Tía Manolita no está conforme con mi inclinación a la sátira en los artículos en El Español - Noticias de Castilla y León. Anteayer, en la sobremesa de Reyes se presentó con un libro. ‘Obras completas de José Ortega y Gasset’ rezaba el lomo. Abrió por mitad el viejo tomo y dio lectura a la siguiente cita: “O se hace literatura, o se hace precisión, o se calla uno”. Un recadito de Manolita, en toda regla.

Literatura no pretendo hacer, no estoy ya en edad de merecer. Callar no puedo, pues no está entre mis virtudes. ¿Qué es la precisión? Ortega debió aludir al pensamiento analítico o a la crítica que es algo muy noventayochista. Debo pensar o Manolita no me vuelve a invitar a roscón de Reyes.

Conrado Íscar, presidente de la Diputación de Valladolid, ha opinado recientemente que el modelo de mercado laboral del campo es insostenible sin la presencia de la mano de obra inmigrante. Todo parece indicar que a esa conclusión llega el presidente, más por su condición de empresario que de político del PP. No hay mano de obra en el campo, ni de Valladolid, ni de Castilla y León, ni de España“Está claro que tenemos que traer mano de obra de fuera” afirma Íscar. Y se manifiesta partidario de captar trabajadores de la inmigración, para paliar la situación poco sostenible de la agricultura y la ganadería, en clara crisis de modelo. Dejando claro, eso sí, que solo entraría en juego la inmigración regulada y no la irregular. Que las armas se cargan por el diablo y muchos pactos de populares penden de VOX, que ha hecho de la inmigración uno de sus caballos de batalla.

El campo de Castilla y León sufre un grave problema de despoblación, pero sin que pueda afirmarse que no hay en el mundo rural trabajadores nacionales que se puedan integrar en el mercado laboral de la agricultura y ganadería. Pero parafraseando a la copla “¡Ay las cosas del querer!” nuestros trabajadores “made in Spain”, no quieren trabajar en el campo. Que en el campo trabaje Rita la cantaora.

En el mercado laboral y no solo el agrario, ha crecido libremente la cizaña de la economía subvencionada. La posible mano de obra que podría trabajar en el campo, está cómodamente instalada en la paguita y las chapucillas cobradas en B. Cubanizar nuestra economía nos lleva a que papá Estado nos llene el plato de garbanzos, sin que tengamos que preocuparnos por la forma de ganarlos. Solo de poner aceite y vinagre.

La inmigración no es un problema para el campo, es la solución a la que ha abocado el mercado laboral agropecuario. El Consejo Económico y Social de Castilla y León redactó un documento técnico sobre la población inmigrante en la Comunidad. Como todo análisis técnico, está ajeno a contaminación ideológica. El CES ratifica que existe un déficit muy importante de mano de obra en el sector agrario y ganadero castellano y leonés, con una merma pavorosa en solo dos décadas.

Pero el problema radica en que la mano de obra nacional rechaza este tipo de actividades, afirma el CES. Los tiempos de una sociedad que crecía a base del esfuerzo quedaron para la economía de la postguerra española. Como los españolitos no queremos trabajar en el campo, tendrán que hacerlo los extranjeros. O eso o no ordeñamos, ni recogemos la patata, ni arrancamos las zanahorias. Esto es hacer precisión en materia de inmigración. El resto, como diría el maestro Ortega, es literatura. Literatura hueca, que pide a gritos callarse.