Balaídos, una ría difícil para pescar
Aún están los aficionados del Real Valladolid asimilando el ‘Efecto Ronaldo’ y todo lo que su llegada ha provocado con un terremoto mediático tremendo y con unas sensaciones muy positivas, al menos para el que les escribe, por la cercanía que el brasileño está demostrando y el mimo y el cuidado que está proporcionando a este Pucela.
También están con ese cuchillo clavado en la espalda. El que le endosó Ibai Gómez con ese gol, cuando el partido agonizaba el domingo en Zorrilla, del Alavés en un encuentro de tablas que acabó definiendo una contra perfectamente llevada por banda izquierda por un ex del Sporting como Jonny, cosas de la vida.
Pero en el fútbol no hay tiempo para lamentarse, al igual que aquí no hay 100 días de tregua para valorar, como se suele hacer en el terreno político, véase con el Gobierno de Sánchez, las idas y venidas de ministros, y temas varios, aquí toca levantar la cabeza y mirar el próximo partido.
Y el próximo es el sábado, a eso de las 16:15 horas, cuando la comida aún no se ha asimilado, la digestión está en plena ebullición y el sueño llama para cumplir con esa bonita y tan española siesta, ante un rival de quilates, asentado en Primera y que mira más hacia arriba que hacia abajo como es el Real Club Celta de Vigo.
Los gallegos llegan tras caer el lunes en Girona por 3-2 en un precioso partido y en la que fue la primera derrota en cuatro partidos de los hombres de Antonio Mohamed, que ha devuelto la idea del buen fútbol, ese que a todos gusta, al conjunto celeste.
El de Vigo es un conjunto fuerte atrás, con tres hombres aguerridos como Roncaglia, Cabral (que no estará ante el Pucela tras ser expulsado en Montilivi) y Néstor Araujo. Tres muros que además van bien de cabeza y te pueden hacer un roto a balón parado. En las bandas dos puñales como Hugo Mallo y Júnior Alonso, con gran proyección y a los que les gusta sumarse al ataque.
Fran Beltrán, tras su polémica salida del Rayo, es el Borja Oubiña del pasado que tanto buscaba este Celta. Por él pasa todo el juego y junto a él Lobotka es el complemento perfecto, capaz de destruir y de atacar, de crear y de pegar ese último pase que todo equipo necesita para hacer gol.
Delante Pione Sisto pone el desborde, Iago Aspas la fantasía y Maxi Gómez el gol, con permiso también del internacional español, que tan buen sabor de boca le dejó a Luis Enrique hace pocos días pese a que no fue convocado en un primer momento y al que solo la paternidad de Diego Costa le devolvió la alegría.
El de Mohamed es un equipo duro, ya se lo demostró al Atleti en la segunda jornada de Liga, al que costará meter mano. No es Balaídos una plaza para que el Pucela rasque, a priori, puntos, pero el fútbol es ese deporte caprichoso e impredecible capaz de convertir lo complicado en realidad. Confiemos en el equipo de Sergio, en el primer gol que se resiste y en tres puntos que serían balsámicos.