Hace una semana terminaba mi crónica sobre la sesión de investidura de Núñez Feijóo en el momento en que éste abandonaba la tribuna del Congreso después de esbozar de forma magistral el esquema de su programa de gobierno y ofrecer seis pactos de estado al presidente del gobierno en funciones, y la presidente Armengol sorprendió a propios y extraños llamando a la Tribuna para dar la réplica al candidato a un diputado raso, Óscar Puente, y no al Presimiente Sánchez ni siquiera al portavoz socialista Pachi López.
Bastaba ver las caras de sorpresa que tal llamamiento produjo en todos los sectores del hemiciclo, pues eran muy pocos los que conocían la cobarde estrategia de Su Sanchidad. Personalmente ahora entiendo la presencia en la tribuna de invitados de Pedro Herrero, concejal y perro de presa del exalcalde vallisoletano en los Plenos Municipales de la capital del Pisuerga, y que a buen seguro participó en la redacción de la respuesta de su jefe.
El nuevamente portavoz del Psoe, que por cierto fue el primer portavoz federal del partido socialista, cargo en el que fue cesado después de dos ruedas de prensa que no fueron del agrado de quienes le nombraron, y acababa de perder la alcaldía vallisoletana. Por cierto me cabe la satisfacción de haberme enfrentado tres veces a él en las municipales de VALLADOLID y haberle ganado las tres, y por cierto, aunque se dirigió a Núñez Feijóo “de ganador a ganador” la primera vez que accedió a la alcaldía lo hizo después de perder las elecciones y gracias a su coalición con Valladolid toma la palabra, fusión de IU con Podemos y otros grupos izquierdistas.
La intervención del portavoz ocasional del Psoe fue la expresión más fiel de la personalidad del orador: como le han definido los medios no subvencionados, como un macarra, prepotente, soberbia, chulo de barrio, con una intervención cuajada de mentiras y descalificaciones personales contra el candidato popular. Y desde luego, atreverse a hablar de mentiras quien actúa de escudero de Pedro I el Mentiroso, es el colmo, claro que a quienes le conocemos bien no nos sorprende lo más mínimo, dado que Puente es clavadito a su jefe. Al igual que él, no miente, cambia de opinión como hizo después de declarar ante notario que el soterramiento del ferrocarril en Valladolid sería una realidad si él era elegido alcalde, y lo fue gracias a los votos de IU y Podemos que le hicieron alcalde con el compromiso de renunciar al soterramiento y a prestar cualquier apoyo a la fiesta de lis toros. En resumen, una intervención de muy baja calidad, pero muy adecuada al nivel de quien la realizaba.
Estoy por asegurar que el candidato no esperaba la intervención de Puente, sino la del Presimiente Sánchez, pero fuimos muchos los que le hicimos llegar con urgencia datos sobre el personaje y sus fechorías políticas, a pesar de lo cual Núñez Feijóo se negó a participar en el Club de la comedia y le recordó a SuperSanchez que en la campaña le retó a mantener seis debates, y después del tremendo revolcón que sufrió en el primero no se atrevía a mantener el segundo. Le aseguró que los vallisoletanos no merecían este alcalde, le recordó que accedió por primera vez a la alcaldía después de perder las elecciones, como hizo y pretende volver a hacer Pedro Sánchez, o como lo hizo Pachi López, asegurando que él no lo haría nunca, y cierto en las últimas municipales sacó los mismos concejales del PP y tan sólo 700 votos más.
En el segundo debate, más de lo mismo: Núñez Feijóo reiterando su oferta de pactos de estado y su negación a aceptar los votos de Puigdemont para acceder a la Moncloa, “como lo harían los presidentes Suárez, González, Aznar, Rajoy… y hasta Zapatero..” hasta que llegó Sánchez. Óscar Puente le recriminó que con su exigencia de presentarse a la investidura había comprometido a la propia Corona.
