Si nos pinchan no nos sacan sangre aunque desde las vacunas ya no sabemos lo que circula por nuestras cabezas y nuestros corazones. La iniquidad aumenta cada día. España está cautiva como pocos de la estulticia del falso neoprogresismo que se entretiene con un falso abertchandalismo y granuprocesismo, el franquismo fosilizado, la demagogia sobre la brecha salarial, el falsofeminismo o los fijos discontinuos, el supuesto aumento de las pensiones y los salarios, entre otros falsos e interminables problemas del no igualitarismo, el no derecho a la vida, etc. Somos testigos de cómo campa el desgobierno y las cosas e ideas chulis a todos los niveles y en todo tipo de instituciones públicas y privadas; vemos que la revolución tecnológica avanza a velocidad de vértigo con los pies cada vez más de barro, y la amenaza migratoria interior y exterior se dispara con una falta total de control. El pez grande se come al pequeño y el rápido se come al lento. Hasta ahora el sentido común significaba que se ajustaba a la definición de beneficioso pero con una gobernanza amparada en la nada más absoluta, totalmente vacua, que carece del más mínimo de los sentidos y es tan lenta que parece que todo lo tolera y nada alcanza, no se sabe a dónde vamos y qué será de nosotros. Habría que revisar nuestros límites sobre nuestro grado de tolerancia a los políticos y a la política, y si las leyes son o no son, o tan sólo sirven para reírse de ellas.
Seguimos con el chiste del cambio climático y parece que después del otoño vendrá el invierno. Con el engaño vamos haciendo que descienda el número de ganaderos que llenaban una España interior para llenarla de placas solares y molinillos, que afean y horrorizan nuestros campos y paisajes. Ya no existen atardeceres sino molinillos, no existen paisajes sino placas. Los animales salvajes abandonan sus hábitats por el ruido insoportable que producen, salvo los carroñeros que van a comer las aves que mueren tras los impactos a sus pies. Esta es la realidad. Europa como España se autodestruye a cambio de una falsa sensación ecológica, dependencia externa y lobbies que untan a políticos de todo signo mientras el ciudadano de a pie no importa. Al remate parece que hay estudios que afirman que la tierra ha regulado su propia temperatura a lo largo de los milenios pues un proceso geológico permite al planeta recuperar su estabilidad climática de forma automática, aunque de momento seguimos pagando la bolsa en el supermercado para llenarla de otros productos envasados en plástico por aquello de acallar conciencias. Se necesitan psiquiatras a jornada completa en muchas dependencias u oficinas.
Milton Friedman afirmaba que uno de los errores más grandes es juzgar a la política por sus intenciones y no por sus resultados. Los principales partidos siempre han prometido antes de las elecciones, el problema es que toca creerlos porque no hay nada mejor y al final todos acabamos formando parte del problema. Así las cosas se obliga a los mataderos a instalar videocámaras, sigue el adoctrinamiento en las aulas, se obliga a construir casetas para los gatos, a medir las ventosidades de las vacas, mil y un casos de corrupción sin respuesta, hay que topar la riqueza, con terroristas fijos discontinuos o no, el independentismo es democrático, los españoles se pueden reemplazar, etc., en unos momentos extremadamente delicados económicamente para todos. Acabamos el año con la sensación de una tormenta perfecta y que la mayoría de los partidos están por conseguir la rotura de la unidad territorial y con ello el fin de la jefatura del Estado. Parece que las decisiones hace tiempo ya no las toma ni el congreso y ni el senado, ni los españoles.