Una vez más la actualidad manda, y mi columna dedicada a Paquita Armengol y su gestión con las mascarillas vuelve a dormir en el archivo, donde por cierto engordará dada la cantidad de novedades que aparecen cada día, y hoy volvemos a un tema local, pero de la máxima actualidad en la capital del Pisuerga, cual es el soterramiento del ferrocarril a su paso por nuestra ciudad.
Y es que el pasado lunes el Ayuntamiento de Valladolid celebró un Pleno Extraordinario para debatir sobre el soterramiento ferroviario en nuestra ciudad, pleno convocado a petición del grupo socialista que sigue empeñado en una integración ferroviaria en superficie, llenando la ciudad de túneles y agujeros cual si de un queso Gruyere se tratara, con lo que además de perpetuar la barrera de las vías, se añade el peligro cierto de los túneles, algo contradictorio con el “urbanismo de género” que predican desde la izquierda.
Sin pretender ser exhaustivo en el relato, intentaré sintetizar la historia del proyecto de soterramiento que para aviso de navegantes no fue un invento del alcalde León de la Riva, sino que fue objeto de estudio en la época del alcalde Rodríguez Bolaños, y lo que yo hice fue sacar un concurso de ideas para un soterramiento un kilómetro y medio más largo que el proyecto de Rodríguez Bolaños.
El concurso fue ganado por Ricardo Bofill, y cuando sacamos el concurso para redactar el proyecto fue resuelto a favor del estudio de arquitectura de Richard Rogers. Por cierto, yo no formé parte del jurado que tomó estas decisiones.
Era la época de la burbuja urbanística y en un principio se pensaba financiar con la puesta en el mercado con el suelo liberado en la operación al soterrar las vías. La operación fue aceptada por el Ministerio de Fomento y la Junta de Castilla y León, y a tal fin se constituyó la Sociedad Valladolid Alta Velocidad con una participación accionarial del 50% del Ministerio y un 25% la Junta y el Ayuntamiento.
La integración ferroviaria, (aquello sí era una integración), suponía hacer desaparecer la barrera ferroviaria que dividía en dos la ciudad, construir una nueva estación soterrada bajo la actual del Campo Grande y junto a ella una nueva estación de autobuses, un desvío para los trenes de mercancías con una estación incluida, el traslado de los talleres de Renfe y el soterramiento del tren a su paso por el Pinar de Antequera.
Las obras comenzaron, pero la crisis inmobiliaria interrumpió la operación urbanística, y el Ministerio, a través del voto de calidad del secretario de Estado de Fomento, paralizó el proyecto.
Por entonces, las obras del desvío estaban muy avanzadas y se había resuelto el enlace con las factorías Renault, el enlace con los nuevos talleres de Renfe, y el soterramiento en el Pinar de Antequera se había resuelto con dos túneles.
El gerente de la sociedad, que siempre fue propuesto por el presidente de la SVAV, gestionaba la financiación y sus propuestas siempre fueron aprobadas por unanimidad del consejo de administración. Resuelto el enlace con Renault se inició la construcción de los nuevos talleres de Renfe que se terminaron en plazo dotando a Renfe de los mayores y más modernos talleres ferroviarios de Europa, para liberar y monetizar el suelo que los antiguos talleres ocupaban en el barrio de las Delicias, algo que no se llegó a hacer por la crisis inmobiliaria.
Para hacer frente a la inversión realizada en los talleres, el desvío y los túneles del Pinar, el consejo de administración de la SVAV autorizó al gerente a negociar con los bancos y se acordó que los socios firmáramos unas “confort letter”, que no unos avales, autorizando la operación financiera presentada por el gerente. Y el dinero del que algunos preguntan en qué se gastó, yo les invitaría a visitar los talleres, los desvíos y el soterramiento del Pinar.
Con las elecciones municipales del 2015, ganadas por el PP, pero sin mayoría absoluta, accedió al gobierno municipal una coalición entre el Psoe y VTLP, y los socios minoritarios pusieron como condición olvidar el soterramiento, aunque en la campaña electoral habían prometido realizar una consulta popular, y que el aspirante a alcalde prometió, con compromiso ante notario que si él era alcalde garantizaba el soterramiento. Por supuesto ni se hizo la consulta ni se avanzó un metro en el soterramiento en los cuatro años que duró la coalición.
