Corría el año 2.000 cuando se puso en marcha la primera edición del reality show que acabaría siendo un éxito sin precedentes, Gran Hermano. En esa edición estuvo una vallisoletana llamada Ania Iglesias, que llegó a la final y consiguió acabar el concurso en la segunda posición, un concurso que se acabó llevando Ismael Beiro.
20 años después del concurso charlamos con una mujer, amante del deporte y del cine, que ha conseguido su sueño de trabajar en el mundo del teatro pero que se ha visto involucrada en las últimas fechas en una polémica en el programa de Telecinco ‘Sálvame’ por un vestido que debía portar la colaboradora Lydia Lozano.
Hablamos con la vallisoletana de todo esto y mucho más en esta entrevista.
Pregunta. Vamos a remontarnos 20 años atrás. ¿Por qué decide entrar en Gran Hermano I?
Respuesta. Realmente era por darme a conocer y hacerme un hueco en la televisión. El concurso me importaba y ganar también, pero mis objetivos estaban en el después del concurso.
P. Su objetivo era el de progresar rápidamente para alcanzar su sueño…
R. No tan rápido pues al final yo llevaba mucho trabajo y castings encima. Es difícil hacerse un hueco si no vienes de una saga familiar o tienes un padrino o un amante. Te queda el reality y es a lo que me apunté.
P. Un sueño que no era otro que ser actriz.
R. Es algo más que un sueño, es una pasión que me nace de lo más profundo.
P. ¿Por qué actriz?
"Cuando me subo a un escenario no encuentro palabras para definir lo que siento"
R. Cuando me subo a un escenario, me pasa especialmente cuando hago teatro, siento algo que no encuentro palabras para poder definirlo. Es como cuando a Billy Eliot le preguntan qué siente cuando baila. Lo mismo me sucede a mí en el teatro. Sentir al público tan cerca y a la vez tan lejos, sus reacciones, silencios, su mirada… es algo mágico.
Es vivir algo con lo que no puedes sentir lo mismo si no eres actor. Crear vida y dar imagen y luz a un personaje, en ocasiones cercano y en otras lejano a ti.
P. En una entrevista asegura que “si no eres hijo de” es muy difícil encontrar trabajo en el teatro. ¿Sigue pensándolo?
R. Sigo creyendo que un apellido, un padrino, o un empujón, al menos te abre las puertas a oportunidades. Siempre pienso que si me dan una oportunidad ya me encargare yo de aprovecharla bien y hacerla grande por pequeña que sea. Así me pasa en todos los trabajos que hago, jamás he decepcionado, me involucro de tal manera que lo hago mío, sea cual sea la oportunidad.
P. ¿Cómo recuerda Gran Hermano I? No fue un concurso fácil para usted…
R. Tenía casi 20 años menos. Me costó llegar pero soy persistente y ambiciosa. Solo tenía que esperar y tener paciencia para jugar mis cartas y así fueron pasando los 90 días. Tengo la creencia de que antes o después las cosas se acaban colocando aunque parezcan revueltas en un principio. En el concurso intenté hacer un juego limpio e inocente.
P. Aún así llegó a la final. ¿Consiguió el objetivo que perseguía?
R. En un principio sí pero el error fue mío al pensar que la popularidad de GH me llevaría a un plató, al cine, etc. Después ha venido mucho trabajo, fortaleza y tesón. También hay que decir que Gran Hermano me abrió oportunidades de trabajo maravillosas que no hubiera tenido de no haber pasado por el concurso.
P. ¿Cómo ha cambiado Ania Iglesias en estos 19 años tras el concurso?
R. Ahora valgo mucho más la pena en todos los sentidos. En la televisión soy más libre, divertida, irónica, madura y fuerte. En lo personal también soy mucho más fuerte y tengo una personalidad más forjada por todos estos años de experiencia y los acontecimientos que he vivido en todo este tiempo. Ahora soy más interesante para el espectador y se notaría si concursara en cualquier reality. Me siento mucho más libre de ser quién soy.
P. A base de esfuerzo ha conseguido su sueño. Dedicarse al teatro.
R. No puede haber una profesión más bonita. Me gustaría dedicarme a ello hasta que el cuerpo aguante. Subirme a un escenario, da igual si es de un municipio pequeño o de un gran teatro, al final el público es el público y ver sus emociones y darles un rato para que se olviden de sus dificultades diarias es maravilloso.
