Estamos viviendo un momento en el que la confrontación con el islam se hace patente, así como la inanidad de occidente y la inexistencia de valores defendidos por esta.
La clásica e histórica lucha de culturas religiosas en la que, en occidente, se había obtenido la victoria católica, se vuelve a poner en cuestión y se abre un nuevo proceso.
Es claro que Europa nace y tiene su fundamento básico en la cultura judeo cristiana, que los Derechos Humanos nacen en Salamanca en los recovecos eclesiales, que la igualdad de los hombres y mujeres se sostiene en la idea cristina de la fraternidad humana y la condición universal de hijos de Dios y que los valores democráticos se desarrollan en la libertad que el hombre tiene en su actuar, derivada del libre albedrío religioso cristiano.
En la refriega política, que sustenta la democracia, se ha permitido el desarrollo de ideologías que no sólo niegan la evidencia de la cultura cristiana, sino que, manipulando los valores de esta, haciéndolos propios y tergiversando los mismos, busca la desaparición religiosa devota para desarrollar una posición atea que al efectuar la sustitución se posiciona contra ella en una lucha desigual.
La falta de comprensión de la importancia del basamento que dio la luz a nuestra forma de vida y desarrollo político, la manipulación constante fundada en la falta de memoria cívica y la incultura generada en determinados aspectos de la formación de las sociedades, sirven de caldo de cultivo para el desarrollo de determinadas ideologías, denominadas de izquierda, y que servirán de puerta de entrada de la religión islámica y, con ella, la destrucción final de la Europa que hoy conocemos, de la libertad, de la igualdad y de la democracia que empatiza mal con el muladí.
La defensa de los valores sólo se puede realizar con la oposición al desarrollo de aquellos que los impiden o perjudican y sólo puede ser con la firmeza, la seriedad, la interiorización de estos y la fuerza, de ser preciso, pues de otro modo serán sustituidos. No se trata de realizar esquizoides manifestaciones, abanderar histriónicas formas de expresión o enfrentamientos faltos de contenido o innecesarios, sino de la solidez que otorga la paz y la integración de los valores que se defienden, con templanza, mesura y firmeza, pues los valores se defienden mediante la incorporación de los mismos a la forma de vida y modo ordinario y normal de actuar.
Se desliza la idea de unas nuevas cruzadas o el renacimiento de las milicias cristianas que tanta gloria dieron en su día y que de tanta importancia son en estos momentos; pero, realmente, no estamos en ese periodo, sino en el de contención, de defensa y sostén de las posiciones alcanzadas en la historia, sin la precisión de la belicosidad en ellas desarrolladas, por el momento, al menos. Ahora lo importante es la construcción de diques de contención moral, la fabricación de estructuras morales que impidan el avance del pasado o de culturas que impiden la libertad por considerar el cielo como un estado vinculado a la violencia, el placer carnal, y la salvación un intento de conciliar las nociones de felicidad intelectual y espiritual con las del bienestar físico.
Lo relevante en el momento presente es fortalecer los principios y valores que han conformado el pie, fundamento y base de la democracia, sean estos religiosos o no, sean culturales o, meramente, intelectuales, en la medida que no contradigan los mismos y su planteamiento no suponga un escalón o estribo que pueda servir para la destrucción de nuestra cultura.
La crisis de valores hace imprescindible que, en la política, en el liderazgo social y en los ámbitos dedicados a la educación y a la cultura, se facilite el acceso a los más formados, preparados y valientes que puedan servir de faro y desarrollen la formación, preparación y fortaleza precisas al resto de la sociedad; pues, de otro modo, la yihad islámica servirá de cauce de la nueva reconquista musulmana y la destrucción de los valores europeos que se desarrollaron en el seno cultural judeo cristiano pues, si no hacemos nada, como ellos mismos afirman "occidente tiene los relojes pero oriente tiene el tiempo" y, con ese tiempo, transformarán la realidad hasta ahora conocida en Europa y de la que fue esencia España, veremos a nuestras hijas sometidas a la sharia, a nuestra libertad cercenada y nuestro pasado y presente destruidos.