El convento de Las Úrsulas cierra sus puertas cinco siglos después
El convento de Las Úrsulas de Salamanca cierra sus puertas cinco siglo después de su fundación. A partir del 9 de abril, según confirman fuentes de la Diócesis de Salamanca, sus siete monjas serán trasladadas a otros monasterios. Y es que ya superan los 75 años de edad, de manera que podrán ser mejor atendidas por otras monjas más jóvenes.
El convento de Santa Úrsula fue fundado por Sancha Maldonado entre 1460 y 1470, confirmándose la erección del monasterio por bula papal otorgada por Sixto IV en 1480. El convento se destinó a las Hermanas de la Tercera Orden de San Francisco.
El edificio original no es el que ha llegado hasta nuestros días, sabiéndose de él que era de pequeñas dimensiones. Mediante la bula papal referida cambió su advocación de Santa Úrsula a la de la Anunciación de Santa María. Surgió pronto la necesidad de ampliar el edificio, contando con el patrocinio de Alonso II de Fonseca, arzobispo de Santiago y posteriormente Patriarca de Alejandría, y sobrino de la fundadora, que pretendía establecer en el convento su capilla funeraria.
El proyecto del arzobispo Fonseca conllevaba una magnificencia contraria a la austeridad predicada por la Orden Franciscana. Por tal motivo contó con la oposición de Jaime de Atienza, doctor en la Universidad de Salamanca y provincial de la de Santiago, muerto en 1486 y sucedido en el cargo por Juan Tamarit, que rechazó la jurisdicción sobre este convento en beneficio del Arzobispado de Santiago, como deseaba Alonso de Fonseca.
Su retablo, construido en el s. XVIII por Miguel Martínez, sustituyó a uno anterior renacentista del que se exponen varias tablas en el museo del convento. Destaca el relieve de la Anunciación en la parte alta y el manifestador abridero rodeado de espejo bajo éste.
En su interior también destaca el Sepulcro del arzobispo Alonso de Fonseca y Acevedo. Situado en el centro de la nave a los pies de la capilla mayor es obra de Diego de Siloé en 1529, tallado en mármol de la Sierra de los Filabres. Alonso II de Fonseca había muerto en 1512, fue su hijo Alonso III quien encargó el proyecto del monumento funerario que, tras el examen por parte del entonces arcediano de Salamanca y rector de la Universidad, Juan de Cañizares, realizó Diego de Siloé en la ciudad de Granada.