Bemposta abre el ciclo de procesiones post-COVID en Portugal, con Santa Bárbara
Bemposta, municipio portugués separado de Villarino de los Aires (Salamanca) por el río Duero, celebra la primera procesión post-COVID, que inicia el ciclo de fiestas populares en la región de Trás-os-Montes
11 octubre, 2021 07:00Noticias relacionadas
Llegar a Bemposta (Portugal) y perderse por sus calles, es penetrar en el túnel de la historia. Una historia marcada por su lugar de frontera, por el contrabando y los amigos del otro lado de la Raya, en este caso del río, porque el Duero/Douro es historia y cultura y vida y leyenda en estos pueblos de pasado vivo y futuro efímero.
El viajero llega a Bemposta para vivir con la familia la fiesta de Santa Bárbara, una de las tres fiestas grandes del pueblo. Dicen que es la mediana, porque la grande es Os Prazeres y la chica São Pedro. Pero da igual, porque la música, el recogimiento y la devoción sumadas también se hacen omnipresentes, como en toda fiesta portuguesa que se precie. En esta primera fiesta popular en la era post-COVID se echó en falta la pólvora, que antaño rompía el cielo, cuyo eco llegaba al otro lado, al vecino Villarino.
Después de una comida de día de fiesta -donde no podían faltar el asado y los langostinos, con los exquisitos dulces lusos- en casa de la prima Amelia y confeccionados por María, es la más sutil muestra de la bondad y la acogida. Toda la familia se dirige a la ermita de Santa Bárbara, allá, en lo más alto de Bemposta, que mira de lado al vecino Villarino, espectro en la lejanía, como escurriéndose por la ladera del Duero.
Esta pequeña capilla se encuentra en la zona más alta del pueblo, junto a las ruinas del antiguo castillo, que aún restan algunos tramos. Desde aquí se aprecian unas magníficas vistas hacia los confines de los campos de cultivo de Los Arribes del Duero, y es donde los agricultores vienen a rezar para el buen fin de sus cosechas.
"Santa Bárbara Bendita que no céu está escrita com papéis de água benta, pedi a Nosso Senhor Jesus Cristo que nos livre desta tormenta".
De esta suerte, es aquí, en esta creencia, donde se encuentra el fundamento de la fiesta de Santa Bárbara, a la que se suplica cuando las tormentas. Porque Santa Bárbara en Bemposta es una fiesta que da continuidad al fin de las cosechas que se mantuvo, sin alteraciones, en su celebración.
"Santa Bárbara se levantou, Santa Bárbara se vestiu, Santa Bárbara se calçou, suas santas mãos lavou, ao caminho se deitou, Jeus Cristo encontrou, Jesus Cristo lhe perguntou:
- Onde vais Bárbara?
- Vou ao céu desfazer uma trovoada que lá anda gerada.
- Pois vai Bárbara. Arruma o trovão lá par a Serra do Marão, adonde não haja pão nem vinho, nem bafo de menino, nem trevisco, nem trebisqueira, nem ramo de oliveira que só há uma serpente que quer comer gente. Vinte e cinco filhos tem, não tem nada que lhe dar, a ão ser leite de troão e água de maldição".
El hecho festivo y religioso
El hecho festivo y religioso va de la mano con la convivencia del pueblo, después de haber recogido todos los productos antes de la llegada de la dureza del tiempo de invierno con sus fríos, la lluvia, la niebla, el caránvano y la nieve.
Arquitectónicamente no es destacable -es una pequeña ermita de planta cuadrada y fachada totalmente lisa y revestida de cal-. Sí llama la atención del viajero la enorme roca sobre la que se asienta, en forma de promontorio, con formas redondeadas, donde se ha construido un moderno e interesante mirador de granito con vistas al cañón del Duero y Villarino de los Aires.
Suenan las campanas. No las bombas en las alturas. La procesión sale de la iglesia parroquial, entre olivos y granito, con el acompañamiento de seis pendones o mangas -cada una de las cofradías religiosas de la parroquia- y cruz. Ya en la ermita, donde las mujeres mayores del lugar acompañan a la Santa, comienza la procesión por el pueblo -acompañada de la Banda de Música de Mogadouro-. Es el paso por todos los rincones que exhiben una rica arquitectura transmontana.
También, siguiendo el curso de los siglos y las costumbres, los hombres marchan delante, portando todos los emblemas religiosos con su característico chal que, por su color, distingue a las cofradías. Tras ellos, la imagen con el cura y los sacristanes, sigue el cortejo con la Banda de Música y, al final, en puñado y quién sabe qué rogativas, las mujeres que cierran la procesión.
Creencias de un pueblo rico culturalmente
Bemposta, por su grandeza natural, cultural y religiosa, siempre convivió con base en sus creencias, transmitidas de generación en generación. Hasta el predominio de la televisión en los hogares, la continuidad de los lazos familiares y del patrimonio cultural y religioso, fue uno de los objetivos de la mayoría de las familias. No es menos cierto que la cultura transmontana -en su más amplio espacio geográfico- es rica en tradiciones y vivencias místico-religiosas de origen arcaico.
El viajero aún observa en las conversaciones esas reminiscencias, como si de un viaje al pasado se tratase en la nave de las vivencias del pueblo, de sus habitantes y de sus costumbres. Leyendas o historias que engloban, en casi todas, un significado moralista, donde tienen cabida moras encantadas que esconden tesoros maravillosos -esto sonará también a cercanía en Villarino y Pereña o en Quilamas salmantinas-, o la misma creencia en las brujas -como los cercanos La Ribera y Sayago- que el imaginario popular quería evitar su embrujo según los rituales propios del lugar.
Ficción en ritos cristianos con sus santos y mártires
Esta ficción también se encuentra, según avanzan los tiempos, en los ritos cristianos con sus santos y mártires. Es el caso concreto de Santa Bárbara, de la que cuando era niño los abuelos contaban todo su martirio. Son los recuerdos que fluyen con la voz de los años del mayordomo del ‘chocalheiro’ y también del Corpus, Zalino, siempre en los recuerdos de la familia, de los que viven y de los que ya no están.
Santa Bárbara, virgen y mártir, invocada contra la fiebre y la muerte súbita. También con la frase “Santa Bárbara Doncella, líbrame de la centella” se cita con el objetivo de obtener protección contra tormentas eléctricas, de ahí su especial invocación de los agricultores y la pequeña capilla de Bemposta en lo más alto del pueblo, vigía de cultivos.
Su martirio fue el mismo que el de San Vicente: atada a un potro, flagelada, desgarrada con rastrillos de hierro, colocada en un lecho de trozos de cerámica cortantes y quemada con hierros candentes. Finalmente, el mismo rey Dióscoro la envió al tribunal, donde el juez dictó la pena capital mediante decapitación. Su mismo padre fue quien la descabezó en la cima de una montaña, tras lo cual un rayo lo al- canzó, dándole muerte también.
El frescor en este veranito atrasado se hace sentir en este planalto. El viajero abandona Bemposta y se sumerge en las primeras brumas del invierno, cuando baja por Cardão do Douro -el embalse de Bemposta- para ascender hasta Fermoselle y seguir, en la noche estrellada, hasta el pueblo natal.