No son azules los días, ni son lunes, ni son tristes, ni es azul la pena, ni el gato triste de la canción. Ni siquiera es azul esa luna azul que cantaba Billie Holliday acunando a las estrellas. Somos nosotros quienes pintamos, quienes les damos nombre, color y signo a los días, lunes al sol, azules lunes de rebajas, enero, pena, azul sombra.
No sé quién inventó el Blue Monday ni para qué; qué parámetros lo determinan, ni entiendo por qué hay que dedicar en el calendario un solo día a la tristeza, si la tristeza no tiene fecha, si aparece sin más, si viene sin ser invitada, si pasa sin llamar todas las puertas, todas las almas. Y me niego a entregarle a esa tristeza azul lo único cierto que poseo: mi tiempo, mis lunes, mis días sin nombre. Mi fuerza. Mis sueños. El nombre que no digo. El día que nunca llega. Esta tierra azul que amo, que piso, este río chocolate que desemboca y muere en el océano azul.
Todos tenemos un lunes azul en el corazón, una fecha grabada a sal y agua en la piel, sea un 15, un 24, un 3, un 28; enero o diciembre, junio u octubre; lunes o miércoles, diario o festivo, laborable o de guardar. Todos tenemos un recuerdo gris, una noche en blanco, una luna negra, unas lágrimas secas, un vino amargo; pero existe también un cielo azul, una sonrisa azul que pinte de azul y bonito, azul cielo, la vida.
En estos días azules de cielos negros y borrascas, subid las persianas, abrid las ventanas, respirad, posad el pie, tomad impulso. Que entren azules, indefinidos, húmedos, el delirio, los imposibles, la locura, el deseo, la paz y la guerra, el cataclismo y la calma.
Días azules vendrán de celebrar la alegría, que también es azul. De devorar azul y febril la primavera como si no hubiese un mañana. De sostener en mis ojos azules, verdes y amarillos un mundo azul de agua, aire azul, verde, azul esperanza; días de mirar de frente a la muerte para que me sorprenda azul con una sonrisa en los labios, los besos azules que no doy en el bolsillo, las palabras azules que no escribo entre los dientes.
Días azules sin pena, divagaciones, sueños de un lunes azul cualquiera que algún día se despeñarán por el precipicio de tu boca, las azules sábanas del silencio, tanta distancia, azul lejanía, cielo.