Cuatro años después, ahora sí, el Psoe ganó las elecciones municipales, pero nuevamente necesitó los votos de VTLP para gobernar, y se repitió la función. De soterramiento ni hablar, y los concejales del PP renunciaron al soterramiento con argumentos que prefiero no repetir. Para rematar la faena, el Ministerio de Fomento accedió a parar el soterramiento e intentar la integración en superficie. Más adelante el grupo municipal popular se convenció del error y volvieron a apoyar el soterramiento.
Y en las últimas elecciones municipales, el PP retomó la bandera del soterramiento, y las elecciones terminaron en un empate técnico (11 Psoe, 11 PP), pero Vox que apostaba también por el soterramiento sacó 3 concejales frente a los 2 de VTLP, con lo que el nuevo gobierno de coalición de centro derecha intentan sacar de nuevo el soterramiento. Y así llegamos al Pleno del pasado lunes. Como manda el reglamento, el primero en intervenir fue el portavoz del grupo proponente, después de las 16 asociaciones que habían solicitado intervenir, y de las cuales 15 se manifestaron a favor del soterramiento y tan sólo una, dependiente de CCOO a favor de la integración en superficie.
Pedro Herrero, conocido como Pedro Navaja por la genial ocurrencia de Toño Bermejo, especialmente hábil en inventar mentiras y culpar de todos los males al alcalde León de la Riva, al que llegó a llamar delincuente confeso por firmar unos avales a la SVAV lo que motivó una demanda del Ayuntamiento, cuyo jefe de la asesoría jurídica se trajo de la Junta el alcalde Puente como si el equipo jurídico del Ayuntamiento no era de su obediencia, y que yo heredé y respeté del alcalde Rodríguez Bolaños y la fiscal jefe de Valladolid, que obtuvo la plaza de forma sorprendente frente al teniente fiscal.
Después de la intervención de Pedro Navaja, intervino la portavoz de VTLP apoyando la integración en superficie, faltaría más, y sin poder justificar la no celebración de la consulta popular prometida en la campaña electoral. Su intervención no dio para más.
A continuación, intervino la portavoz de Vox, quien hizo una detallada exposición esgrimiendo ordenadamente diez razones a favor del soterramiento. Aprovechó su intervención para reivindicar mi gestión y desmentir que yo hubiera firmado avales y que hubiera sido absuelto por prescripción de los delitos, sino que las dos sentencias absolutorias, de la Audiencia Provincial y del TSJ lo fueron por unanimidad y entrando en el fondo de la cuestión. Comparar la solvencia jurídica de Irene Carvajal con la de Pedro Navaja es ridículo, y quiero desde aquí agradecer públicamente su intervención.
Después intervino Gutiérrez Alberca en nombre del grupo popular, que conocía el tema de su época de concejal en mis inicios como alcalde. Quiso ser amable con el portavoz socialista y su respuesta fue la descalificación personal del concejal popular al que tildó primero de falangista y después de militar en Fuerza Nueva. El “matón de esquina”, como siempre en su línea.
Finalmente, intervino el alcalde que pronunció una auténtica lección magistral sobre los grandes hitos de la historia de la ciudad a lo largo de siglos, hablando de puentes, ríos, palacios, llegada del ferrocarril, de la alta velocidad, etc., etc., y reclamando el apoyo de la corporación al hito pendiente, el soterramiento, como habían mostrado quince de los dieciséis intervinientes al inicio de la sesión. También hizo una encendida defensa de mi gestión y de mi honradez que también agradezco desde aquí.
Posteriormente se pasó a votar la propuesta socialista y las enmiendas conjuntas presentadas por el PP y Vox, y como era previsible se aprobaron estas por un resultado de 14 a 13.
Y no digo aquello de colorín colorado… porque me temo que esto no se ha acabado. A lo sumo se ha acabado el cuento de la integración en superficie.
Hasta la semana que viene.