En un mundo tan célere y alocado como el actual apenas sobreviven los recuerdos que van más allá de un lustro. Ésa es la barrera que marca la pervivencia de la información en internet, pero hay otra mucho más valiosa que aún se atesora en álbumes de fotos escondidos en recónditos cajones, esos que ya apenas casi se ven en familia, y sobre todo, una información guardada a fuego en la memoria de quienes vivieron cada momento. NOTICIASCYL tiene en marcha una serie dominical que repasa la evolución de los barrios de Salamanca a través de los recuerdos de niñez de sus habitantes.

Hoy es el turno para Vidal, una zona surgida como expansión del barrio del Oeste junto a la antigua vía del ferrocarril hacia Portugal, tierras de labranza que posteriormente se convirtieron en solares de recreo junto al Regato del Anís hasta su urbanización con viviendas de promoción pública durante la dictadura franquista.

Con la expansión de la población de Salamanca a principios del siglo XX, se busca más allá de los muros de su antigua cerca la posibilidad de construir nuevos bloques de viviendas. Surgen así los barrios del Oeste y Labradores, que tendrán su continuidad en Salesas, Vidal y barrio Blanco. Tras la Guerra Civil, la capital charra experimenta el mayor crecimiento demográfico de su historia. Comienza a urbanizarse entonces la zona comprendida entre la vía del ferrocarril hacia Portugal y el Regato del Anís, sobre todo con iniciativa pública, las denominadas ‘viviendas baratas’ que hoy se denominan viviendas sociales. Pisos que hasta mediados del pasado siglo no tuvieron servicios de abastecimiento de agua y saneamiento en unas mínimas condiciones de higiene.

Desmantelada la vía del tren, termina de urbanizarse lo que hoy es la plaza de Vidal. Al mismo tiempo se edifican viviendas de promoción privada que sustituyen a las viejas casas sin ascensor ni calefacción en la zona del Regato del Anís, agua no apta para el consumo, de hecho el nombre se debe a su mal olor, porque por allí bajaban los aliviaderos de los vecinos de Pizarrales, regato que terminaba confluyendo y vertiendo sus aguas en el antiguo arroyo de los Milagros, en el interior del casco histórico de Salamanca junto al convento de las Úrsulas.

La actividad inicial del barrio Vidal estaba marcada por las tierras de labranza que pertenecían a la duquesa de Alba, cuya actividad se centralizaba en un silo al final de la avenida de Villamayor, entonces el camino viejo de Villamayor. Con la desaparición del silo, se transformó en un barrio más residencial y comercial.

Los niños iban al colegio Beatriz Galindo, las niñas al Victoriano Lucas. Fuera del horario lectivo, la vida tenía lugar en la calle, donde se jugaba en calles sin asfaltar, sobre todo en el solar de lo que hoy es la plaza de Vidal. Allí se juntaban con los pipiolos del barrio del Oeste para dirimir sus disputas, jugar al fútbol, policías y ladrones, buscar lagartijas… lo que era una época donde la imaginación era el arma principal para la diversión.

Y es que hasta los años ochenta no se generalizó la presencia de la televisión en las casas. Los grandes acontecimientos se seguían en los bares, que junto con las tiendas de ultramarinos eran el epicentro social de Vidal. Un barrio que gozaba de sus fiestas de San Juan, con unas hogueras dignas de mención y que atraían a salmantinos de otros barrios para disfrutar de una singular velada. Porque si hay algo que siempre ha caracterizado a esta zona de Salamanca es su confraternidad.