Ahora que comienzan los preparativos de la campaña electoral municipal, se debería de estar estudiando, por los diversos partidos, el modelo o proyecto de futuro que se desea presentar para Salamanca.
He manifestado, en muchos foros, que Julián Lanzarote fue el último alcalde con un proyecto de ciudad, que te gustaría o no, pero que defendió con uñas y dientes, contra propios y extraños y que gestionó hasta conseguirlo como un auténtico jabato, al que siempre habrá de estársele agradecidos y reconocerle su labor, guste o no.
Desde entonces, no he escuchado a ningún candidato cuál era su proyecto de ciudad, y mucho menos desarrollar las líneas de actuación para conseguirlo y, en menor medida, si cabe, la capacidad de ilusionar a los ciudadanos en su entorno, lo que provoca desafección ciudadana, desviaciones de rumbo o tortuosos caminares sin la línea de una estrella que seguir, lo que finalmente daña y perjudica no ya al charro, sino a sus vástagos que han de abandonar la ciudad por falta de futuro o al menos de líneas de gestión para conseguirlo.
Es muy difícil que Salamanca progrese empresarialmente si es una ciudad desnortada, como es difícil que se desarrolle una cultura en el ámbito privado si no se tienen las líneas básicas de acción, como es muy difícil que la gestión sea la adecuada si no sabemos o tenemos claro cuál es el campo de inversión que deseamos.
Es importante el Español, su desarrollo, la gestión y el desarrollo de programas, contendores y tractores del idioma, pero eso debería de tener un trasfondo mucho más sólido en los principios rectores del nacimiento de español, los modelos de desarrollo y el valor que se le dio para poder recuperar esas sendas e impulsar de nuevo al mismo.
Es vital la reindustrialización de Salamanca en colaboración con las universidades que en la misma residen, viven y gestionan el saber; pero, para ello, es preciso tener una línea consensuada de acción que nos permita recuperar nuestro pasado científico, social, cultural y político.
Salamanca tiene que volver a ser faro de la intelectualidad, del progreso y de los Fundamentos judeo cristianos del futuro, que fueron origen del derecho internacional, de los derechos humanos y del desarrollo europeo como modelo global, siempre con respeto al ser humano, a la dignidad, a la vida y al servicio de los necesitados. Pero, para eso deben de presentar un plan de acción, un programa de actuación que permita conectar el pasado glorioso de nuestra ciudad y de nuestra patria con el glorioso futuro que nos marquemos por conseguir.
Si no tenemos grandes aspiraciones, no luchamos por alcanzar las primeras líneas, siempre seremos catetos que se quedan en la última fila y ahora es el momento no sólo de exigir propuestas, de evaluar programas, de reclamar proyectos de ciudad agresivos y modos de luchar por ellos, sino que es el momento de no dejarnos engañar y votar con exigencia y responsabilidad, de forma que si nuestros hijos se van de Salamanca o dejen de hacerlo, seamos responsables y conscientes de que la culpa es nuestra y no sólo de los dirigentes.
Salamanca debe mirar a su universidad y esta a la ciudad; pero, igualmente, la urbe debe de crecer empresarialmente, ser capaz de generar riqueza, sin perder su idiosincrasia, de ser líder mundial en el estudio de la democracia, de los derechos fundamentales y de la salvaguarda mundial, con estudios dirigidos a ello, pero con trabajos diarios destinados a ser los mejores, con o sin marchamos, pero sí solventes y exigentes, debe de tener cultura, pero no solo local, dirigida públicamente, sino interconectando público y privado en un desarrollo sostenible, tanto en los clásicos como en la vanguardia que no debe disputar quién lo realiza, sino que el proyecto sea diferenciador y novedoso.
En estos días, afirmaba Felipe González, haciéndose eco de la idea de otros muchos antes que él, que el que no sabe de dónde viene, no sabe a dónde va, en una remisión clara a aquellos que en su partido no desean darle el sitio y lugar que le corresponde; pero, siendo mucho más realistas y menos egocéntricos, debemos de admitir y acoger su misiva y aplicarla a la charridad y desarrollo del pasado en el futuro de Salamanca.