Foz Côa, una alegoría etnográfica con los almendros en flor
En una prematura primavera, con más de 20 grados, aunque son jornadas de finales de invierno, que es, cuando el almendro ya luce con todo el esplendor su flor en las laderas del Duero y el Côa, Vila Nova de Foz Côa celebra sus fiestas de las Amendoeiras em Flor y de los Patrimonios Mundiales -hablamos del Alto Douro Vinhateiro y los grabados rupestres del Côa-.
El viajero, que llegaba desde Los Arribes del Duero, concretamente de Vilvestre, encontró sol y calor, mucha calor en el trayecto por la IP2. Pasó el Sabor, también el Duero y comenzó a ascender con mucha tranquildad y sin atascos. En la cima de las colinas se erige Vila Nova de Foz Côa en uno de los días más importantes por concurridos de su ciclo festivo anual. La villa, que abre camino al Alto Douro Vinhateiro, es tomada por gentes llegadas de todos los lugares del país, y de España, bastantes españoles, que comen en ruas y jardines y, los que pueden, en los poblados restaurantes. El viajero comió peixes de río con arroz y patatas y un mojo de chuparse los dedos, tarta de almendras, café y un Porto de exquisito paladar. Un menú servido por ‘A Marisqueira’, del amigo Filipe Fernandez. Aunque en esta ocasión fue Edgar, su hijo. Las prisas, cachis.
Vila Nova de Foz Côa celebra A Festa da Amendoeira em Flor e dois Patrimónios Mundiais, ya en su XXXVIII edición. Es el cierre. Es la finalización de tres semanas repletas de actividades, ferias, muestras y conciertos, muchos conciertos… En Portugal gusta el concierto, no tanto la verbena… En esta jornada última se celebra la esperada, concurrida y participativa alegoría etnográfica. Más de cincuenta carrozas/carros desfilaron por toda la villa.
Muchas parras y mucho vino. Buen pan y mejor camino. Mucha imaginación y más diversión. Este desfile gusta a los lugareños. Miles de personas toman el centro de Vila Nova haciendo frente al sol que caía de justicia, porque, además, está el mercado, los puestos de feria y las tiendas de productos regionales abiertas. Lo interesante es que hay para todos. Es la villa convertida en ciudad. Una circunstancia que, como indica el vicepresidente y organizador João Paulo Lucas Donas Botto Sousa, “hasta agosto volverá la villa a su vida de interior”, a su trabajo de pueblo de río, a sus viñas y olivares. A la tierra.
El viajero vivió una tarde interesante, divertida. Interesante por todas esas personas que dejan sus aldeas y sus predios, sus bodegas y sus viñas para participar en la alegoría de la cultura popular. Casi 60 carros, unos con más imaginación y elaboración que otros, mostraban la historia, las tradiciones, los usos y costumbres, el patrimonio material y el también el inmaterial. Como también la alegría con la que participan los habitantes de este concejo. Es fiesta, es humor, alegoría y convivencia.
En una tarde soleada y una avenida principal abarrotada, vimos mucha diversión en un desfile que abría la Banda Filarmónica de Freixo do Numão a la que seguía, como por orden alfabético, Almendra -la de Portugal-. Y así, un largo desfile bullicioso. Era la historia viva de esta tierra apegada a dos ríos.
Los aromas y los sabores se mezclan con el deslumbrante paisaje que el concejo de Vila Nova de Foz Côa ofrece. Los montes y los valles, a esta altura del año, se visten de un manto blanco y rosa, como anunciando la primavera. Los habitantes de Foz Côa (otro patrimonio inmaterial), se preparan para recibir a miles de turistas, originando, naturalmente, el contacto con los valores etnográficos y culturales de esta región, con su historia y con la muestra de una tradición de la esencia de las gentes durienses.
Sin duda alguna, una fiesta que abre el ciclo de primavera, de flores y frutos, de vendimias y mostos y vino… y ancestralidad en estas ciudades y aldeas de interior… Con el cantante Toy y los fuegos articiales, que son como flores en el cielo, solo queda el recuerdo y la vida de cada día… y el siempre añorado Douro/Duero. Ya de regreso a la ciudad de Lázaro de Tormes, el carrilano hace un alto en Carviçais para degustar un cafe en O Artur -el de la afamada posta transmontana- con el amigo David Mantorras, el elegante fotográfo de Moncorvo, aunque también su amabilidad. Seguro que volveremos a este pueblo del hierro para su concierto de de la Filarmónica. Y daban las ocho cuando el carrilano cruzó el Duero por el Salto de Saucelle y las tinieblas comenzaron a engullir el cañón fluvial. En el ambiente quedaba la melodía de la alegría, la convivencia, la participación y la buena amistad, qué difícil conseguirlo en estos días, ay!
REPORTAJE GRÁFICO LUIS FALCÃO