Marco Aurelio que veía la verdad en perspectiva ya ha sido desbordado. Como ya no sabemos lo que es verdad de lo que es mentira, tampoco sabemos cómo tomarnos las cosas. Si sabemos que la verdad es como la cola de una lagartija, siempre acaba volviendo a salir. Se empieza a reconocer lo sabido por todos de que la pandemia se originó en un laboratorio farmacéutico chino, sólo falta que reconozcan si la fuga fue intencionada o no. Vamos dando de paso la razón a Trump. Así las cosas aquí hemos ido bajando la pendiente desde la eutanasia, el aborto, la rebaja de los violadores hacia legitimar la pedofilia, el bestialismo o la zoofilia y mil filias más, y ahora nos vienen con el matrix de que la ley animalista obligará a tener asistencia veterinaria las 24 horas a pueblos que no tienen médico, ni seguridad, ni cristo que lo fundó. En provincias como la mayoría de las de Castilla y León y de la España vaciada si vives en la raya de Portugal o da igual que raya autonómica, sabes que si te encuentras mal no va a venir ni el cura a darte la extremaunción. Son más importantes los ratones pues eso si nos ha quedado claro, y que en Valencia habrá que recoger las cacas de los perros en el campo.
Después de las mil y una hazañas de la chupipandi que viven cual corrobla de pipis de instituto, y después de ver jugar a la petanca, montar en bicicleta en dirección contraria, ir a la biblioteca, tomar café, llamar a los telefonillos de un portal cualquiera y hacer la pelota a los ucranianos ha llegado la panda del tito y lo ha jodido todo con el pásame el catálogo, el que no saben leer, pásame unos bolígrafos y hazme montoncitos de mil. Si el gremio de las señoritas distraídas hablara no haría falta ni la moción de censura ni para unos, unes y unas. Añadirle que seguimos sin saber cómo ha sido lo del secuestro de la edil de Maracena. A ver cómo arregla Waylon Smithers Jr. el no puede ser verdad. Empezamos a tener la impresión de que España es como el Titanic con los pasajeros aplaudiendo y los políticos tocando en la orquesta.
Con todo vemos que no hay escasez de comida ni de combustible, que el cambio climático es lo normal dentro del cambio de las estaciones, y de que lo sí hay escasez es cada día más de ganas de trabajar y denunciar lo que está mal. De momento nadie conoce que hayan llegado a nadie los fondos europeos. No hay ni carteles, ni sabemos a quién dirigirnos, ni quién tiene el dinero, ni como pedirlo. Parece que los españoles reales no existen, parece que nadie trabaja, que nadie se levanta por la mañana, que vivimos en no se sabe dónde ni de qué y que el dinero aflora de los jardines públicos. A lo mejor es que tan sólo nos están dejando vivir porque el meteorito está al caer... Da la sensación también que ser emprendedor es cada día más sinónimo de fracaso. Los emprendedores son los tontos útiles que contribuyen a enmascarar el discurso progresista y el supuesto gasto que generan en subvenciones que nadie ve.
Pseudocientíficos europeos que nadie sabe quiénes son han propuesto etiquetar la carne con imágenes aterradoras para reducir la demanda de productos de origen animal y provocar vergüenza a los consumidores. Los habrá enchufado el primo del cuñado también y no esperemos que salga de sus cabezas en encefalograma plano permanente y con el chip me lo llevo y pa la saca vaya a salir ninguna cosa buena para los ciudadanos. Vergüenza es que ya no se puede ni comprar. De momento parece que la cesta de la compra va por el cuarenta por ciento de subida real como consecuencia las tiendas de barrio van cerrando porque no sacan ya ningún beneficio. Vamos a acabar más tiesos que los bacalaos que ya no sabemos siquiera si van a seguir viniendo del mar de Barents o habrá que pedirles el pasaporte no sea que sean rusos y se infiltren en los garbanzos de la Armuña.