No hace falta que ningún algoritmo nos diga que hoy es el día más triste del año. El tiempo lo marca. Un matemático o algo parecido lo decidió así en 2005. El tercer lunes de enero. Mientras parece que medio planeta se ríe de unas marcas de relojes y de coches, del cambio de parienta de un futbolista, muchos no se dan cuenta que van a tener que cambiar el televisor por comida o mucho peor la casa por una tienda de campaña tal como avanza la crisis.
Al menos hay que felicitar al presidente de la Junta de CyL por la defensa de las políticas próvida y su defensa frente al gobierno. La chupipandi sigue empeñada en dar su guerra sin sentido al seguir fomentando las relaciones afectivas y sexuales sanas entre niños y niñas, tampoco para de querernos imponer lo que está mal diciendo que está bien. Toda Europa anda a atrasar la edad de jubilación para poder sostener el sistema y aquí nos quieren jubilar a los dieciocho años sin haber empezado a trabajar cobrando más que un empleado público con doce trienios. Por mucho que nos quieran convencer nuestro poder adquisitivo está ya a años luz del año pasado. Está claro que ya sólo trabajan para ellos y sus votos. España necesitará más de un cuarto de billón de euros para sobrevivir este año si no siguen subiendo los tipos de interés de la deuda. Cuando se tiene una deuda como la nuestra es seguro que estamos en manos de otros, de nuestros acreedores presentes y futuros.
Ninguna revolución en la historia ha significado una mejora de vida para el pueblo, tan sólo ha servido para sustituir una clase dirigente por otra. Al pueblo siempre le ha tocado trabajar para comer por lo que la solución siempre ha estado en el fomento del trabajo y la riqueza. La luz y la energía no va a bajar pues gestionan los precios los políticos, los mismos que decidieron alterar los precios para subirlos. Lo mismo pasa con la cesta de la compra en esta crisis cada día más inventada. Es la crisis no crisis para recaudar más.
El chiste de esta semana es que el FMI sugiere expropiar el diez por ciento de la riqueza de las familias para reducir la deuda pública a niveles de 2007. Es lo mismo que hemos oído esta semana del qué más da si se le rebaja la condena si la víctima ya está muerta. Parece que nos consideran muertos o camino del cementerio, mientras nombran como si se tratara del camarote de los hermanos Marx a una nueva directora del gabinete del director del gabinete. La religión climática sugiere que sigamos fabricando coches de combustión interna para que los usen los siete mil millones de africanos, americanos y asiáticos restantes pero los ochocientos millones de europeos nos conformemos en ir andando o recargando baterías. Así las cosas vamos acabando enero con un frío que pela con mantita y pandemias. Ahí estamos, no damos para más.