mascarada 2017 mogadouro (1)

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Portugal

Las máscaras andan sueltas por las calles de Mogadouro

24 diciembre, 2017 11:34

Las fiestas de invierno, sobre todo en las tierras transmontanas, son manifestaciones culturales transmitidas de generación en generación, convirtiéndose en costumbres, tradiciones y una forma de vida específica para aquellos que se intengran en la fiesta. Asustando, misteriosas y fascinantes son las máscaras que andan sueltas por las calles de Mogadouro en esta víspera de Nochebuena.

Antes de que todo el jolgorio enmascarado tomara las calles de la histórica ciudad transmontana, en el Puesto de Turismo fue inaugurada la exposición 'Una identidad transmontana' de Carlos Ferreria. Al acto, junto al propio autor, estuvieron presentes el presidente de la Câmara Municipal de Mogadouro, Francisco Guimarães, el presidente de la Asamblea Municipal, Jorge José Martins Dias, la vereadora de Cultura y Turismo, Gina Gomes, el presidente de la Freguesía de Mogadouro, José Antonio Freitas, así como familiares y amigos. Solo decir que merece la pena conocer la máscara en manos de su autor, quien hace ya varios años que se dedica a moldear máscaras y ya cuenta con más de una veintena de exposiciones en Portugal y España.

Escóndase o participe del akelarre festivo, porque Mogadouro presenta sus calles lleas de color, fanfarrones, refunfuñones y hasta, por qué no, fieles al proceso de algarabía y exorcismo que se realiza en la plaza pública, esta tarde de sábado -saliendo de las plazas de las aldeas, pueblos o ciudades- cuando se han presentando en las calles del centro histórico de Mogadouro.

Caretos de Salsas -con una llamativa que representa a la muerte- que irrumpen en la noche de Reyes por las casas de la aldea; Festa dos Velhos de Bruçó (Mogadouro), la realidad de la vida misma, dos parejas, una de viejos y otra de jóvenes, así como el buen hacer de Marcelo -qué artista! y el seguimiento ejemplar del presidente de la Freguesía, João de Deus Possacos; Velho de Vale do Porco (Mogadouro), la inspiración demoníaca en la transición de un año a otro; Bonitas de Sande de Galizia con esos mantones y ese colorido tan especial y la tertulia de última hora con dulces y orujo de café gallego, tan cargadito que hasta al viajero se le fue de la mano, cachis!; El Farandulo de Tó -con Filipe y Cristóbal llevando con orgullo ese color negro que identifica al demonio con la cara pintada de negro y, también, haciendo diabluras; El Careto e Velha de Valverde, haciendo correr a las mozas y la velha con una cesta en el brazo con esa máscara tan especial de piel de oveja, donde Bruno merece y mucho, y, cómo no, la ancestralidad del Chocalheiro de Bemposta que no hace más que pedir limosna por todo el pueblo y, en esta ocasión, acompañado por su otro gemelo. Junto a ellos, gaitas, bombos y cajas de Gaiteiros de Bemposta y Os Chuços de Mogadouro.

El Concejo de Mogadouro es rico en ritos, tradiciones y, en suma, cultura ancestral. Pero si en algo destaca y trasciende más allá de su territorio es en las mascaradas, donde la máscara es el componente esencial de la expresión de un conjunto de rituales e ideas anexas a la identidad de una determinada comunidad. Ellas concretizan y materializan un conjunto de valores y significados que definen la esencia de los pueblos en cuyo seno se manifiestan. Decía Lévi-Strauss que las máscaras, tal como los mitos, soportan no sólo una interpretación, sino todas las interpretaciones, con un sentido abstracto que acarrea un aura misteriosa.

La máscara da nombre a esta ancestral celebración –la mascarada- y es, a su vez, el elemento principal de este espectáculo tradicional que está muy arraigado en los rituales que se hacían para reclamar la fertilidad o una buena cosecha, aunque también los hay movidos por el miedo y los personajes que tratan de ahuyentar a los malos espíritus con sus danzas y sonidos.

Pese a lo que pudiera parecer en un primer momento, las mascaradas ibéricas no es carnaval, ya que en ese caso, la máscara y el disfraz tienen como fin ocultar la personalidad del que la lleva, mientras que en este caso el objetivo es representar a otro ser y actuar como intermediario entre los dioses y los hombres para que se cumplan los deseos y peticiones que cada mascarada representa.

Cuando llega el invierno, cada una de las mascaradas tiene su propio momento de esplendor, en su gran mayoría desde mediados de diciembre hasta febrero y vinculadas a días festivos e importantes en cada localidad, destacando la Nochebuena, Año Nuevo y Día de Reyes. Cada lugar con su propia identidad que trasciende la mera realidad.

Pequeño recorrido por el Concejo

De esos rituales, amplios, ricos y variados, apenas se mantinen vivos los del ‘Chocalheiro’ de Bemposta, los ‘Velhos’ en Bruçó, el ‘Chocalheiro’ en Vale de Porco, el ‘Careto e Velha’ de Valverde y el ‘Farandulo’ en Tó.

Las solemnidades de Bruçó y de Vale de Porco se realizan el día 25 de diciembre, por la mañana (aunque, el Chocalheiro de Vale de Porco también se viste los días 1 de enero y en la festividad de Reyes). El Chocalheiro de Bemposta tiene lugar el 26 de diciembre (con las esmólas en la noche del 25) y el 1 de enero. El Farandulo de Tó sale a la calle el 1 de enero y el Careto e a Velha de Valverde se echan a la calle el día 25 de diciembre.

Al rescoldo de las brasas que habían servido para asar el cerdo, si bien antes fueron los mozos mordomos de Santa Ana -qué gran almuerzo prepararon con eficiencia y atención-, el viajero y un grupo de transmontanos de las freguesías cercanas como Mogadouro, Tó, Vale de Porco y Bemposta hablaban del ahora en esta tierra dejada de la mano de Dios desde hace muchos años... Eran los recuerdos de la Lína del Tua y el Sabor y el Duero.

Cuando ya caía carámbano del cielo, los apuestos mozos habían regresado a sus aldeas y Gina y Nuria terminaban de dejar 'guapo' el Posto de Turismo, el viajero, camino del escritorio, barruntó, sin lugar a dudas, que la risa es el sol que ahuyenta el invierno del rostro humano, cachis!

FOTOS LUIS FALCÃO