El próximo año hará diez que está en el trono. Es por tanto un Rey joven y también por su edad, 55 años. Sin embargo, una persona que lo ve con frecuencia por sus responsabilidades me decía hace unos días, que Felipe VI, ha envejecido prematuramente. Y no es de extrañar dadas las preocupaciones y responsabilidades que día a día le abruman y atosigan.
Estos días, por ejemplo, tiene ante sí una difícil papeleta como es proponer un candidato a la presidencia del Gobierno, una vez oídos los portavoces de los grupos políticos y todo ello de acuerdo con el artículo 99.1 de la Constitución.
Hasta aquí la cosa parece fácil, pero el problema estriba en que hay dos candidatos que aspiran a ese puesto: Nuñez Feijó y Pedro Sánchez. Uno por haber ganado las elecciones generales del pasado 23 de Julio y el segundo por considerar que tiene apoyos suficientes para ser elegido.
El dilema está en que, a las consultas previas con los grupos políticos, EH Bildu, ERC y Junts, no acudirán a las citadas consultas del Rey, que por lo tanto no sabrá, oficialmente, cuál es su postura al respecto, ya que dichos grupos que concurrieron a las elecciones y cuentan con votos decisivos para la elección no reconocen la figura del monarca, jefe del Estado del que ellos abominan.
No es de extrañar que el Rey, nuestro Rey, tenga envejecimiento acelerado y hasta dolores de cabeza, provocados por los republicanos-separatistas que también a muchos de nosotros nos traen de cabeza.
Las cábalas, las hipótesis, los dilemas y los acertijos, están a la orden día, ya falta poco para conocer la solución de tan intrincada situación, lo que sí está claro es que nuestro joven Rey envejece a pasos agigantados y no es de extrañar. Sin embargo, esperemos con esperanza que, como en el Hotel Malibú de Nueva Delhi , “al final todo acabe bien y si no acaba bien es que no es el final”.