Todas las encuestas, salvo las oficiales del CIS, por supuesto, pronostican la victoria del Partido Popular en las elecciones castellano y leonesas. Lo curioso y sintomático del caso es que a cada nuevo sondeo el PP pierde ventaja sobre sus oponentes, a partir de la mayoría absoluta prevista cuando su golpe de mano de anticipar las elecciones autonómicas.
Algo está pasando cuando en esta campaña regional está metido de hoz y coz el líder nacional, Pablo Casado, y cuando el partido quiere asemejar estos comicios a un ensayo general de las elecciones en España que algún día llegarán. ¿Por qué pierde fuelle Pablo Casado?
Probablemente por ese empeño en equiparar a Fernández Mañueco con Isabel Díaz Ayuso y limitar así el éxito electoral en su día de la madrileña, al atribuir su gran victoria al mérito de las siglas políticas y no a su tirón personal. El peligro obvio para el presidente del PP es que con esta estrategia se compara inevitablemente con la presidenta de Madrid y no siempre para bien. Eso es lo que de alguna manera ha venido a decir José María Aznar al cuestionar la falta de liderazgo en el partido, aunque por obvias razones no lo ha dicho de esa manera y lo haya desmentido después.
Junto a esa falta de programa —¿para qué hay que llegar a La Moncloa?, se preguntaba Aznar—, hay que añadir la indefinición del partido en qué hará de necesitar coaliciones para gobernar. Si no consigue la adhesión sin contraprestaciones de Vox, como pretende, ya ha filtrado suavemente que preferiría repetir las elecciones antes que gobernar con la derecha radical.
De ser cierta esta hipótesis —otro error monumental de los populares—, cerraría el círculo del oportunismo político que se inició cuando convocó las elecciones por su conveniencia y no de la de los ciudadanos de la región y lo concluiría invalidando, por hacerlo repetir, el voto de los castellanos y leoneses.
O sea, que puede ganar y seguir gobernando la autonomía el PP, pero de persistir en sus errores perdería muchos pelos en la gatera y no robustecería, precisamente, la imagen de Pablo Casado como aspirante sólido a La Moncloa.