Ya no sé si hay tiempo
En marzo del 2020 se eligió a Ines Arrimadas (yo voté a su favor) como líder de Ciudadanos tras el fracaso electoral precedente y opiné en su momento lo siguiente:
Que creía que era la líder que Ciudadanos necesitaba para levantar el partido de esa caída... ¡creía!
Que “decía” que era así porque supo ganar en el feudo de los independentistas, algo que el PP no hizo... ¡decía!
Y reconocí su valía, tuvo que perder en un tiempo inmediato “probó lo dulce de la victoria y el amargor de la derrota” y eso da un caché muy potente si se saben diferenciar… ¡se lo reconocí!
También le aconsejé que volviese al discurso del 2015, que saliese de los despachos y que recuperase a las bases... ¡aconsejé, sí!
Ahora no creo, pero sí digo -porque aún tengo libertad y criterio para hacerlo- y ya no le aconsejo, el pozo de los avisos de las advertencias se llenó o no tiene fondo y aquellos que le lancé siguen cayendo en un espacio solitario y sin fin.
Y así es que hoy, Ciudadanos sigue con un discurso, si no equivocado, si incompleto. Un partido liberal que se precie de ello no debe dejar al arbitrio de la izquierda -la ideología más reaccionaria con los derechos del individuo- ni a la derecha más retrograda con el menosprecio a una sociedad libre y capaz de decidir su futuro, y en ambos casos el soporte necesario de una democracia, no se debe dejar a ambos lados su defensa y su futuro, no, un partido de centro debe estar siempre en medio como refugio de los desencantos y el banco de la esperanza de los unos y de los otros.
Ha aprendido pronto Ciudadanos a hacer la mala política de cuartos traseros y despachos oscuros que denunció Albert Rivera llegando al extremo de jugadas y estrategias impropias de la ética y moralidad defendida por Ciudadanos, me refiero a esa jugada extraña por ilegal a la vez que desesperada de recurrir un Decreto de disolución bien ejecutado.
Y continúan ninguneando a las bases en la creencia de que un ejército naranja y zombi les seguirá hasta el final.
Este lunes hay ejecutiva nacional de Ciudadanos veremos si “aún hay tiempo”.
Aplicando la mayor estatutaria, quien hace daño al partido en su imagen o interés es merecedor de la expulsión, igual Inés y algunos más deberían aplicarse los estatutos y mañana, sin más dilación, presentar su dimisión y renuncia a todos los cargos.
Más que nada para que alguien pueda coger el mando del partido y corregir -si aún se puede- el rumbo herrático y fallido seguido hasta ahora; un partido, Ciudadanos, que ayudé a nacer y a asentar en Salamanca, eso que comenzó en agosto del 2014, que comenzamos con mucha ilusión.