juncker rajoy salamanca (2)

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Región

La contracrónica Juncker-Rajoy: en tierra de toros, división de opiniones

10 noviembre, 2017 11:32

No era un día cualquiera hoy en Salamanca. No siempre coinciden en un mismo lugar, y menos en España, el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. La investidura como Doctor Honoris Causa del primero en la Universidad ha vuelto a demostrar que vivimos tiempos convulsos, con una sociedad dividida. Y como Salamanca es tierra de toros, hubo división de opiniones.

La jornada comenzó con mayor seguridad de lo habitual a la entrada y salida de la ciudad. Algo que no pareció importarle a Juncker, que disfrutó de una de las terrazas de la Plaza Mayor de Salamanca ante la mirada de curiosos y habituales del ágora charra preguntándose por qué había tantas personas a su alrededor a modo de guardaespaldas. Desde allí se fue paseando hasta la Universidad, admirando la riqueza patrimonial y artística de una ciudad inigualable.

En torno a un centenar de personas se estableció a lo largo de un perímetro vallado para ver la llegada de las autoridades. Eso sí, previo control de la Policía Nacional. Ahora parar, que viene un coche oficial, ahora ya pueden pasar, por aquí no, circulen, no se queden parados… Y en estas fueron llegando ministros, diputados, senadores… políticos por doquier. También autoridades académicas, que aunque no lo pareciera la protagonista es la Universidad de Salamanca, que cumple ochocientos años. Ahí es nada.

No faltó tampoco el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, en uno de sus últimos actos tras varias décadas al frente de la Comunidad Autónoma. El que se postula como su sucesor, actual alcalde de Salamanca, Alfonso Fernández Mañueco, le recibió afectuosamente y compartieron comentarios jocosos. ¿Quién decía que tras las primarias en que Mañueco venció a su preferido Silván no había relación entre ambos?

Mientras, un grupo de estudiantes extranjeros comentaba en inglés: “Peligro, mucha gente de traje y corbata”. Y en efecto la había. Entre los nuestros, el diputado del Partido Popular por Salamanca y secretario general del Grupo Parlamentario Popular, José Antonio Bermúdez de Castro; el senador popular Gonzalo Robles; el presidente de la Diputación de Salamanca, Javier Iglesias; alcaldes de municipios charros como el de Guijuelo, Julián Ramos (entre los más atentos al discurso junto con Rajoy mientras otros dormitaban); pero también empresarios y otras autoridades como el presidente de Iberdrola y del Consejo Social de la Universidad, Ignacio Galán (muchos cargos de Iberdrola pues uno de los investidos, Manuel Marín, presidió su fundación). También embajadores de Luxembrugo, Bélgica, Holanda... Por cierto, con tanta autoridad hay quien entró al acto sin que le pidieran ninguna acreditación.

Tan sólo rompió el cordón de seguridad, con autorización, eso sí, un barrendero. “Eso, eso, que limpie esto de políticos, gritaban algunos” mientras esperaban al presidente del Gobierno. Y en estas llegó Mariano Rajoy. Diez segundos escasos para saludar a los asistentes y entrar hacia el Paraninfo. Tiempo suficiente para escuchar gritos de ‘Viva España’ y ‘Dale duro a los separatistas’, pero también por ‘Viva España libre de corruptos’ y ‘Fuera ladrones de Salamanca’. “Aquí cada uno con sus chorradas”, espetó un hombre mientras otros jóvenes decían que iban a enviar el vídeo a su familia, en el único momento que hablaron del acto, el resto lo pasaron comentando sus progresos en un videojuego.

Porque existe una importante fractura generacional en la sociedad actual, en la que la mayoría de los jóvenes perciben a los políticos con desprecio y reticencias, mientras los más viejos del lugar, como se suele decir, lamentan la deriva de quienes tendrán que cotizar para sus pensiones. Así se pudo comprobar a cien metros, en la plaza de Anaya, donde unos ancianos echaban en cara a los jóvenes que protestaban el no emplear su tiempo en cosas mejores, porque “éstos no han pasado hambre ni penurias para saber por qué hay que protestar”.