Desde luego lo que hay que reconocerle a Súper Sánchez es su habilidad al diseñar la estrategia para abordar este debate: no comparece él, con lo cual evita una nueva derrota en ese debate cara a cara, como le ocurrió antes de las elecciones. En segundo lugar, el factor sorpresa encargando la réplica a un diputado raso recién llegado a la Cámara devaluando así el debate, y que era conocido por su talante y agresividad, lo que motivó hace años su cese como portavoz del partido, y que por cierto puso de nuevo en evidencia en la mañana del segundo debate cuando al ir a coger el AVE en Valladolid un ciudadano le interpeló sobre la amnistía al prófugo Puigdemont, y negándose a contestar, reclamó a la interventora el tren para que obligara a bajar del tren al ciudadano que le interpelaba a lo que ella se negó, con lo que el diputado Puente esgrimiendo su condición exigió que se llamara a la Policía Nacional. Todo ello en ese tono chulesco que utiliza a menudo nuestro personaje. Por cierto, con posterioridad se ha hecho público un nuevo vídeo en el que el mismo ciudadano le interpela sobre determinadas decisiones que en el ámbito de lo personal no son de recibo y están absolutamente fuera de lugar.
Pero volvamos al hemiciclo. Una vez terminada la estruendosa ovación con la que los diputados populares puestos en pie despidieron a su líder, la presidente del Congreso invitó al líder de Vox a subir a la tribuna. Comenzó Abascal confirmando a Núñez Feijóo que contaba con sus votos para ser investido sin exigir contrapartida alguna, “algo que no hicieron ustedes cuando presentamos nosotros las dos mociones de censura”. Y seguidamente pasó al ataque contra el presidente en funciones a quien calificó del presidente más corrupto de la democracia, porque un político amnistiando a otro es el mayor grado de corrupción que puede cometer un político. Le insistió en que es capaz de cualquier cosa con tal de mantenerse en la Moncloa, para después dirigirse a Núñez Feijóo reiterándole su apoyo, y subrayando los acuerdos entre ambos partidos allí donde gobiernan juntos, y agradeciendo a Núñez Feijóo que denunciará el cordón sanitario con el que querían aislar a Vox.
En definitiva, una intervención más moderada de las que acostumbra el líder de Vox, denunciando la actitud del PP con respecto a ellos durante la campaña electoral, algo que yo suscribiría si esa crítica la hubiera hecho extensiva a sus propias filas. Esperemos que unos y otros para no repetir errores en unas nuevas elecciones que veremos más pronto que tarde.
Seguidamente la señora Armengol dio la palabra a la portavoz de Sumar, que no fue la vicepresidenta en funciones que al ver que el presidente no subía a la tribuna ella hizo lo propio. Fue sustituida por Marta Lois, a la que se notaba que no tenía preparado el debate, salvo que ese sea su nivel como política y parlamentaria, censurando que Núñez Feijóo insistiera en que había ganado las elecciones, lo cual parece que es verdad, y le acusaba de haber iniciado un viaje a ninguna parte. Presumió de que los 12 millones de votos de la coalición progresista son más que los 11 millones que respaldan al candidato popular, pero en esos 12 millones incluyen los votos del PNV y los de Junts entendiendo que estos son partidos progresistas ¿Pensarán eso sus votantes?
Acto seguido hizo una encendida defensa de la amnistía como una solución normal a los golpistas catalanes, y después acusó a Feijóo de utilizar datos falsos a lo que éste contestó, papeles en mano, que los datos procedían de los distintos ministerios. Defendió la situación del empleo, ocultando la escasa fiabilidad de los datos oficiales y especialmente el siempre oculto número de los fijos discontinuos. Y hay que tener una cara dura tremenda para afirmar que Núñez Feijóo es el partidario del no por el no, cuando todo el país sabe aquello del “no es no”, con el que Sánchez contestaba a Rajoy ante cualquier ofrecimiento de este.
En fin, como esto se va haciendo largo, lo dejamos por hoy, recordando que Moncloa que acusaba al PP de retrasar la investidura ha ordenado a Armengol alargar al máximo la comparecencia de Su Sanchidad para intentar negociar con Puigdemont.
Hasta la semana que viene.