A Paco Igea le han pegado en la espalda el monigote de verso suelto. Principió de verso suelto en UPYD y dio el salto luego a Ciudadanos acarreando la misma melodía. Es hombre refinado e instruido, médico de profesión, un intelectual, en suma, y su espíritu independiente no se amolda bien al férreo ordeno y mando de los partidos políticos. De ahí su inclinación natural a desmarcarse del rebaño, su propensión hacia la acústica diferenciada.
A estas alturas de la película, Igea, más que suelto, es verso libre. Porque para que haya verso suelto, o sea, sin rima, la composición debe disponer de versos que rimen entre sí. Sin esta condición, el verso será libre o blanco.
El problema de Ciudadanos ―en Castilla y León y en el resto de España― es que se ha convertido en un poema sin rima y sin medidas. Y no se atisba en el horizonte a nadie capaz de imponer a la formación la disciplina indispensable del cómputo silábico.
Segunda moción de censura
La angustia que aflige al presidente de la Junta de Castilla y León reclama un bálsamo de Arte Poética. Ante el temor de una segunda moción de censura por parte del socialista Tudanca, Fernández Mañueco debe deshojar la margarita de las elecciones autonómicas anticipadas antes del próximo 10 de marzo.
Igea recorre los andurriales de Castilla y León voceando a unos y otros la promesa personal del presidente de que no adelantará las elecciones. A Mañueco, claro, no le hace tilín el adelanto electoral cuando aún restan casi dos años de mandato.
Pero el quid de todo reside en la métrica dichosa, en que Cs Castilla y León retorne a la senda clasicista de los versos de sílabas contadas y la rima. Mañueco otea el territorio naranja, a Inés Arrimadas en Madrid, a Igea en el palacio de la Asunción y a los once procuradores del grupo parlamentario en las Cortes regionales, y no atisba entre ellos a un poeta capaz de acuñar las estrofas y el poema que precisa.
Una composición de certezas absolutas, con la rima consonante de que ninguno de los procuradores regionales de Ciudadanos se desmarcará de la disciplina interna del grupo parlamentario tras la fecha crucial del 10 de marzo.
En primavera
La deserción hacia la izquierda de la ‘ex ciudadana’ Montero dejó olor profundo a hule y mucho miedo en el redondel. Nadie puede darle a Mañueco garantía semejante. En consecuencia, uno malicia que no está dispuesto a correr el riesgo que supondría no disolver antes las Cortes. Se juega demasiado y él solo, como en tantas otras ocasiones en su dilatada carrera política, se cuidará de los idus de marzo.
En el PP reflexionan que el invierno no les conviene para el voto. Si el día amanece frío o lluvioso, se arriesgan a que muchas personas mayores, votantes naturales, se queden resguardadas en sus casas. Pero si las elecciones se convocan en marzo, la votación se llevaría a cabo en primavera. Y ese ya es otro cantar. La primavera, cuate, tiempo de poesía.