Estado multinivel, latrocino multifunción
Qué rara es la vida que nos ha tocado vivir… Ya llegó el verano y no lo vivimos como otros años, no nos sentimos como otras veces, no nos ilusiona desplazarnos o vacar como lo hacíamos antes.
Seguimos con la necesidad de relajarnos y descansar, más por la nueva normalidad en la que vivimos, mucho menos solidaria, menos educada, más canalla, cruel y egoísta que la anterior y que hace que el día a día se convierta en un desierto por el que vagamos picando piedra, que por el agotamiento habitual del trabajo ordinario.
Hemos regresado a la vida con mal talante, con posiciones muy duras y altos grados de miedo, de egoísmo, de actitudes canallas y falaces muy lejos de la caridad, la solidaridad, la humildad y el apoyo común por el que discurre el progreso real y el avance social que no cursa por una ideología o posición política, sino por el modelo, modo y forma de actuar la sociedad.
En este caldo, los socialistas actuales o se han vuelto locos -como los romanos en Asterix- o nos tratan como bobos y estúpidos, pues mantienen una cosa y la contraria sin pudor, sin retraimiento y, lo que es más grave, sin que nadie les deje en evidencia.
Estamos presentando la España “multinivel” y no se les cae la cara de vergüenza, pues la diferencia de nivel supone una diferente soberanía, una diferente posición y un trato diferente a cada español en función del lugar que ocupe en el territorio (la España del 1º, la del 2º o la del ático). En definitiva, los castellanos y andaluces serán tratados de forma diferente, distinta, e incluso peor, que los catalanes, vascos o murcianos, en función del nivel, planta o posición en la que se encuentren, o lo cercanos que son con el poder presente, así como por lo que este los precise para gobernar, pero salta por los aires aquello de “todos los españoles son iguales”, pues será “cada español dependerá del nivel de su comunidad o territorio”.
Junto a esa España multinivel, comienzan una cruzada contra Madrid, del adversario, para conseguir la igualdad fiscal y evitar la diferencia, olvidando que existen unos límites fiscales señalados por el Estado y las comunidades sólo pueden gestionar unos mínimos impositivos. Pero, ¿no hablábamos de “multinivel”? pues que cada territorio gestione, desarrolle o module su nivel sobre los criterios que cada uno de ellos quiera o desee… ¡aaahhhh no! eso es sólo cuando me interesa… joder, qué panda son todos, multinivel sí, pero cuando me interese, unidad absoluta.
Cuando comenzó la milonga de las autonomías se nos vendió que era el modo de acercar la administración al ciudadano, no que fueran modelos de gestión política diferente, pero todos sabíamos que la intención no era la cercanía, sino la generación de nuevos ámbitos de gestión política que se nutren de la división, el latrocinio fiscal territorial y la diferenciación, de la que comen todos ellos.
Esa patraña se ha visto puesta en entredicho con la falta de criterio y gestión sanitaria, de gestión social, de cobertura empresarial y económica y de un modelo unitario de salvamento del ciudadano, apareciendo las luchas entre comunidades, de estas con el Estado, del Estado con estas, y que ha cristalizado en la peor gestión de la pandemia del mundo y el mayor número de muertos por millón del planeta; pero, ni así, se reconoce el fracaso de la filfa autonómica y se conciertan en la “división multinivel”, con “uniformidad fiscal”, con “enfrentamiento social”, con la mierda de política que tenemos que, en lugar de decir la verdad, salvar vidas, prever modelos de actuación, desarrollar planes de actuación y sostén de la sociedad, su economía, sus vidas y su supervivencia, se dedican a dividir, enfrentar, destruir y generar sentimientos encontrados, todo ello para encubrir la falta de actuación, de responsabilidad y de criterio solvente que aplicar.
Los que no estábamos a favor del modelo autonómico que se ha desarrollado y planteamos la recuperación de los modelos sanitarios, seguridad, económicos y educativos para el Estado, gobierne quien gobierne, siempre sometidos a los principios y controles democráticos, dejando la gestión administrativa descentralizada y eficaz, con un modelo austero, serio, poderoso, de administración sin duplicidades, sin turbulencias ni desafinos, en beneficio del ciudadano, cuando contemplamos el presente nos duele, lo defienda la izquierda o la derecha; pero, cuando en lugar de resolver el problema, se pretende y busca ahondar en el mismo, sólo se puede deber a una voluntad maliciosa de hacer daño al ciudadano y esconder la responsabilidad de cientos de miles de muertos en manos de los gobernantes, de unos y otros niveles.