Ciertamente escribo estas líneas desde mis deseos, sin tener datos reservados que me permitan despedir a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno de España, aunque en las múltiples encuestas publicadas en las últimas semanas, excepto las del señor Tezanos, confirman la victoria clarísima del Partido Popular, pero se limitan a ser encuestas y el recuento importante es el que se haga el próximo domingo a partir de las ocho de la tarde.
Como comenté hace ocho días, respecto del cara a cara entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, sin duda alguna la victoria del aspirante fue contundente siendo reconocido así especialmente por todos los medios, incluidos aquellos subvencionados por el Gobierno.
En aquel debate el Presimiente estuvo especialmente agresivo, nervioso y prepotente, intentando decidir él quién hablaba y quién no hablaba en cada momento, desoyendo las llamadas al orden del moderador e incluso las peticiones del aspirante de que le dejara hablar, acostumbrado a hacerlo así con los periodistas que le entrevistaban en esa ronda mediática preelectoral, medios a los que negó el pan y la sal durante sus cinco años como presidente.
La victoria de Núñez Feijóo está fuera toda duda, lo cual era percibido por el propio Súper Sanchez, lo que le tornaba aún más agresivo. Por cierto, ayer se ha demostrado por Bruselas que el mapa que mostró Núñez Feijóo sobre las autovías de pago era auténtico, lo que fue corroborado por el director general de Tráfico, obligado a rectificar desde Moncloa, por mucho que Su Sanchidad y sus ministros se empeñarán a lo largo del día de ayer en negar la realidad lo que motivó un desmentido oficial de la portavoz de la Comisión Europea.
Pero sin duda el 'minuto de oro' del debate no fue el minuto final, sino el momento en el que el aspirante mostró un documento que firmó ante las cámaras en el que se comprometía a dejar gobernar al Partido Socialista si ganaba las elecciones invitando a Pedro Sánchez a que hiciera lo propio si quien ganaba era el Partido Popular.
Este cara a cara sirvió de lección a Pedro I el Mentiroso y su actitud en el debate a tres en la televisión pública del pasado martes no tuvo nada que ver con el de la semana anterior. Esta vez, al menos en las formas, fue más comedido, aunque sus referencias despectivas a la ausencia de Núñez Feijóo en este debate fueron permanentes. Por cierto, en mi opinión la ausencia del gallego en este debate fue un acierto y somos muchos los que pensamos que fue el auténtico vencedor del mismo.
Santiago Abascal también tuvo una intervención mucho más moderada de las que acostumbra y creo que fue un acierto; por supuesto se limitó a hablar de su programa y a tratar de responder a las descalificaciones de extrema derecha que le dirigían sus competidores, llegándose a enfrentar con la vicepresidenta, acusándola de atacar permanentemente a Núñez Feijóo que no estaba presente y por tanto no se podía defender.
Fue un acierto preguntar a sus competidores "qué era para ellos una mujer", algo a lo que se negaron a contestar, y es que la biología no deja lugar a dudas. Creo que por la vía de la moderación acertó.
Yolanda Díaz llevaba la lección muy aprendida y además de descalificar permanentemente a la derecha extrema y a la extrema derecha, olvidándose que ella es la máxima representante de la extrema izquierda, aprovechó cada uno de los bloques para hacer algunas propuestas concretas con los que intentar quedarse con alguno de los votos del sanchismo.
En todo caso la complicidad entre los dos aspirantes, "Pedro y Yolanda" se llamaban con familiaridad, fue permanente, y Sánchez dejó claro que aspira a gobernar reeditando un nuevo gobierno sanchezstein.
En definitiva, si hubo un vencedor en el debate no fue Súper Sanchez, a pesar de que miente con tanta naturalidad como si se creyera sus propias mentiras. Abascal y Yolanda hablaron para los suyos.
Pero todo lo anterior no quiere decir que Sánchez vaya a perder las elecciones por su sonoro fracaso en los debates, sino por su desastrosa gestión de la cosa pública, por sus permanentes mentiras, por su derroche del dinero público, por la invasión partidista de las Instituciones, por su desprecio al Parlamento, por su abuso del Falcon, por la manipulación de la Justicia, por sus permanentes concesiones a separatistas y filo terroristas, por la compra de votos a través de las múltiples subvenciones, por, por… en definitiva por todas esas medidas que ha ido tomando a lo largo de estos años y que han hecho que no sea capaz de salir a la calle, y es que lo de pandemia y la guerra de Putin ya no cuela. Y es que ni las fotos en yate de Feijóo hace 30 años ni las excentricidades de Zapatero en sus agresivos mítines sirven para nada.
Y es que detrás de todas las iniciativas del Presimiente nos encontramos con una personalidad harto complicada, como han descrito los especialistas que han estudiado la personalidad del personaje y que concluyen que estamos ante un psicópata narcisista, y no se trata de un insulto sino de diagnóstico clínico, aclarando que no estamos ante un enfermo mental sino ante una personalidad fuera de lo común, con grandioso sentido de la propia importancia, preocupación de éxito ilimitado, creerse un ser especial, exigencia de excesiva admiración, pretensión de que se cumplan las propias aspiraciones, aprovecharse de los demás para alcanzar sus propias metas, carecer de empatía, envidiar a los demás o pensar que los demás los envidian a ellos, presentar comportamientos y conductas arrogantes y una imperiosa necesidad de ser admirado.
En definitiva, estamos en manos de un peligroso psicópata y la necesidad de retirarlo de la vida pública es acuciante. Esperemos que el próximo domingo nuestros deseos se hagan realidad.
Hasta el viernes que viene.