Castilla y León

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Capos y usureros

4 julio, 2018 00:38

El todopoderoso magnate de la comunicación en Castilla y León José Luis Ulibarri ha vuelto a ser detenido. En esta ocasión se le considera el cerebro, es decir, el capo -en el sentido de cabeza-, de una trama de amaño de contratos públicos para beneficiar a determinadas empresas con las que él tenía relación. Las abundantes intervenciones telefónicas constatan que Ulibarri era el encargado de aportar información sobre concursos “apetecibles” para la empresa Aplicaciones Gespol, vinculada a Sacyr, la principal implicada. “Yo me ocupo”, decía a menudo el investigado cuando había algún problema con la licitación de tal o cual concurso.

Este el proceder de estos personajes -pocos, pero muy poderosos- que mancillan y asquean la vida social, económica y, cómo no, política de este país. Presuntos delincuentes en curso en cuanto que han sido detenidos por la supuesta realización de delitos.

Pero no es sólo este caso, sino que también están manchados por otros asuntos como la Gürtel, tramas y más tramas aquí en Castilla y León, territorio que, mucho nos tememos, está de fango hasta el pescuezo... Y lo que es peor, muchos políticos en puestos relevantes 'comen' en sus manos como corderillos. Es la perversión de la democracia y de la sociedad civil.

Personajes como José Luis Ulibarri y otros, algunos muy cercanos a nosotros, son una auténtica lacra, junto a otros grupos poderosos en provincias, que pervierten el orden social, económico y, lo peor, la comunicación en Castilla y León. Ocurre en otras comunidades, lo sabemos, pero vivimos en esta. Su poder con los medios de comunicación, logrado con las prebendas de las instituciones, lleva a tener 'maniatados' a dirigentes políticos con poder que se sienten como vasallos de lo caprichos y 'tejemanejes' de estos capos.

La forma de proceder, como bien informa la UDEF, es siempre la misma. Establecer vínculos entre estos personajes y las diferentes administraciones públicas, sean estatales, regionales, provinciales o locales, -por cierto, en la mayoría de los casos bajo la órbita del PP, pero de la que no se salva nadie- con las que tienen estrechas relaciones de amistad. Unas relaciones que, hasta este momento, no se habían ocultado. Comidas, cenas, saraos, actos institucionales... en los que los representanes de las instituciones rendían pleitesía.

Para ser más precisos, a Ulibarri -sobre el que el juez ha dictado orden expresa de detención, que esta mañana ha ejecutado la Policía Nacional-, se le acusa de cohecho, tráfico de influencias, malversación y organización criminal. ¡Casi ná!

Algunos le llegaron a bautizar como el Randolph Hearst de la Comunidad, dado que Ulibarri controla una gran parte del pastel de medios castellano y leonés. Ampliamente conocido por usar los medios como auténticos instrumentos políticos, además de ser el más afamado de los promotores de la prensa amarilla, se valió de generar escándalos y de la manipulación mediática, para lograr que sus intereses comerciales y políticos se viesen beneficiados. ¿Suena en algo...?

Ulibarri cuenta con la mitad de la televisión regional, que no es pública, si no que le pertenece y por la que percibe millones y millones de euros de la Junta de Castilla y León. Pero sus tentáculos se extienden mucho más allá: es dueño de importantes cabeceras locales como El Diario de León, El Correo de Burgos , El Diario de Valladolid o el Diario de Soria e hizo alianzas con grupos potentes como Vocento o El Mundo.

Ante todo ello, no es menos cierto que aún hoy poco se mueve en los medios regionales sin que pase por el control de Ulibarri o del también empresario Antonio Miguel Méndez Pozo -que lleva mutis por el foro hace algún tiempo-, impulsor de la obra que dio origen a las protestas del Gamonal y dueño de Promecal, el otro gigante mediático de Castilla y León y, por tanto, otro recibidor de cuantiosas sumas de dinero -hablamos de millones de euros- por parte del Gobierno regional y del resto de administraciones públicas.

Si esto acontece en el ámbito regional, qué no ocurre en las provincias, donde ayuntamientos y sus alcaldes, presidentes de diputaciones y diputados delegados de turno se pliegan a sus designios. Es el abrazo del oso a cambio de prebendas que, de paso, por su usura, buscan boicotear en la trastienda al resto de medios para evitar que concurran en igualdad de condiciones.

Una trama la que nos ocupa en la que están siendo investigados un total de 44 ayuntamientos y dos mancomunidades. Se van a practicar 44 detenciones, la mayoría alcaldes (17), jefes de policías locales (10) y técnicos y empresarios como el mencionado Ulibarri. Y están previstas más de 70 citaciones, según fuentes policiales. Se prevén también 92 registros en 25 ayuntamientos, 30 despachos profesionales, 25 domicilios y 12 empresas. Una de las compañías implicadas en el caso es Aplicaciones Gespol S.L., proveedora de un software para policías locales, con sede en Barcelona y filial de la constructora Sacyr (integrada actualmente en el grupo Valoriza Servicios Medioambientales). Y uno de los principales detenidos, y "cabecilla de la trama", es el constructor José Luis Ulibarri, salpicado también por la trama Gürtell. Ay!

PD.: Aunque a partir de ahora, ya se sabe la hipocresía de nuestros políticos, nadie se 'arrimará' a los 'apestados', el pasado que fue ayer, ahí está y las fotos de las fototecas y hemerotecas no fallan. Ojalá que ese 'pulchro' alcalde, al que se ha visto a menudo con Ulibarri, no se vea 'salpicado' ahora por esta trama y vea arruinada de pronto su 'prometedora' carrera política cuando puede llegar el cambio de aires en su partido.

Por cierto, hasta Salamanca también llegan sus tentáculos. La empresa de Ulibarri estaba implicada en la Gürtel por el CTR de Gomecello y, de paso, las comisiones al delincuente -porque ya está condenado- Jesús Merino.

Pero es que los pufos de sus empresas retrasaron diversas obras en la provincia salmantina, como el Hospital de Salamanca cuando iba formando una UTE con PAS (Mariano Rodríguez) o el acceso norte de Salamanca por Helmántico. Si no se libra ni el tato, cachis!