'Maschocalheiro' mana de la raíz ancestral de Bemposta
Bemposta vive momentos de reencuentro con las más ancestrales raíces de su historia tanto social como cultural. Si el 'Chocalheiro' -esa máscara de estudio antropológico- es la marca que identifica a toda una comunidad, ahora, de nueva iniciativa vecinal, nace 'Maschocalheiro', Asociación de Bemposta para hacer fluir a la luz esas tradiciones que un día fueron y hoy, por desgracia, han dejado de ser con los nuevos tiempos.
Con una niebla –por aquí dicen nevoeiro– que todo lo cubre con el espeso manto de la humedad y el frío, el viajero, llega a Bemposta cuando aún reinan las tinieblas. La niebla moja. Por una esquina asoma un espectro demoníaco que avanza encorvado y a la carrera. Comienza el ritual ‘do Chocalheiro de Bemposta’.
Pero antes tuvieron lugar las mandas, para ver quién tiene derecho a elegir el vecino que encarnará el personaje/mascarado de ‘Chocalheiro’. Las ‘mandas’ son una especie de subasta, que dirige el mayordomo/mordomo de la fiesta, elegido el día de San Pedro. Es la noche anterior, media hora antes de morir el día. Es obligatorio –los espíritus del mal no perdonan- que el portador de la máscara quede en secreto, tan sólo se podrá conocer el personaje una vez finalizada la ronda. Una vez concluida la manda, es momento de echar una pinta y matar el frío.
El Chocalheiro de Bemposta sale a las calles los días 26 de diciembre y 1 de enero. En la primera fecha, el mascarado pide limosna para Nuestra Señora de las Nieves, y el primer día del año nuevo, para el Menino Jesus, en una clara manifestación de la asimilación de este rito por parte de las festividades instituidas por Iglesia Católica sin que, en ningún momento, estas máscaras del solsticio de Invierno tengan nada que ver con esta institución porque el culto al sol -verano e invierno- son muy anteriores a la aparición de la Iglesia de Roma. Y esta aseveración conviene dejarla bien clara.
Máscara rica en símbolos
El ritual de vestir es simple, sin complejidades. Llama la atención la máscara en sí. La máscara do Chocalheiro de Bemposta es una de las más expresivas y ricas, simbólicamente habando. Está compuesta de cuernos, el más importante símbolo de fuerza y fecundidad masculina, bien sean de toro –principalmente en esta parte española de la frontera- o de carnero –como es el caso de Bemposta-, la serpiente también como fecundidad con rasgos fálicos y el color rojo. En el que debemos hacer un inciso importante, porque sobresale sobre el negro del careto. Como el resto del vestido que va salpicado con pequeños detalles en rojo, al que se les llama ‘mangão’.
Los dos elementos más importantes que asociamos con el rojo son el fuego y la sangre, por esta razón, tiene un simbolismo universal que va más allá de las diferencias culturales. Sin importar que sean buenas o malas, el rojo es el color de las pasiones. El rojo simboliza el amor (en sentido más erótico). Por ser un color tan llamativo, el rojo también significa atracción, fuerza, vida, valentía y vigor. Es el color de la vida animal, puesto que los organismos del reino de las plantas no tienen sangre roja. Por estar asociado al fuego, el rojo también representa el deseo, la energía, el calor y el placer. A menudo se habla del fuego como una forma de representar a las divinidades y al poder celestial.
Y de fondo el negro, uno de los colores más enigmáticos. El negro es un color asociado a la muerte, la violencia, el misterio y hasta cierto punto a la sensualidad. Es muy asociado a la magia, ‘magia negra’. El negro es también el color de la mala suerte, por eso se dice que los gatos negros la traen. Es tanta la carga negativa que se le asigna al negro, que hasta en el relato bíblico del diluvio, un cuervo (animal de plumaje negro) volvió sin la rama que confirmara la cercanía de la tierra. Con estos colores se conforma todo el porte de la figura.
