Lo acaba de decir rotundamente Arnaldo Otegi: el Gobierno se mantiene gracias a "los que quieren marcharse de España".
Más claro, agua. ¿Y por qué los que quieren irse le dan ese apoyo al Gobierno? Pues porque éste es la mayor garantía para conseguir sus fines, no de un día para otro, por supuesto, pero sí de una manera inexorable. En el caso del País Vasco lo tenemos claro con las últimas concesiones a los nacionalistas: el acercamiento de presos por terrorismo a Euskadi, donde mejora ostensiblemente su régimen penitenciario, las incipientes selecciones deportivas 'nacionales' al margen de España, la expulsión de la Guardia Civil de Navarra a instancias de Bildu…
Cada día, la Comunidad autónoma de Euskadi es, pues, un poco menos España que el día anterior. Otro tanto cabe decir de Cataluña, con el apoyo firme de Esquerra Republicana a Pedro Sánchez, Últimos logros independentistas de este sostén son los indultos a los golpistas, primero, y la supresión del delito de sedición, después, con lo que el "lo volveremos a hacer" de los sediciosos les saldrá baratísimo en esa próxima ocasión de un referéndum que legitime la disgregación de España.
Porque no es cierto que Cataluña está más avenida con España que el 1-O, como no se cansa en repetir el Gobierno. Claro que no hay violencia en las calles, porque no se necesita, tras la casi desaparición del Estado de la vida pública del Principado. El incumplimiento de leyes como la obligación de un mínimo de castellano en las escuelas no es más que el penúltimo ejemplo.
Como todo es contagioso, también la exhibición de símbolos nacionales causa sarpullidos en otras regiones de España, como en el caso de los niños mallorquines expulsados de un colegio por colgar la bandera española. Este hecho, impensable en otro país, como los Estados Unidos, por ejemplo, evidencia que nuestro Estado va menguando día a día ante la complacencia de un Gobierno que necesita de quienes quieren romper a España para mantenerse en el poder.