Dicen que la calle es de todos y tomarla para posicionarse, apoyar o protestar es un sano ejercicio de democracia. Tema distinto son los famosos escraches que pusieron de moda los podemitas socios del Gobierno, que no dejan de ser vergonzosos acosos a la libertad de las víctimas en plena democracia, sean quienes sean. Los violentos, los radicales, los intolerantes, sobran, me sobran en todos los sitios.
Resulta difícil hablar de la calle el mismo día en que Alejo Vidal Quadras acaba de recibir un tiro en la cara en plena calle. Esta calle que deja de ser punto de encuentro, ágora de todos. Da pavor.
Resulta difícil hablar, escribir, este mismo día en que el PSOE de Pedro Sánchez -que no es aquel PSOE esperanzador, abierto, moderado de Felipe González- da carta blanca de amnistía a los delincuentes nacionalistas que destrozaron Cataluña, dividieron a su sociedad, mataron la convivencia, la tolerancia. Este día en que España, la igualdad y la solidaridad entre los pueblos están en venta por una silla. Que esto no va de izquierdas ni derechas, que es otra cosa. Mi país, mi querida España.
Este día tan triste que me deja sin palabras, sin armas, sin argumentos, porque un tiro en plena calle ha cambiado el rumbo de esta columna y probablemente de nuestra historia. Catalán, constitucionalista, eurodiputado, presidente del del PP primero y fundador de VOX en Cataluña, Alejo Vidal Quadras es una figura histórica de la derecha en España y esta tarde tenía una intervención contra el pacto de la infamia, esta Ley de Amnesia que todo lo perdona. Un tiro en la calle, que ha dejado de ser de todos para convertirse en un escenario de terror, en una amenaza a la libertad y el pensamiento político de cada uno, le ha privado de la palabra, casi la vida.
En este tiempo en que agitadores demagogos, infiltrados y exaltados resucitan expresiones que debieran llevar muchos años enterradas como "hordas de rojos" o "burbujas de fascistas", quizá hoy lo que se impone es la condena unánime, sin fisuras, a este terrorismo de nuevo cuño, este silencio, este frío helador que me recorre la sangre; esta triste España hoy fracturada, tocada en su médula. Recuperar una calle de todos, para todos, es nuestra obligación y nuestro derecho.
Porque el miedo, la sangre, nunca puede amordazar la libertad. Porque España, esta España herida, luchó mucho por su palabra, la única bala que conozco.