Acabamos de asistir al debate de investidura en el Congreso de los Diputados de Alberto Núñez Feijóo, vencedor de las últimas elecciones generales, y que en su encuentro con el Jefe del Estado demostró ser el aspirante, que además de vencer en las elecciones, acreditaba el mayor número de avales, 172 algo que había podido comprobar el Rey en sus consultas con los líderes parlamentarios, en las que Vox, UPN y Coalición Canaria manifestaron su apoyo al candidato popular, mientras que el candidato alternativo no pudo acreditar los avales que decía tener, algo que no pudo demostrar por cuanto a fecha de hoy se están negociando determinados apoyos, precisamente de aquellos líderes que se negaron a acudir a las consultas con el Jefe del Estado.
Ya, desde el momento en el que la presidente del Congreso hizo pública la decisión del Rey de proponer como candidato a quien había ganado las elecciones y había presentado el mayor número de avales, algo que se hizo siempre desde la aprobación de la Constitución del 78 por mucho que los integrantes del Gobierno en funciones y los que le apoyan desde otras formaciones políticas y por supuesto los voceros y medios de comunicación subvencionados generosamente por el propio Gobierno se empeñen en afirmar lo contrario, recordando al Presimiente en funciones que era la primera vez que un presidente en funciones no ganaba las elecciones.
¿Y por qué esa obsesión del presimiente Sánchez en que Feijóo no concurriera como candidato, algo que reclamó para sí, con bastantes menos escaños que Feijóo respaldado su candidatura el derecho a ser nominado candidato por el Rey?
Pues sencillamente para que Núñez Feijóo no tuviera la oportunidad de exponer su programa para conocimiento de los diputados y del resto de los españoles, demostrando además su profunda preparación en la gestión de la cosa pública tanto en Galicia (cuatro mayorías absolutas no son fruto de la casualidad), como en la Administración central presidiendo con acierto el Insalud y Correos, las dos empresas públicas más importantes de España, y evitar alargar este periodo hasta constituir un nuevo gobierno porque los supuestos apoyos a su candidatura se encarecerían día a día, como efectivamente estamos comprobando con un último precio en el día de ayer, que se incrementa día a día.
Pues sentados estos precedentes llegamos a la mañana del martes 26, a la primera sesión del proceso de investidura del candidato. El reglamento de la Cámara establece que abierta la sesión interviene el aspirante por tiempo ilimitado, (Feijóo intervino más de hora y media), y los representantes de los grupos disponen de 30 minutos en la réplica y 10 en la dúplica. Por supuesto, los miembros del Gobierno aún estando en funciones, pueden intervenir en cualquier momento del debate.
Quiero aclarar que tuve la paciencia de seguir íntegramente las intervenciones de Feijóo, y de los portavoces del PSOE, Vox, Sumar y el PP, y parcialmente los de los restantes intervinientes lo que me permite entrar en materia, y ya anticipo que el tema da para más de una semana.
Y por fin, la presidenta Armengol, que esta vez sí respetó el Reglamento, llamó a subir a la tribuna al diputado don Alberto Núñez Feijóo, cosa que este hizo con notable diligencia, y tras los oportunos saludos de rigor, entró inmediatamente en materia, recordando 'ab initio' que estaba allí por haber ganado las elecciones y acreditado ante el Jefe del Estado tener más avales ciertos que el otro aspirante.
Arrancó su discurso afirmando que ni la amnistía. ni el referéndum de autodeterminación u otra fórmula análoga tenían cabida en sus principios, que ese era su compromiso con los más de ocho millones de votantes del PP y con los votantes de Vox, UPN y Coalición Canaria, además de con los miles de españoles que salieron a la calle en Madrid el pasado domingo a expresar su rechazo a una amnistía, algo que ninguno de los grandes partidos llevaban en sus programas electorales, como tampoco llevaban en sus programas un referéndum de autodeterminación.
Seguidamente hizo un elogio de la Transición y de la vigente Constitución que él había jurado y "no por imperativo legal", y que había llevado a España a un largo periodo de paz y prosperidad afirmando que "El fin no justifica los medios ni siquiera para llegar a la Moncloa", y recordó que desde que accedió a la presidencia del PP, el partido había ganado todas las elecciones generales, autonómicas y locales que se han celebrado en España,
Seguidamente hizo referencia al deterioro de las Instituciones, a la situación social y económica de la nación y a la necesidad de un esfuerzo común para superar estas crisis, elogiando y reclamando el éxito de la Transición y evitar el frentismo entre españoles. para pasar a continuación a rechazar las condiciones que Puigdemont exigía para apoyar la investidura, algo, aseguró, habrían hecho los secretarios generales hasta llegar Zapatero. Conceder la amnistía supondría deslegitimar la decisión de las Cortes de aplicar el artículo 155 a Cataluña por el golpe de estado y la propia decisión del Rey en aquella ocasión.
A continuación, afirmó que el 5% de los independentistas españoles no pueden decidir el futuro de España y recordó que Bildu llevaba 40 personas condenadas por terrorismo en sus listas y el apoyo del PP al PSOE y al PNV para evitar la elección del candidato filoetarra, ofreciendo a continuación un pacto de estado en seis áreas de gobierno.
Reiteró su voluntad de diálogo con todos los partidos excepto con Bildu, mientras sus líderes se nieguen a pedir perdón por sus asesinatos y a colaborar con la Justicia para esclarecer los más de 300 crímenes que todavía están sin aclarar y se mostró orgulloso de poder estar en el Congreso pidiendo el voto de los diputados para presidir el Gobierno de España.
Terminó su intervención y retornó a su escaño con los diputados populares puestos en pie que premiaron con una larga ovación la magistral intervención del candidato, y a continuación la presidente dio la palabra al representante del PSOE… pero de esto hablaremos la semana que viene.