El río de la pandemia deja atrás el ímpetu de la cima de la montaña y fluye ahora como por un valle, pando gracias a las vacunaciones masivas. Aunque, eso sí, sin perdonar su dramática cosecha diaria de vidas humanas.
El coronavirus ha provocado otros daños colaterales. En Castilla y León, la boda dulce entre PP y Ciudadanos en el gobierno de la Junta ha derivado en tornaboda amarga justo en el ecuador de la legislatura. La sanidad rural ha sido una de las excusas para el cruce de platos entre los cónyuges, aunque las discrepancias se dieron también con las medidas en otros sectores, v.gr., la hostelería.
Los naranjitos quedaron huérfanos tras la espantada súbita de Albert Rivera en noviembre de 2019. Durante dos años han vivido plácidamente a la sombra del PP cidiano, satisfechos y orondos en sus cargos gubernamentales.
Sin embargo, Mañueco está nervioso ante el porvenir, que puede estar tachonado de peligros. La huida inesperada de la 'ciudadana' Montero (por amor, según dicen), a raíz de la moción de censura del PSCYL el pasado 22 de marzo, le perturba el sueño. PP y Ciudadanos no gozan desde entonces de la cómoda mayoría absoluta en las Cortes regionales.Y ante la posibilidad de que, según prevé el Art. 36.3 del Estatuto de Autonomía de Castilla y León, los socialistas puedan presentar una nueva moción de censura a partir del 22 de marzo de 2022, ha optado por movilizar a sus legiones.
En la lontananza se barrunta el fragor de la guerra. El viento de unos comicios autonómicos anticipados ulula por las tierras del Cid, desde la frontera del río Águeda hasta el Moncayo, desde las Hoces del Duratón hasta los Montes Obarenes, desde el Valle del Corneja hasta Camponaraya. “No hay nada personal, Paco —le ha susurrado Mañueco a su vicepresidente con su sonrisa cereal—, es solo negocio”.
Sin mayoría absoluta
Desde que Albert Rivera tomó las de Villadiego, Ciudadanos se ha convertido en un ejército descabezado y en desbandada. El desplome de las jerarquías ha conducido a la formación naranja hacia una patulea de individualidades, con el único interés común de resistir en los sillones.
He aquí el argumento capital de Fernández Mañueco: ¿cómo confiar en que los 11 procuradores que le restan en las Cortes regionales a Inés Arrimadas sigan apoyándolo sin fisuras?
Francisco Igea se ha apresurado a tranquilizarlo: “Presidente, pongo la mano en el fuego por cada uno de ellos”. El vicepresidente se ha reunido, además, con los dirigentes de Por Ávila para tratar de convencerlos de que el único procurador de este partido local les devuelva la mayoría absoluta en la Cámara, esa mayoría exigua que arruinó María Montero cuando, repentinamente, se mudó a tierras leonesas con el corazón por delante.
Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras, Paco, se arguye entre muchos militantes desencantados con los vaivenes de Ciudadanos. Los que escucharon antaño a Francisco Igea predicar la buena nueva de la renovación no lo reconocen ahora, convertido en firme rodrigón del PP de Alfonso Fernández Mañueco. El populacho lo ignora, sí, pero los profesionales de la cosa pública saben bien que la política es pragmatismo con mayúsculas. Igea era un pragmático entonces y lo sigue siendo ahora, aunque en el Facebook se prodigue en parrafadas nostálgicas y sentimentales.
Tan pragmático y entusiasta que ya ha anunciado que tratará de revalidar el cargo en los próximos comicios. Es algo que habrá que ver, porque no todos los suyos lo consideran el candidato adecuado: “Es el más conocido de todos nosotros, sí, pero suscita demasiados rechazos”.
Beneficio del PP
Alfonso Fernández Mañueco lleva dos años tragando sapos: las medidas de Igea y Verónica Casado en materia de consultorios rurales, la cita previa, las restricciones en la hostelería, los toques de queda radicales…, que tanto han erosionado los graneros tradicionales de votos del PP de Castilla y León.
Ahora, sin embargo, ha dado el puñetazo en la mesa. Ciudadanos tiene muchas poltronas que perder si se convocaran elecciones anticipadas, y el destino ha convertido a Igea en el mejor aliado de Mañueco en la Junta para evitar que esto suceda. En un primer movimiento estratégico, el presidente de la Junta ha conseguido lo que quería: que Igea y Ciudadanos humillen y acepten todo aquello que electoralmente sea beneficioso para el PP.
Pero solo si Por Ávila apoya y si los 11 procuradores de Ciudadanos pasan el detector de mentiras del PP, se completará la legislatura. De lo contrario, habrá elecciones autonómicas anticipadas antes de marzo.