Salamanca vio a la primera mujer catedrática de la historia
“Esta es la apasionante e ignorada historia de Luisa de Medrano, la primera mujer que fue catedrática, nada menos que en el siglo XVI y en la Universidad de Salamanca, el centro del saber más prestigioso del mundo hispano”. Así resume su nuevo libro María López Villarquide (La Coruña, 1982), doctora en Documentación y Análisis Cinematográfico y licenciada en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad Complutense de Madrid.
"Pocos conocen su historia y nadie hasta la fecha ha podido recuperar documentos escritos que se le atribuyan: ni una nota, ni un legajo, ni una firma de su puño y letra ha trascendido hasta nuestros días. Nos preguntamos quién fue aquella mujer, a través de qué medios llegó a sentar cátedra a los veinticuatro años (con toda probabilidad en sustitución de Antonio de Nebrija) y por qué nada se ha sabido de ella", explica la autora.
Así, ha logrado conocer que fue hija de aristócratas, llamando la atención de la reina Isabel la Católica, quien la reclamó a su lado para que se educara en la Corte con sus hijas Juana y Catalina. Además, favoreció que fuera la primera mujer en impartir cátedra en la Universidad de Salamanca, ante la asombrosa mirada de la supremacía masculina.
“Luisa Medrano Bravo de Lagunas y Cienfuegos (Lucía según su mención) fue referenciada por Lucio Marineo Sículo, catedrático de origen italiano que asistió a su disertación y quedó impresionado por su elocuencia. Él decía de ella que había trabajado con diligencia y aplicación no la lana sino el libro; no el huso sino la pluma; no la aguja sino el estilo. A ella también la nombra el por entonces rector de la universidad Pedro Torres en el libro de claustro. Ambos testimonios dan fe de su paso por Salamanca: dos documentos escritos por terceros ¿y si Luisa pudiera hablar?”, explica María López Villarquide.
Añade la autora que “recrear la vida de Luisa de Medrano supone un reto a la memoria e implica ganarle la batalla a todos los que se esforzaron por borrarla con su silencio. Luisa existió e igual que otras muchas, fue capaz; Luisa llegó allí, a ocupar esa cátedra gracias a un apoyo fundamental que hizo posible quebrar normas y tradiciones, leyes y prejuicios en contra de las mujeres. Pero no fue la única y como ella, tantas otras hubieran podido ser, estamos seguros".