Miguel de Lis y la terraza más bella de Salamanca
Miles de turistas llegan cada día a Salamanca para disfrutar de su enorme patrimonio arquitectónico, un tesoro que permite viajar en el tiempo y ver cómo luce desde su Puente Romano hasta la fachada plateresca de la Universidad, su Palacio Monterrey, su Catedral o su Plaza Mayor.
Y, en medio de todo estas edificaciones con siglos de historia, se encuentra un edificio un poco más moderno, de los albores del siglo XX, que sirvió para poner la guinda al pastel. Se trata de la Casa Lis, un edificio modernista del que hay mucho que contar. Y, entre todo ello, puede presumir de tener la terraza más bella de la ciudad, que mira hacia poniente con la elegancia del modernismo y con el abrazo del río Tormes.
Esta terraza permite disfrutar de conciertos en vivo, como ocurre cada verano con 'Las Noches de Lis', y relajarse en ella con un buen combinado e incluso con la posibilidad de cenar en ella. Una manera distinta de disfrutar de esta "colgante llamarada oblicua hacia poniente", como dijo de ella el poeta Aníbal Núñez.
En el interior del museo, uno de los puntos más visitados de la ciudad, hay desde 1995 una importante colección propia, fondos de Art Nouveau y Art Déco, pero su exterior también merece una visita. Especialmente su espectacular fachada sur, donde se encuentra su acompasado muro de contención sobre el escarpe rocoso, su escalinata y su impresionante galería metálica y acristalada.
Este edificio nació de un sueño, del sueño del industrial Miguel de Lis. A las puertas del siglo XX, este propietario de una próspera fábrica de curtidos ordenó con fondos propios levantar este palacete al arquitecto Joaquín de Vargas y Aguirre.
Así surgió la Casa Lis, inaugurada en 1905, de la que disfrutó su promotor pocos años -murió en 1909-. Posteriormente, en ella vivió rector de la Universidad de Salamanca, Enrique Esperabé y su familia. Y así fue pasando el tiempo, con distintos inquilinos, hasta que en la década de los 70, cerró y entró en un proceso de abandono y decadencia que a punto estuvo de ser su fin.
Antes de que ocurriese, con el nuevo Plan Especial del Barrio Antiguo, el Ayuntamiento la adquirió y la destinó a Casa de Cultura, hasta que en 1995, tras ser rehabilitada, abrió sus puertas a uno de los museos más exitosos desde entonces en la ciudad, el Museo Art Nouveau y Art Déco, con los fondos de la Fundación Manuel Ramos Andrade.