Grandes incendios en Canadá afectan la atmósfera de Castilla y León
En el verano de 2013 acaeció en la atmósfera de Castilla y León un evento “extraordinario”. Entonces, se dispersaron en los cielos de la meseta Norte emisiones de partículas de la industria europea y otras procedentes de un incendio forestal en Arribes del Duero y de otros grandes fuegos, pero de bosques muy lejanos en Canadá. Cada una de las tres fuentes aportaba al aire distintos compuestos de material particulado que fueron registrados por aparatos ópticos de la Universidad de Valladolid (UVa). Ha sido la primera vez que en esta parte de España se detectó un incendio de esta “enorme magnitud” de origen tan lejano, mediante este tipo de instrumental científico. La información ordenada que se ha extraído puede contribuir ahora a tomar medidas más efectivas frente a la contaminación de fondo.
La coincidencia fue “sorprendente” e “inusual”, según lo califican investigadores del Grupo de Óptica Atmosférica (GOA) en un artículo publicado en la revista científica Atmospheric Environment. Los aerosoles atmosféricos son objeto de estudio en recientes décadas debido a su papel en la modificación del clima o en la calidad del aire. Se trata de partículas sólidas aproximadamente del tamaño de una millonésima parte de un metro. Forman parte de los componentes naturales de la atmósfera, pero en ocasiones proceden de emisiones antropogénicas. Desde la Revolución Industrial, se han incrementado progresivamente los aerosoles asociados a la actividad humana.
Para registrar estos aerosoles, el equipo investigador empleó medidas ópticas. El GOA participa junto a otras universidades y centros de investigación en una red para el estudio de aerosoles denominada AERONET. A través de dos estaciones radiométricas propias en Valladolid y Palencia y otra gestionada por la Junta de Castilla y León en Peñausende (Zamora), el grupo midió la presencia de estas partículas en la atmósfera aquellos días del verano de 2013. Se midió la radiación solar, ya que estas partículas sólidas y gases (como el vapor de agua o el ozono) que componen la atmósfera modifican con su presencia la llegada de la luz a la superficie terrestre. La atenuación producida sobre la radiación solar proporciona información sobre la presencia de partículas atmosféricas y sus principales características.
Con este estudio, se pudo describir el aporte de un gran incendio originado en Canadá, a tres mil metros de altitud en la atmósfera. Desde la provincia canadiense de Terranova y Labrador, una especie de columna con las emisiones de un gran incendio forestal cruzó el Atlántico y alcanzó la península Ibérica. Aunque no es la primera vez que se registra con elementos ópticos este tipo de episodios en el mundo, este fue “espectacular” por sus altísimos valores en el registro de datos. Aquellos días, según se observó a través de instrumentos ópticos, fueron algo más oscuros. Entre el 2 y el 5% menos de las habitualmente despejadas jornadas del verano en Castilla y León. “No fue observable por el ojo humano ni afectó a la salud pública”, especifica Victoria Cachorro, corresponsable del equipo científico.
Confluencias
En la península Ibérica pueden confluir emisiones de aerosoles naturales como el polvo desértico del Sáhara, incendios forestales en la cuenca mediterránea o incluso América y de la polución de la industria europea. “No obstante, no es fácil discernir el origen de las fuentes si los eventos suceden a la vez”, advierte Cachorro, catedrática de Física Aplicada en el Departamento de Didáctica de Ciencias Experimentales en la Facultad de Educación y Trabajo Social de la UVa.
El equipo científico tiene una gran experiencia en la caracterización de aerosoles en lugares como en la isla ártica noruega de Svalbard, Cuba y una base científica argentina en la Antártida. El grupo realiza tareas de calibración óptica de estas estaciones radiométricas en la ciudad de Valladolid, siendo una referencia mundial a este respecto.