Guía para proporcionar una muerte digna a pacientes terminales del hospital
La misión fundamental cada día de los profesionales de medicina y enfermería en un hospital es sanar a los enfermos, lograr su curación por complicada que sea su patología. Para ello se valen de sus conocimientos y de los medios técnicos que sean necesarios, a través de diversas pruebas y tratamientos. Pero llega un momento en que la enfermedad vence y no hay vuelta atrás, cuando sólo queda resignarse ante la cercana muerte. ¿Cuál debe ser entonces el papel de médicos, doctoras y personal de enfermería? Dentro del proceso de una mayor humanización de la asistencia sanitaria, el hospital de Salamanca ha elaborado una pionera y completa ‘Guía de cuidados y atención en el proceso de morir’.
Se trata de un documento pionero en Castilla y León, fruto del trabajo de un año de un equipo multidisciplinar, 140 páginas que pocos hospitales en España disponen de forma tan completa. “Una de las áreas menos trabajada era la fase final de la vida, el hecho de morir. Llega un momento en que la enfermedad gana y hay que cambiar la actitud y coordinar todas las actividades que rodean el proceso de morir de un paciente en el hospital. Llega un momento en que hacer pruebas y pruebas, poner tratamientos, no tiene resultado. Hay que saber parar, cambiar el chip, y controlar los síntomas para que el paciente muera dignamente”, explica José Ángel Martín Oterino, subdirector médico de la unidad de calidad del hospital de Salamanca.
Y es que antes “todos estos aspectos cada uno los hacía a su manera, por eso esta guía intenta aunar criterios”. Un trabajo, presentado el pasado mes de mayo a todos los profesionales en unas jornadas, que ha tenido buena aceptación. Si alguien tiene alguna duda, está disponible en la intranet, de forma completa o dividida en apartados concretos, con los pasos a seguir en todo tipo de aspectos, desde las dosis de medicación hasta el apoyo en el duelo a la familia.
Porque, como explica la guía, “el enfermo debe ser considerado con todo el respeto que le es debido como ser humano que es hasta el momento de su muerte, por lo que personalizar sus necesidades es una prioridad a cimentar por los profesionales de salud, familiares u otros cuidadores, respectando sus creencias y deseos; dando al proceso de muerte la posibilidad de seguir su curso de forma natural, digna y serena. Para respetar la vida hace falta respetar a aquel que vive, y sólo hay respeto cuando se reconoce que allí hay un sujeto”.
Eso requiere, argumenta José Ángel Martín, “el mayor bienestar cubriendo sus necesidades y adaptando nuestros recursos a ellas, sobre un modelo de atención integral, de bienestar físico, psicológico, social y espiritual, sostenido por todo el equipo asistencial y con una presencia especial del médico de referencia más conocido para el paciente, que evite y cuide en todo momento la sensación de abandono”.
Los cuidados, además de integrales, son individualizados, antes, durante y después del fallecimiento. “El derecho de la autonomía del paciente, que explicita sus necesidades y deseos, determinará la planificación de nuestros cuidados. La expresión más importante de este derecho se concreta en lo que se conoce como testamento vital, ahora llamado documento de instrucciones previas”. Por eso, también se informa a la familia de la donación de órganos, potenciando la del cerebro con fines investigadores, aprovechando que en Salamanca está el Instituto de Neurociencias de Castilla y León (Incyl).
Cuidados al paciente para que tenga una muerte digna y cuidados a la familia para ayudarles a asimilar el fallecimiento de un ser querido y apoyarles en todo lo necesario durante tan duro trance. “Ofreciéndoles buena información, sin falsas expectativas, pero además buscando un entorno más adecuado para esos últimos días en la vida del paciente, también a nivel jurídico, por ejemplo ofrecer todos los detalles del testamento vital, que el propio paciente pueda decidir con antelación determinados aspectos”. Acompañamiento también una vez se produce la muerte, con apoyo psicológico y asesoramiento administrativo.
En resumen, la guía recoge todo un proceso perfectamente detallado desde el momento en que se debe primar más proporcionar una muerte digna al paciente que estirar su sufrimiento con pruebas y tratamientos ya estériles. De manera que tanto el paciente como su familia se sientan acompañados en todo momento y sepan que el personal médico y de enfermería estarán a su lado en unos momentos tan complicados, pero inevitables en la vida de todo ser humano.
El equipo que ha trabajado en esta guía estuvo formado por José Ángel Martín Oterino, subdirector médico de la unidad de calidad; Rosario Palomo Álvarez, psicóloga clínica del servicio de pediatría; Gema Morales Morales, enfermera de atención al usuario; Francisco José Vara Hernando, jefe del servicio de cuidados paliativos; Araceli del Rocío García Domínguez, licenciada especialista en oncología médica; José Luis Mendoza García, licenciado especialista en medicina preventiva; Elena Pilar Gutiérrez González, licenciada especialista en pediatría; Gonzalo González Pérez, licenciado especialista en medicina intensiva; María Ángeles Vicente Rodríguez, TCAE quirófano; María del Mar Vicente Rodríguez, TCAE servicio de reanimación; Inmaculada Ferreras Pedrero, TCAE neonatología; Víctor Sagredo Meneses, licenciado especialista en medicina intensiva; Manuel Javier Herrero Turrión, director del banco de tejidos neurológicos del Incyl; Jorge Feito Pérez, licenciado especialista en anatomía patológica; Carmen Sánchez García, jefa del servicio de asesoría jurídica del hospital; y Francisco Javier Rubio Gil, jefe de enfermería, unidad de caldad.