P. Hábleme de ‘Reciclando a un famoso’.
R. Ahora lo hace Jordi Pons, presentador del 24 horas de TVE. Es una comedia muy elegante, sublime, que pone el verdadero acento en lo que es la fama y el prestigio, pero todo ello desarrollado de una forma muy divertida, actual y, sobre todo que no deja indiferente a nadie. Risas garantizadas y reflexión. Una guerra de egos y la desidia que produce caer en el olvido.
P. También ha habido puntos negros durante estos años, enfermedad (anorexia) incluida que tuvo que superar.
"Nadie es inmune a la enfermedad"
R. Nadie es inmune a la enfermedad, pero si bien es cierto que el haber pasado por un trastorno de la conducta alimenticia arrastra muchos efectos colaterales en la salud general de una persona. A pesar de ser escrupulosamente sana, deportista, metódica en mis cuidados, no fumo, no bebo y además jamás he consumido drogas, la enfermedad es parte de la vida, y una vez superada, enriquece. Es una experiencia que te hace reubicarte y sobre todo reubicar a los que están a tu lado, en muchos casos los mal llamados amigos desaparecen y se quedan quienes de verdad valen la pena.
P. En las últimas semanas se ha visto envuelta en una polémica en ‘Sálvame’. ¿Qué hacía allí y qué ocurrió?
R. Me contrataron como estilista, en esta ocasión con participación en el plató, pues en otras ocasiones he realizado estilismos para Sálvame pero no había salido en pantalla. Hice mi trabajo de la mejor forma posible, con bastante éxito de audiencia en el programa, y con los estilismos solicitados presentados en tiempo y forma. Estoy absolutamente encantada de haber participado.
P. ¿Ha vuelto a hablar con Lydia Lozano tras el desencuentro?
"A Lydia le falta mucha seguridad y valentía, en el fondo me da lástima"
R. Ella jamás pedirá un perdón. A Lydia le falta mucha seguridad y valentía, en el fondo me da lástima. La verdad es que sigo pensando que era su manera de llamar la atención y lo tenía todo preparado si no es imposible que pasara lo que pasó.
Le faltó valor porque es muy fácil atacarme y montar el ‘pollo’ que montó cuando está arropada y sabe que juega en campo ganador pero insisto, no tiene el valor suficiente para sentarse delante de mí, sin ayudas, ni defensores, ni lágrimas. Ahí se vería quién soy yo de verdad, lo buena vallisoletana y castellana que soy con la valentía por montera. Que cuatro personas se pusieran en contra de mí y no me dejaran ni hablar es un poco feo.
P. Se le vio muy afectada con lo ocurrido.
R. El resumen de lo ocurrido es que hice mi trabajo estupendamente, estaban todos con el estilismo solicitado y la audiencia fue genial. El resto es algo personal que ella debe tener con sí misma.
No soporto las mentiras pero por encima de las demás cosas me quedo con que me felicitaron tanto el equipo del programa como verdaderos profesionales del estilismo. Si no hubiera estado todo correcto, incluido el vestuario de Lydia, no habría salido en pantalla. Yo lo considero un éxito porque tuve que conseguir todo en cuatro días.
Otra cuestión es el tema de Lydia que no quiso ponerse el vestido. Le faltó valentía para decírselo a dirección y buscó toda clase de triquiñuelas para salirse con la suya. Finalmente se lo tuvo que poner y estaba estupenda. Me encantaría que esa mujer se aceptase. Todos tenemos manías, defectos… Yo he pasado por lo mismo. Ojalá ella gane en seguridad y sea más feliz. Creo que su apariencia de felicidad no es real. No la siento libre.
P. ¿Qué proyectos tiene para el futuro?
R. Seguir con mi trabajo como coordinadora de formaciones en el campo de la estética y peluquería. Ahora estoy entusiasmada con un nuevo proyecto respecto a la aparatología y dermocosmética para médicoestéticos y estética con la empresa que colaboro con resultados excelentes. Estoy aprendiendo y dando soluciones tanto a profesionales de la profesión como al público general.
Y seguir con lo que me sale del alma, interpretar, comunicar, hacer reír, actuar y cuantas oportunidades la vida me depare, siempre al lado del hombre más extraordinario que jamás he conocido que es mi pareja. Me ha costado encontrarle, pero ha valido la pena. Quiero trasmitir un mensaje esperanzador, el amor existe, está, es, y no debemos dejar de pensar en que en algún lugar se encuentra esa persona, por muchos golpes o por muy mayor que uno sea. El amor no sabe de años, sabe de vida.