afirmando que en España hay presos políticos? Pues eso. La hemeroteca que no perdona.
Y yo me pregunto: ¿A quién interesa realmente que se celebren ahora las elecciones? Todas las encuestas, incluidas las de Tezanos, señalan un triple empate entre las dos fuerzas independentistas y el PSC que, aunque Illa se empeñe en decir lo contrario, terminará pactando un tripartito con ERC y los podemitas, si es que sacan algún escaño... Por cierto, ¿Por qué se negó el candidato socialista a hacerse una prueba Covid que sí admitieron los restantes candidatos? ¿Qué tenía que ocultar? Aunque somos muchos los convencidos de un pacto Psoe-ERC- Podemos poselectoral, algo que los independentistas, han firmado que no harán en ningún caso, sean cuales fueren los resultados electorales.
Y mientras tanto, ese asesino reconvertido en campeón de la democracia que atiende por Arnaldo Otegui, reclamando el apoyo para los republicanos catalanes a pocos metros del Hipercor en el que la ETA asesinó hace 20 años a veintiún catalanes.
Por otro lado, los partidos de centro derecha, no dan una a derechas: se equivoca el PP al trazar un círculo sanitario en torno a Vox, siendo conscientes de que antes o después, aquí o allá, van a necesitar sus votos. Con desmarcarse de ellos sería suficiente. Por cierto, el candidato popular es francamente bueno y ahí están los debates para quien lo dude. Se equivocan los líderes de Vox, primero, reclamando de forma insistente la celebración de las elecciones y después, fijando como objetivo el “sorpasso” sobre el PP, algo que elección tras elección se ha demostrado inalcanzable. Tienen un buen candidato, y el acoso al que están sometidos en sus actos electorales es inaceptable.
Esta es otra de las anomalías democráticas, pero se equivocan si lo intentan traducir en número de votos. Y se equivocan los líderes de Cs, que después de su éxito en las últimas elecciones catalanas, que no supieron rentabilizar y hoy están en plena liquidación por derribo. Los permanentes vaivenes de Inés Arrimadas ya no tienen recuperación posible.
En fin, creo que después de este relato coincidiréis con mis dos afirmaciones de entrada, y que al final el resultado electoral conducirá a una Cataluña nuevamente ingobernable.
Hasta el viernes, en que analizaremos el desarrollo y el resultado electoral.