“No me dejan dormir casi ningún día, es insoportable”
El caso de Juani es uno de tantos que se producen en Salamanca, las consecuencias del exceso de ruido para la salud de una mujer que, a sus 74 años, no tiene más remedio que soportar la mala suerte, o más bien la falta de civismo, de unos vecinos jóvenes que cuando no organizan una fiesta en casa están jugando a la videoconsola hasta altas horas de la madrugada.
Al menos así se desprende de las denuncias presentadas por esta viuda que reside en el barrio del Oeste, una de las zonas de la capital charra con más denuncias ante la Policía Local por exceso de ruido. Quejas que ya se ha cansado de presentar tanto ante las autoridades como a los propietarios del piso superior, origen de sus quebraderos de cabeza.
Todo comenzó hace unos cinco años. “La pareja que vivía encima se marchó fuera de Salamanca y alquilaron el piso. Estuvo otra pareja, pero no duró mucho, y después han sido estudiantes unos detrás de otros, no paran de llegar”, explica a NOTICIASCYL. Y es que se trata de uno de tantos pisos que durante el curso está ocupado por universitarios y en verano por extranjeros de los cursos internacionales de la Universidad o cursos de español de academias.
Juani recuerda cómo tuvo que llamar a la Policía una madrugada entre semana, “sería un miércoles o jueves”, para que interviniera en una fiesta que celebraban sus vecinos. “Tenían la música a todo volumen, risas todo el rato, saltos, ay hijo, hasta retumbaba el techo y pensaba que se venía abajo”.
Los agentes cortaron de raíz la juerga, pero cada año esta anciana tiene que llamar a la Policía por alguna fiesta. Este curso también, con efectos más positivos. “Ahora no han vuelto a hacer una fiesta de esas, y si la hacen ya no es tan ruidosa, pero ahora muchas noches, son las dos de la mañana y se les escucha gritar ‘gol, gol’ y cosas de fútbol. No lo entiendo, porque a esas horas no hay partidos por la tele”.
Las consecuencias para la salud de Juani son demostrables con las consultas al médico y los fármacos que debe tomar. “Me han recetado una pastilla para una cosa, otra pastilla para otra, y cada vez tengo más dolores de cabeza, sobre todo desde que se fueron los vecinos y ahora meten a jóvenes en su casa. No me dejan dormir casi ningún día, es insoportable”, se lamenta. “Si los años que me quedan van a ser así, esto no es vida”.
Esta mujer ha intentado localizar a los propietarios de la vivienda, también la han ayudado sus dos hijos pese a que viven fuera de Salamanca, pero ha sido imposible. Les han perdido la pista. Otra solución sería vender la casa, “pero adónde voy a ir, ¿a otro piso con lo caros que están o a una residencia? Esta es mi casa, voy a la tienda de toda la vida, veo a mis vecinas de siempre, no quiero irme”.