En España, la Constitución de 1978 establece que no se puede hacer un referéndum de independencia en una región española, sólo se podría en caso de que lo votarán todos los españoles, y ni siquiera se establece para ese caso, porque choca contra un principio básico, la unidad de la nación española, por lo tanto, requeriría cambiar la Carta Magna. Aun así, el separatismo catalán y vasco insisten en que deben abordar únicamente los catalanes y vascos una decisión de tal magnitud, superponiendo su supremacismo frente a castellanoleoneses, madrileños o andaluces.
Pero antes de ello viene la amnistía a los golpistas y terroristas que ya tiene acordada el separatismo con el Gobierno socialcomunista en funciones de Pedro Sánchez, vendría el referéndum de secesión. Es verdad, que las exigencias del secesionismo son más grandes que nunca, por ello suponen la mayor desigualdad entre españoles desde la Segunda República Española.
La situación es tremendamente preocupante, porque Cataluña y Vascongadas no pueden decidir por las 17 regiones españolas que conforman España y es lo que se está negociando por entre el felón Sánchez y aquellos que abogan claramente por la ruptura total del país que conocemos.
Si definitivamente se consuma esta gran traición y no vamos a unas Elecciones Generales pasado fin de año, abriremos un episodio mucho más negro al que hemos estado viviendo, y donde la inestabilidad y el conflicto serán más que palpables, entre otras razones, porque el ejecutivo de Sánchez tendrá una oposición impresionante.