Magosto y Samaín en San Martín de Castañeda continúan la tradición
El término amagüestu, que también se denomina magosto, magüestu, magüesto, amagosto o magostada, es una tradicional celebración en la que se toma sidra dulce o aguardiente con castañas. Tiene lugar en el mes de noviembre y prácticamente se celebra en todo el noroeste ibérico y por supuesto en Sanabria.
Por ello, durante la jornada de ayer la Asociación para el estudio de la montaña Cryosanabria lo celebró en el Chiviteiro de San Martín de Castañeda, referente cultural de la montaña de la zona, a la que asistieron más de 50 personas.
Asimismo se visualizaron los dibujos infantiles con la temática de Trevinca mientras se degustaron habones sanabreses cocinados y donados por el propio establecimiento del Chiviteiro.
El amagüestu es una fiesta pagana cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos, si bien las referencias más cercanas son las del pueblo celta, ya que se sabe que estas fiestas agrarias formaban parte de las celebraciones del hombre prehistórico.
La castaña y el día de los difuntos aparecen vinculados desde tiempo inmemorial a la fiesta del amagüestu, que normalmente tiene lugar en la primera quincena de noviembre, ante la llegada del invierno que supone la muerte de la luz, es decir, el fin de un ciclo que se repite cada año.
Según creencias antiguas la castaña era el símbolo del alma de los difuntos. Cada castaña que explotaba en el fuego era un alma que se escapaba del purgatorio. Sin embargo cada castaña que se comía era un alma liberada.
En muchos lugares se festeja a principios de noviembre, coincidiendo con la celebración celta conocida como Samhain, una ceremonia de origen celta, de culto al fuego y a su efecto purificador sobre los malos espíritus y algunos malvados habitantes del bosque.
Los primeros días de noviembre, los celtas apaciguaban los poderes del otro mundo y propiciaban la abundancia de las cosechas con la celebración de la fiesta Samhain, la cual era, para unos, el comienzo del invierno y, para otros, el final de verano; en todo caso era el principio de una nueva gestación y de un periodo de intensa comunicación entre los habitantes de éste y del otro mundo. Se reunía una gran multitud porque era una fiesta obligatoria. Quien no asistía corría el peligro de perder la razón. La fiesta era para los celtas, una concentración de lo sagrado, en un tiempo y lugar determinados.
Por las mismas fechas, los romanos celebraban las saturnales.
La costumbre de comer castañas asadas con motivo de la festividad de la fiesta de Ánimas, ha sido común en toda la zona norte de la Península.