Nava de Francia celebra este fin de semana una de las pocas tradiciones etnográficas navideñas que sobreviven en la provincia de Salamanca. Se trata de El Perrero, donde se mezcla la petición del aguinaldo con el folclore y la chanza.

En concreto, intervienen varios personajes: mayordomos, el perrero, los alguaciles, los campaneros y los monaguillos. Durante la noche de la víspera, recorren el pueblo con el tamboril y los cohetes, a la vez que voltean las campanas y van a cantar la alborada ante las puertas de las casas de los mayordomos, quienes luego invitan a todo el grupo que ha intervenido en el canto a una copa de aguardiente y a unos dulces.

Por la mañana, antes de la misa, el perrero, escoltado por los dos alguaciles, recorren todo el pueblo, y con el sonido de gaita y tamboril, van de casa en casa, donde son invitados a licor y dulces y cada vecino les da dinero. Durante este recorrido el perrero va con un látigo y corre tras las mozas, los niños y los muchachos.

A las doce se celebra la misa, durante la que tiene lugar el ofertorio del perrero, que lleva una vela encendida y deposita lo recaudado en el peditorio de la mañana por todo el pueblo.

Del perrero llama la atención su indumentaria, con una camisola que llega hasta los pies, un collar con bogayas de roble y una cencerra en su pie. Su significado puede ser similar al que otorga Julio Caro Baroja al zangarrón de Montamarta, en Zamora, "un personaje de cierta importancia que debe asegurar la fertilidad de los campos, y las azotainas que ejecuta son con suma probabilidad fertilizantes asimismo".