Si hoy mismo aterrizase una nave espacial en cualquier ciudad del mundo, cuando los marcianitos bajasen de ella verían que los seres de este planeta se comportan de una forma extraña. Usan unos artilugios para inmortalizar todos y cada uno de los momentos de su vida. Cuando los utilizan sus mejores sonrisas afloran, pero cuando los apagan vuelven a tener el rictus serio y tenso.

Esto es, señoras y señores, el terrible y temible 'postureo'. Nuestra sociedad está totalmente controlada y prostituida por él. Si no hay una foto de cada uno de los momentos de mi vida, desde qué estoy desayunando, hasta qué película voy a ver o qué zapatos me pongo, no me siento feliz.

No digamos cuando hacemos una salida o un viaje. Hay que inmortalizar todos y cada uno de los momentos de este. Empezamos por el destino, foto de la pantalla de embarque del aeropuerto, de la terminal de buses, trenes o incluso según voy conduciendo de la señal que pone: Cuenca 13 km.

Después empieza mi periplo fotográfico, donde es más importante que la instantánea quede perfecta, a que disfrute de las vistas, del museo o del paseo. No te olvides siempre de poner tu mejor sonrisa, meter tripa y colocarte en una posición cual Naomi Campbell en sus mejores momentos. Todo por mostrar a los demás lo bien que te lo estás pasando y lo que estás disfrutando el viaje.

Se lo debes todo a tus fans, que te stalkearan en tus estados o redes sociales para ver si se te ve un michelín o tienes el “ojo pipa”. Todo con el propósito de buscar una crítica y poner una pega a tus grandes y merecidas vacaciones.

¡Fíjate que gordo está!¡Cuánto ha envejecido!¡ Del COVID para acá ya no es la misma persona! Serán algunas de sus frases más épicas para intentar curar los celos y envidia que los recorrerán al verte “feliz” y “disfrutando”.

Entonces, ¿en qué nos hemos convertido?

Pues claramente en una sociedad mediocre donde queremos aparentar a toda costa más que disfrutar de los pequeños momentos que se deberían inmortalizar únicamente en nuestra mente. Estamos buscando la aprobación, admiración y envidia de los demás ante nuestras hazañas. Además de ser aves carroñeras, que desde los terminales espiamos a los que suben contenidos para encontrar una posible crítica y comentarla, haciendo así que el momento dulce se convierta en algo más amargo.

Este problema es complejo de solucionar. Pero sí podemos intentar seguir algunas pautas, sobre todo, para buscar nuestra paz mental y bienestar.

Si sales de viaje, no necesitas subir todos y cada uno de los momentos a tus redes sociales, es más, disfruta de esos instantes, con las personas que te acompañan y guárdalos en tu mente no en tu móvil. No pierdas esas ocasiones irrepetibles por captar una imagen con tu smartphone.

Con el tiempo aprenderás a valorar los recuerdos de otra manera, sin tener que estar consultando el teléfono a cada rato para recordarlos.

Por otro lado, si eres la persona que está viendo esos contenidos ¡alégrate por tu amigo, conocido o seguidor en las redes! Si ha tenido la posibilidad de salir de vacaciones, acudir a un evento o comerse un brunch de lujo, y quiere postearlo, ¿quién es nadie para hacerle una crítica destructiva?, ¿tal vez alguien envidioso o celoso? Seguro que no.

Así que, si no te alegras por él, al menos deja que sea feliz en su mundo de luz, color, comentarios y likes. Ya se dará cuenta, si tiene que hacerlo, que la vida se guarda en pequeños frasquitos de felicidad dentro de nuestras retinas, no en las apps o en nuestros teléfonos móviles. Cuando eso ocurra, disfrutará con plenitud de los pequeños momentos del día a día.