borrego celorico 2017 (26)

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Portugal

El borrego y sus pastores en Carrapichana, criaturas impolutas de pecado original

6 noviembre, 2017 00:33

Acercarse a la Serra da Estrela siempre es adentrarse en un mundo de sensaciones en el viaje más original al Portugal más auténtico. La majestuosidad de las colinas que suben y bajan de los más profundos valles a las cimas más sobrecogedoras. Es la aridez pero también las laderas de pequeños huertos y predios. De bosques mágicos de castaños y pinares -menos mal que no huele a eucalipto y, aún y así, las laderas lloran lágrimas negras de la lengua de fuego que todo asuela-. De verdes prados donde pastorean ovejas y algunas cabras. Es el magnetismo del imán que todo lo atrae. La Serra da Estrela.

En este bucólico lugar, la Câmara Municipal de Celorico da Beira, que preside Carlos Ascensão, organiza en la freguesía de Carrapichana, el Festival do Borrego, con el objetivo de promocionar y divulgar este típico manjar gastronómico de la Serra da Estrela. No obstante, las actividades comenzaron ya el 30 de octubre, con una ruta gastronómica por los restaurantes del concejo adheridos al evento.

Este programa ha desarrollado una feria muestra de ganado, subasta de corderos, folclore y variada animación popular, entre otras varias actividades. Entre ellas, cabe destacar la actuación de las concertinas de Marquinho Bouça Cova y Ângelo Brás, y del artista de música popular portuguesa ‘Vira Milho’, así como la presencia de tascas donde los visitantes han podido deleitarse con las recetas tradicionales, con especial enfoque para los platos y aperitivos confeccionados y que ha tenido por base al cordero de la Serra da Estrela. Todo en la freguesía de Carrapichana, y que organiza la Confraria do Borrego e Câmara Municipal de Celorico da Beira.

La tierra que distingue

Los pastores son los últimos reductos que unen al hombre con la tierra./ FALCÃO

 

La Serra da Estrela es una zona verdaderamente fascinante a ambos lados de las autovías de Salamanca a Lisboa y Aveiro, dejando a Guarda -capital del distrito- en el eje. Sus excepcionales paisajes lucen espectaculares formaciones rocosas, riachuelos y lagos de aguas cristalinas, bosques encantadores y vistas sobrecogedoras que aún se hacen más espectaculares cuando los amantes del parapente -en Linhares da Beira- otean desde las alturas los amplios valles de la Beira.

Aquí también, el viajero tendrá la oportunidad de visitar algunos de los asentamientos más antiguos y mejor conservados de todo Portugal, como el castillo de Celorico o de Linhares -Aldeia Histórica-; así como pueblecitos erigidos en las cimas de las colinas y construidos a base del esquisto y el granito de las mismas montañas -el propio caso de Carrapichana, donde se encuentra el viajero-, teniendo la oportunidad de descubrir cómo se vivía siglos atrás, con pastores que todavía hoy pasean sus rebaños de ovejas y ganado por las laderas.

En unos tiempos de nuevas tecnologías, donde todo se realiza con un clip y donde las redes sociales se adueñaron de parte de nuestras vidas, aún existen hombres que llevan una vida simple en contacto con la naturaleza.

Los pastores -esos hombres de sombrero a medio calar, morenos, de gesto alegre, curtidos y de bigote o barba de unos días-, por suerte, son los últimos reductos que unen al hombre con la tierra que los vio nacer y crecer. Hombres de una preparación física y espiritual envidiable que luchan por la supervivencia del ganado que ellos guardan con mimo. Una lucha desigual contra las intemperies de la montaña -que son muchas-, contra la falta de pastos -y más en temporadas de tanta sequía e incendios asesinos-, contra las vicisitudes y las llamadas de una vida moderna.

Los pastores de la Serra da Estrela./ FALCÃO

El silencio es su consejero -salvo cuando bajan a tratar, como presenció el viajero en el Festival do Borrego en Carrapichana- y el perro estrela, conocido como 'cão da Serra da Estrela', que cuida del rebaño, son su única compañía. Es en las estrellas de la noche fría en quien confía sus deseos y frustraciones. En el horizonte irradiado de rojo por los últimos rayos de sol, cuando se pone entre estas sierras superpuestas a sierras, deposita sus esperanzas. Puede que el mundo moderno no le robe el espacio... no le quite el tiempo que aún le pertenece y no precisa compartir con nadie más. En tiempos de cambios y con nuevos desafíos que a todos nos pondrán a prueba -como el cambio climático, las nuevas tecnologías y los terroristas pirómanos-, tal vez valga la pena seguir el ejemplo de estos hombres que contra todo y contra todos aún suben a la montaña y pastorean su ganado.

Estas vivencias del viajero son la remembranza de aquellos tiempos en que los pastores bajaban de la Serra da Estrela a vender sus productos, sobre todo queso -ese único amanteigado-, miel y pantuflas con lana y piel de oveja. Ahora, solo queda el rescollo de la degustación y la asistencia a los tratos de los pastores que lucen sus rebaños con esos típicos adornos coloristas. Es la oveja de la raza ‘serra da estrela’, la segunda raza ovina más explotada en Portugal.

El viajero comparte mesa y mantel -en la degustación de borrego/cordero y frango/pollo asado con leña y el vino tinto resultón que se solidifica al caer de la jarra-, con esos hombres sencillos, libres y felices. Un hombre con palo y manta, guardando un rebaño: "una criatura todavía impoluta de pecado original" -escribía Miguel Torga-, para quien la vida no es suplicio ni degradación, sino un continuo reencuentro con la naturaleza exaltante y purificadora, cachis!

FOTOGRAFÍAS LUIS FALCÃO