Mucho se ha hablado y se ha escrito sobre la entrevista del ministro de Consumo, Alberto Garzón al periódico británico The Guardian poniendo a parir a la carne exportada por España, añadiendo que a su mala calidad se trata además de animales previamente maltratados.
Lejos de refugiarse, como otros, en presuntos errores de traducción u otras pendejadas similares, el susodicho se ha ratificado en sus declaraciones, para incomodidad de sus compañeros de Gobierno. Éstos, para cubrirse las espaldas, en boca de la portavoz gubernamental, Isabel Rodríguez, han argüido que son unas manifestaciones a título personal, como si el cargo de ministro fuera un adorno que sólo sirve para las ruedas de prensa después de las reuniones de Gabinete.
Algo de verdad debe haber, no obstante, aunque el diario inglés no debía saberlo. De haberlo conocido de antemano, quizá el rotativo de las islas habría entrevistado a un tal José María Pérez o a un Antonio García, en vez de a Alberto Garzón, ya que puestos a transcribir opiniones sin ninguna connotación política, no tiene más valor personal la de un titular de Consumo que la de ciudadanos mucho más capacitados que él en ése y en otros asuntos.
Pero digo que lo del título personal y el desdoblamiento de personalidad no es un recurso nuevo en el caso del Gobierno, ya que recordamos las diferencias que se han hecho entre las declaraciones de Pedro Sánchez cuando era jefe de la oposición y luego, cuando ha sido primer ministro. Sin llegar tan lejos, el propio Sánchez opina una cosa sí y la contraria al día siguiente, sin que eso produzca más contradicciones que las semánticas y ningún resultado político efectivo.
Así que no debemos escandalizarnos si ante cualquier metedura de pata al hablar de Presupuestos, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, la hace a título personal, o si en sus prédicas sanitarias la ministra del ramo, Carolina Darias nos suelta opiniones que no comprometen al Gobierno del que forma parte.
Este desdoblamiento entre el individuo y el cargo es un chollo que te permite decir lo que quieras sin ninguna responsabilidad política. No es de extrañar entonces que el inane ministro de Consumo pueda afirmar impunemente lo que hace y añadir luego que se ve en el Gabinete hasta el final de la legislatura. ¡Faltaría más!