Tras una vida intensa, con sus luces y sus sombras, con el esfuerzo que supone construir un proyecto de vida sostenido, sostenible, con amor, con bienes materiales y sentimentales, con una lucha constante, cuando llegas al final esperas conseguir una jubilación tranquila, un disfrutar de tu pareja y… recorres el trayecto desde el trabajo con tu esposa que te fue a buscar, es de noche, llueve y discutís por los hijos mientras que, de repente, al entrar en la rambla, el coche es acunado por el agua, se convierte en una plancha de surf en la que recorréis el curso de la riada dando golpes, soportando entradas de agua que os ahogan.
Te ahogas, te sumerges en el agua con un golpe en la cabeza que te hace perder el sentido mientras tu mujer lucha por sobrevivir, tú falleces, la abandonas, la dejas sola sentada a tu lado, se acaba el recorrido para ti antes de tiempo, sin tiempo para resolver las cuitas que te desolaban… se acabó.
Ella permanece en el coche junto a ti, sin poder salir, sin poder moverse, con la angustia de verte muerto, con la desazón de sentirse sola, sin agua, sin luz, sin comida, cubierta de lodo y sin posibilidad de pedir auxilio.
Pasan varios días en los que el tiempo transcurre con una dureza sin igual, lenta, parsimoniosa y cruelmente mientras tú comienzas a oler y la putrefacción te alcanza… cuando finalmente es rescatada, observa el desastre que le rodea y comprende la situación en la que se encuentra, comienza a pedir explicaciones que nadie le da, exigir responsabilidades que nadie asume, mientras contempla que su mundo, su vida, su presente, pasado y futuro se han ido con el agua dejándola sola, desnuda, sin nada y sin que nadie le dé razón de lo sucedido.
Que Mazón no ha dado la talla, no tiene discusión; que lo hizo por una comida con una periodista, por una razón de trabajo o por una simple compulsión temblorosa de miedo, me da igual, la clave está en esa pareja que quedó rota, sola y abandonada sin nada.
Que Sánchez es un psicópata que vio la ocasión de machacar al adversario dejándolo abandonado a la espera de “que pida lo que necesita”, consciente de que esa actitud hacía que los “perritos sin alma” fuesen los que pagasen su posición, es indudable, si no es responsable por no avisar o por no cumplir su obligación, pero la pareja quedó rota, sola y abandonada sin nada.
En la era digital seguimos dependiendo de un mentecato metido a político para que se ponga una alarma en marcha; no existe un funcionario o un simple sistema telemático que, llegados a ciertos niveles, se ponga en funcionamiento sin necesidad del lerdo fatuo que se engola en el poder que nosotros le dimos y del que lucra lo que no se gana, ni se merece, pero, en el que dejamos nuestras vidas en sus manos.
Te exigen, te obligan a digitalizar tu vida, sin poder ni siquiera operar en el banco sin entrar en internet, por más que tengas 80 años, y eso te resulte un problema real; te fuerzan a comunicarte con la administración que debiera de servirte de forma telemática, fría, sin corazón y a su servicio; te miran como si fueras un paria por no querer pagar con tarjeta, ni usar las técnicas para las gestiones que precisas y son necesarias para tu vida; pero, llega una crisis y no existe ni un modelo de prevención de riesgos que se aplique automáticamente, que se proceda telemáticamente para salvar tu vida.
La administración, si está compuesta por funcionarios, debe de trabajar sin necesidad de políticos que no deben de intervenir en su funcionamiento más allá de lo que les corresponde, que son las líneas de actuación; ellos, deben decidir si los fondos se aplican a un proyecto o a otro, si se cumplen políticas de incremento de gasto o de reducción; pero, una vez marcada la línea la gestión, es mecánica, burocrática y sin su intervención, pues de producirse esta suele finar en corrupción y ponzoña.
Cuando se produce una crisis debe de servir para generar protocolos de acción en el futuro, ante un riesgo debe de existir o producirse un plan de protección y prevención, de forma que el político debe de impulsar ese modelo de acción y, los profesionales, los técnicos, los funcionarios, generarlo e implementarlo para salvar vidas.
El desastre de Valencia es culpa de Mazón, de Sánchez, de… eso ya lo veremos, pero lo que está claro es que el culpable real, directo y que no precisa espera es Zapatero, que fue el que, consciente y deliberadamente, destruyó el Plan Hidrológico Nacional, en el que existían planes de desarrollo y prevención de este tipo de riadas, que finalizó Aznar, pues la única razón de la destrucción es ideológica, es cruelmente política, sectaria y siniestra, que juega y destruye las vidas de los ciudadanos, pero a ese personaje sin vergüenza nadie le exigirá responsabilidades.
Mazón debía de ser cesado por Feijóo para, una vez eliminado, por memo, poder exigir la responsabilidad de Sánchez, en lo que le corresponda, y de Zapatero, por criminal ideológico de la catástrofe para, finalmente, comenzar a trabajar en planes de prevención de riesgos serios, efectivos, técnicamente muy estudiados e implementarlos cueste lo que cueste, pues en ello nos va la vida, y pedir esto no es de fachas, ni de rojos, es de tener alma.