Desde que camino por el mundo pocas personas he conocido que cuenten con tanto respeto, admiración y cariño como Cipriano García, el icónico director general de Caja Rural de Zamora que ha convertido a la entidad en el “equipo revelación” del sector financiero español.
El recinto de Ifeza se quedó anoche pequeño para acoger a las más de mil personas que acudieron sin dudarlo al homenaje que su amada caja, y la provincia entera, le brindaron en agradecimiento a los 50 años de dedicación a la entidad, casi la mitad de ellos como director.
Fueron tres horas de testimonios sinceros y reconocimientos dedicados desde el mundo de la empresa, del cooperativismo, compañeros de trabajo y representantes públicos. Pero, en el fondo, las tres horas podían haber sido muchas más. Porque es toda la provincia de Zamora la que tiene mucho que agradecer al ímpetu emprendedor y, como él mismo reconoce, “combativo” con el que Cipriano ha logrado grandes cosas para Zamora.
Anoche tuvimos la oportunidad de conocer un poco más a Cipriano, bajo ese semblante serio y sereno, y la historia que se esconde tras una carrera ejemplar en la que ha sabido torear con momentos de importantes crisis y salir fortalecido de ellas. Cipriano se sobrepuso a una infancia difícil, “la etapa más dura de mi vida”, que seguramente le sirvió para ponerse una capa de la hoy llamada resiliencia, o lo que no te mata te hace más fuerte, en cristiano. Y con solo 15 años cumplió su sueño, al entrar de botones en la Caja Rural de Zamora, una pequeñísima entidad de provincias que hoy se ha convertido en el referente del sector. Con esfuerzo, con decisión y con el apoyo incondicional de su familia, que siempre ha comprendido que su vida es la caja.
Y es que mientras los grandes bancos contraen sus estructuras -que no sus beneficios- y despiden trabajadores, cierran sucursales y ventanillas, la caja resiste en los pueblos, donde más necesaria es, se expande a Valladolid, León y Orense, y abre oficinas en Madrid, donde la emblemática espiga luce con orgullo en el barrio de Chamberí y junto al Santiago Bernabéu. Ahí es nada.
Y todo ello con los mejores resultados de su historia. Así, Cipriano ha demostrado que su modelo de banca cercana es compatible con la rentabilidad económica. Y ha ido más allá. Caja Rural de Zamora es desde hace muchos años el sustento financiero del tejido empresarial de la provincia. Gran precursor de las potentes cooperativas agroganaderas que son la seña de identidad de Zamora, la caja ha estado siempre a la altura de las circunstancias, respondiendo con crédito para los nuevos emprendedores, pero también para las empresas que querían crecer y para aquellas que atravesaron por dificultades económicas. Pero también dando crédito a los particulares: ocho de cada diez hipotecas concedidas en la provincia se firmaron en Caja Rural de Zamora. Y no hay iniciativa solidaria, deportiva, cultural o social donde no participe la entidad. Se ha implicado de lleno aportando grandes sumas de dinero cuando Zamora más lo necesitó, como con los desgraciados incendios de la Culebra.
No soy mitómana y nadie podrá decir que me presto al halago gratuito e interesado, y sin embargo reconozco abiertamente que soy fan de Cipriano García. Por su decisiva aportación al progreso de una provincia que juega en clara desventaja y por la que, sin embargo, nunca ha tirado la toalla. Coincido con Jesús Julio Carnero en afirmar que, si en cada provincia hubiera tres ciprianos, Castilla y León sería Baviera. Sirva su ejemplo para inspirar a que otros muchos sigan su camino. Lo vamos a necesitar.