Creo que es la cuarta ocasión, desde la convocatoria de las elecciones en Castilla y León, que dedico mis comentarios a la situación política en nuestra Comunidad, alternando este tema con otros de índole nacional (salario mínimo y servicio doméstico, o la huelga del transporte) e incluso de índole internacional (Putin, hijo de Putin), y mucho me temo que no va a ser la última.
La victoria pírrica del PP condicionó desde el primer momento las posibilidades de Alfonso Fernández Mañueco, al que no le quedaba ninguna posibilidad de constituir gobierno que no pasara por algún tipo de acuerdo con Vox. Yo me mostré desde el principio, y en esto coincidí con Fernández Mañueco, partidario de un pacto de gobierno que no un gobierno de coalición con Vox, partido político, por cierto, al que nunca taché de extrema derecha, aun cuando no coincida con diversos puntos de su programa… aunque por decir verdad, tampoco coincido al 100% con el mío.
Sin embargo, la euforia de Vox, manifestada por su propio presidente nacional la noche electoral al afirmar que al candidato de Vox “se le estaba poniendo cara de vicepresidente”, marca el camino elegido por Vox. Después de las distintas reuniones del candidato con los representantes de los diferentes partidos que habían conseguido representación parlamentaria, la conclusión era la que todos esperábamos: o acuerdo con Vox, o nuevas elecciones.
Desde el primer momento Fernández Mañueco había descartado la repetición de elecciones, lo que hizo a Vox crecerse en sus demandas reclamando concesiones que no figuraban en los pactos suscritos, y alargando los plazos, siendo las competencias del vicepresidente y la dirección general de comunicación las más reclamadas. Al final parece que las competencias del vicepresidente están más o menos definidas, con un contenido fundamentalmente institucional más que competencial, incluida la reestructuración con simplificación de la administración, y Fernández Mañueco se ha resistido a ceder la comunicación a sus socios y ha hecho muy bien, pues desde ahí se venden los acuerdos y éxitos del gobierno, se maquillan los errores y se reparten los millones dedicados a publicidad y propaganda.
De los incorporados por parte de Vox, además del vicepresidente, cuyo nombre es conocido hace tiempo y se trata de un licenciado en derecho integrado en el bufete familiar de la capital burgalesa y carente de experiencia política. Sus competencias se dibujarán del todo en estos días. La consejería de Cultura fue adjudicada en principio a un acreditado catedrático de la universidad leonesa, pero el tema se quedó en el camino al no ser afiliado a Vox y querer manos libres para formar su equipo, algo que luego han desmentido desde el partido.
Posteriormente, y ahora sí de manera oficial, se hicieron públicos los nombres que ocuparán las carteras de Cultura, Ganadería Agricultura e Industria. Gonzalo Santonja aparece como futuro consejero de Cultura: catedrático Emérito de la Complutense y anterior director del Instituto de la Lengua de Castilla y León, y autor de varios libros sobre la tauromaquia, algo que los aficionados recibimos con agrado, y cuya biografía ha sorprendido a muchos por sus antecedentes juveniles vinculados al Partido Comunista (fue juzgado por el Tribunal de Orden Público), y su nunca ocultada simpatía por las organizaciones filoetarras. Nombramiento que ha sorprendido a muchos, especialmente a los integrados en la extrema izquierda que espero que al menos a este consejero no lo vinculen con la extrema derecha. Al menos a mí no me cae mal.
De Mariano Veganzones (Industria) y Gerardo Dueñas (Agricultura), a quienes no conozco, me aseguran que se trata de dos técnicos independientes y con buena preparación. Además, ninguno de los tres consejeros están afiliados a Vox lo que revela la escasez de cantera del partido, pero al menos muestra su interés en buscar gente preparada. Espero que respeten el mismo camino en los escalones inferiores y se apliquen su receta de recorte administrativo.
Y de los actuales consejeros en funciones, es decir, de los del PP no se dice ni media palabra, por lo que a partir de aquí lo que escriba es pura especulación personal, aunque parece más que probable una reestructuración del Gobierno: Carlos Fernández Carriedo parece un valor seguro e incluso no descarto que aumente sus competencias asumiendo la portavocía del gobierno. Isabel Blanco repetirá previsiblemente en familia a la vista de los buenos resultados conseguidos hasta la fecha, como tampoco descarto la permanencia de Rocío Lucas en el Gobierno.
Más difícil es adivinar qué va a ocurrir con Fomento y Medio Ambiente. En mi opinión se dividirá en dos, (en su día se criticó la fusión de estas dos materias). No descartaría una nueva consejería de medio ambiente y desarrollo rural, colocando al frente de ella a Jesús Julio García Carnero, que ha tenido que transigir y ceder Agricultura ante la exigencia no negociable de Vox, a pesar de la buena gestión de Jesús Julio con ocasión de las crisis agrícolas y ganaderas y su buen conocimiento del medio rural.
Pero, ¿quién se va a responsabilizar de Fomento y sobre todo, quien se hará cargo de Sanidad, al parecer la patata caliente de esta legislatura? Ahí sí que no atrevo a dar nombres por no perjudicar a ningún amigo.
Y mientras tanto en Valladolid el alcalde sigue obligando a prevaricar a los policías municipales al ordenarles tolerar la circulación de bicicletas y patinetes por las aceras. Otra semana más.