El campo, motor económico silencioso que genera riqueza en Salamanca
Acaba de comenzar 2018, el año de la consolidación definitiva de la recuperación económica, según apuntan diversos estudios de agencias de calificación, bancos, analistas financieros… pero, ¿qué opinan los propios protagonistas de que cada día la economía siga su curso? ¿Cuál es la situación actual de cada uno de los sectores que conforman el engranaje del tejido productivo? NOTICIASCYL continúa su serie dominical en la que analizará el estado actual de los sectores económicos de Salamanca.
Hoy es el turno para el campo, el último de los grandes sectores tras servicios, industria y construcción. Agricultura y ganadería dan trabajo a unas 6.500 personas entre autónomos y trabajadores por cuenta ajena, con una importante aportación al Producto Interior Bruto (PIB) de Salamanca, pues no sólo se trata de todo lo relacionado con el jamón de Guijuelo, sino también con denominaciones de origen de vino en la Sierra de Francia y Las Arribes; miles de parcelas de cereal, principalmente cebada, trigo y maíz; productos con garantía y calidad como la lenteja de La Armuña, el garbanzo de Pedrosillo, el queso de Hinojosa de Duero y la miel de la Sierra de Quilamas. Pero en ganadería se trata de la provincia con más cabezas de ganado bovino, una 600.000, con una calidad reconocida por la Unión Europea.
La situación actual del sector, como explica Juan Luis Delgado, presidente de Asaja Salamanca, es agónica, “el momento de los más críticos de la historia, porque a los problemas con los precios y el saneamiento se une la inestabilidad meteorológica, con falta de agua y cambios bruscos. Lo estamos padeciendo más que nadie”. Y es que la sequía del año pasado, que las lluvias del comienzo de este todavía no han paliado, ha malogrado cosechas, pero también dejado sin pastos a la ganadería. Es decir, más costes de producción y por tanto menos beneficios o incluso fuertes pérdidas.
Frente a ello, las medidas de las administraciones públicas se consideran escasas. Y, en el momento que las hay, las entidades bancarias se niegan en la concesión de créditos para ayudas por ejemplo para la sequía, como muestra la organización agraria con numerosos ejemplos remitidos a la Junta de Castilla y León. Ahora está en marcha la solicitud de ayudas de la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea para 2018. Mediante la Solicitud Única, el productor puede solicitar todas sus ayudas de una sola vez, pero deben cumplimentarse correctamente y presentarse a tiempo, para evitar posibles penalizaciones o incluso la no percepción de las ayudas por una mala declaración o una presentación fuera de plazo.
Problemas que han agravado la crisis de precios que el sector agrícola y ganadero padece desde hace treinta años, al contrario que otros productos, como es el caso del sector servicios, que han subido según progresaba la sociedad. Ni siquiera las ayudas de la PAC compensan ya esta pérdida de valor de los productos. Y como el campo no compensa para muchos productores, se están jubilando sin relevo generacional, por lo que quedan muchas tierras sin labrar, improductivas, y al mismo tiempo se deja sin contribuir a mantener la producción alimentaria.
Productos agroalimentarios básicos se encarecen hasta un 800%. Hay un gran desfase entre lo que perciben los profesionales agrarios y lo que se paga en una superficie comercial. En el caso de la patata, se vende con márgenes de beneficio de hasta un 1.000% entre el precio en origen y el precio en destino.
La crisis económica no se percibió en este sector como en otros “porque llevamos toda la vida en crisis y estamos acostumbrados a ello”, puntualiza Juan Luis Delgado. Sí se notó en la demanda de consumo, que descendió, pero no en los niveles de la hostelería y el comercio. “Los trabajadores del campo no se reciclaron en otros sectores y llegaron muchos jóvenes como mano de obra, sobre todo procedentes de la construcción, pero no por atractivo de este sector, sino porque no les quedaba otra opción si querían tener un sueldo”, añade el presidente de Asaja.
Porque el campo es sacrificado, no se rige por unos determinados horarios laborales, con un principio y fin establecidos por convenio laboral. La mayoría de las explotaciones agrícolas y ganaderas son familiares y el campo se rige por la propia vida, si llueve o no, si hace calor o no, si toca saneamiento ganadero o no, si hay que alimentar a los animales o no.
Un complicado día a día
El mayor problema que tienen agricultores y ganaderos en su día a día, más que la presión fiscal o el descenso de las ayudas, es la burocracia, cada vez en aumento y más sofisticada. “Antes, nuestros padres y abuelos sólo se preocupaban de arar y sembrar, no necesitaban más estudios, pero ahora hace falta saber de leyes y de tecnología”, explica Juan Luis Delgado. Por ejemplo, para las compensaciones de renta se exige mucho papeleo, o para los controles de producción y sanidad. “Se pierde mucho tiempo en ello. Estamos saturados de tanta burocracia”, añade el presidente de Asaja Salamanca.
A ello se añade el problema de que la mayoría de los trámites son telemáticos. Y claro, en primer lugar, muchos profesionales del campo desconocen el funcionamiento de la tecnología, se limitan a manejar el teléfono móvil, pero se les exige conocimiento en internet y aplicaciones que a su edad es muy difícil de asimilar. Y en segundo lugar, quienes tienen los conocimientos e incluso las herramientas, en muchas ocasiones carecen de la cobertura necesaria para poder realizar los trámites, porque en muchas zonas de la provincia de Salamanca no hay internet, o donde llega no es de fibra óptica y la velocidad es lenta, por lo que los trámites se eternizan y conlleva más pérdida de tiempo a dedicar al mantenimiento de las explotaciones agrícolas y ganaderas. “Y cada vez nos lo van imponiendo más”.
Demandas del sector
Los profesionales del campo reclaman una mayor regulación de los precios. “Tienen que estar controlados porque competimos de forma desigual con otros países. Por ejemplo, en España se plantean problemas para producir determinados alimentos transgénicos pero después se importan de otros países”, explica el presidente de Asaja Salamanca. Es decir, que haya precios dignos para poder producir y menos burocracia, porque “muchas veces, cuando se resuelven, las ayudas llegan tarde”. Además, se reclama una mayor regulación de los saneamientos.
“Demandamos un mayor reconocimiento para el sector. Si tuviésemos rentabilidad había relevo generacional y nuestro trabajo es muy importante porque alimenta a la sociedad”, concluye Juan Luis Delgado.