En la cintura van sonando los cencerros, chocalhos que dan nombre, para ahuyentar los malos espíritus de la aldea y, de paso, anunciar a los vecinos que llega a su puerta el ‘chocalheiro’, y tengan preparada la ‘esmola’. En la mano derecha lleva unas pinzas rojas y negras. Del hombre parte una serpiente que le envuelve el pescuezo, y en la parte de atrás del mismo, una vejiga de cerdo llena de aire y clavadas en los cuernos, dos naranjas.
Este es el conjunto que, como surgiendo de las tinieblas, en la soledad de las calles, confiere un aire aterrador, demoníaco, con sonidos de cencerros que se confunden y pierden por Bemposta y Lamoso y siempre de la mano del guía, Herminio Silva.
Corre y corre. No para
Corre y no para. Los vecinos salen a las puertas con sus dádivas –esmolas- y saluda con una ligera genuflexión. Es la fiesta de São Estevão. Si antaño las dádivas eran para pagar la fiesta, ahora, la iglesia, como raptora de todo aquello que emerge del pueblo, se queda también con ‘as esmolas’. Ya no hay fiesta ni corroblas como antes. Todo se contamina y todo está en la ósmosis de la religión.
Son dos horas de espíritus que salen de la niebla al toque de los cencerros y se ahuyentan con las dádivas. Son los vecinos que se apuestan en las esquinas porque seguir al ‘chocalheiro’ es casi tarea imposible. Son los hombres, casi en su totalidad, quienes acompañan al Chocalheiro, ya lejos de las invasiones fotográficas. Ahora queda el rito para el pueblo y por el pueblo. Son los mayores que casi con una lágrima que se resiste a brotar recuerdan aquellos años del abuelo Manuel y la abuela María Luisa, de José Antonio, el padre en su niñez de cabrero por ‘as costas do Douro’. Son los primos y primas, familiares de diverso rango que muestran los orígenes ancestrales del viajero.
Micael Folgado, un joven y apuesto vecino de Bemposta que hace labores militares, encarna ‘o Chocalheiro’. Es el momento de descubrir al mascarado que ahuyentó los malos espíritus de la aldea y que pone punto y final en Lamoso. Una pequeña aldea con no más de cinco casas habitadas y nueve vecinos, quienes recuerdan la esencia del rito -como la fruta esperando la llegada del mascarado a las puertas de las casas-. Es la pulcritud en la esencia sin modas ni contaminaciones.
Maschocalheiro, Asociación de Bemposta
Este día de São Estevão, con la presencia el presidente de la Asamblea Municipal de Mogadouro, Jorge José Martins Dias, la vereadora de Cultura y Turismo, Gina Gomes, el presidente de la Freguesía de Bemposta, Pedro Bento Pires, se presentó 'Maschocalheiro' Asociación de Bemposta ante todos los vecinos.
Una asociación que nace del pueblo y crece en el pueblo. Una asociación de "puertas abiertas" a las ideas y críticas de los vecinos. Una asociación popular que nace con cerca de 150 asociados para recuperar las tradiciones del pasado que, por desgracia, hoy ya no se celebran. Si el 'Chocalheiro' es el germen, todo siguió con la 'Fogueira do Galo' en Navidad y continuará con 'Os Casamentos' en Carnaval. Una asociación que, en palabras de Gina Gomes, en nombre de la Câmara Municipal de Mogadouro, "contará con la total colaboración del Ejecutivo cameral" para su desarrollo.
Tras descansar junto a la fogata de la prima Amélia Falcão -una mujer transmontana que es pura dulzura, bondad y servicio, con su riguroso luto por el marido Manuel y el amor a sus nietos, siempre hace gala de hospitalidad infinita- y saborear un café con bolo portugués, el viajero abandona Bemposta en una jornada lluviosa aún con las tinieblas frías sobrecogiendo el alma y manando recuerdos de la fuente inagotable del pasado. Cachis!
FOTOS LUIS FALCÃO